Capítulo 509
Y, sin embargo, Mario no paraba de bromear:

—¿Se siente bien? ¿O es que estás envejeciendo y tus necesidades han aumentado? ¿Qué pasa si no quieres estar conmigo, pero tu cuerpo lo desea? ¿Quién más podría satisfacerte como yo?

¡Qué cara más dura!

Ana mantuvo su posición:

—Hay muchos hombres.

Mario la miraba fijamente, sus profundos ojos negros adquirían un matiz más peligroso de hombre. Ana sabía que si decía algo más, probablemente tendría que explicarlo todo de nuevo.

Mario mantenía una expresión impasible, castigándola con su mirada. Ana rodeó su cuello con los brazos, sin querer que él viera su estado lamentable… Permanecieron en silencio durante un rato, hasta que Mario susurró sensualmente cerca de su oído:

—¡Tengo ganas de ti de nuevo!

Por supuesto, no era tan duro como antes.

Aunque en el pasado lo había sido.

Antes, habría satisfecho sus deseos sin preocuparse por nada más, pero ahora realmente amaba a Ana, realmente la estaba cortejando, y las cosas entre marido y mujer tamb
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