Capítulo 489
En ese instante, Ana lloró. Ella estaba en sus brazos, apoyada en su hombro, su rostro delicado y pálido contra su abrigo negro, luciendo frágil y precioso…

Él tenía su cintura en sus manos.

La delicadeza de una mujer, pegada a la virilidad de un hombre, se enroscaba como enredadera.

Sus lágrimas mojaron la camisa alrededor de su cuello, era incómodo y caluroso, pero en ese momento no le importaba. Solo quería abrazarla con fuerza.

Hacía tanto tiempo que no se abrazaban así.

Hacía demasiado tiempo que no se abrazaban bajo el sol, incluso cuando lo hacían era en noches solitarias, amargas y solo ellos sabían de su sufrimiento… Esas memorias entrelazadas parecían nunca esperar un mañana.

Mario bajó la mirada, mirando a la mujer en sus brazos.

Su voz era ronca y suave:

—Ana, regresa a mi lado, sigue siendo mi esposa.

Ana lo abrazó más fuerte.

Ella no dijo nada, solo negó con la cabeza con fuerza, las lágrimas brotando de sus ojos… Lloraba en silencio, con una opresión extrema.

Había pasad
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