Capítulo 496
Ana miró hacia su pierna. Después de un rato, dijo suavemente:

—Con esta nevada, mejor no conduzcas solo. Voy a hacer que el conductor, Pol, te lleve.

Mario la miró directamente:

—¿Te preocupas por mí?

Era guapo, y en ese momento, sus ojos tenían un brillo seductor, algo que ninguna mujer podía resistir…

Ana no fue la excepción.

Pero en su rostro solo mostró indiferencia:

—Solo estoy preocupada de que te pase algo. Mario, no te hagas ilusiones.

Él sabía mejor que nadie si se hacía ilusiones o no.

Ana lo amaba.

No dijo nada más, simplemente la arrastró hacia el coche, la presionó contra su pecho y luego cerró suavemente la puerta del coche…

Fuera, la nieve caía suavemente, con un crujido.

Dentro del coche, cálido y cómodo, en ese estrecho espacio, había un leve olor a tabaco en Mario, y Ana se vio obligada a estar acostada sobre él, sintiéndose un poco avergonzada.

Los ojos oscuros de Mario la miraron fijamente y él presionó un botón.

El asiento se reclino hacia atrás…

Los dos cuerpos e
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