Capítulo 510
Lo irónico era que, de principio a fin, ella seguía siendo la esposa de otro hombre, mientras que él permanecía como un solitario forastero. El teléfono en el casillero comenzó a sonar. Leo optó por ignorarlo. Sin embargo, la insistencia de la otra persona era evidente, el timbre del teléfono continuaba sonando. Finalmente, se inclinó para recogerlo y descubrió que era su prometida quien llamaba. La voz al otro lado sonaba tranquila:

—Leo, ¿me acompañarías mañana para hacer algunos ajustes al vestido de novia?

Leo se reclinó en el respaldo del asiento sin mostrar emoción en su rostro. Sabía que a la mujer le agradaba, pero para él era solo un compromiso. ¿Por qué habría de tomarlo en serio? Sin embargo, accedió a su petición.

—¡Claro! ¡Envíame los detalles a mi secretaria! Te acompañaré mañana.

La mujer estaba de buen humor y comenzó a hablar entusiasmada sobre algunos detalles de la boda. Leo escuchaba en silencio y con paciencia, pero su mente estaba en otro lugar. Para él, todo era
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