Capítulo 33
—¡Estás enfermo aquí!

—¡No olvides de quién es esposa!

En el vestuario femenino, sólo estaba Ana. Se quitó el pequeño vestido de color tinta, y su cuerpo blanco, vestido sólo con ropa interior negra, brilló con un resplandeciente lustre blanco bajo el halo de luz amarilla.

Con un chirrido, la puerta se abrió. Ana se sobresaltó e inmediatamente se volvió para mirar con la camisa sobre el pecho. En la puerta estaba Mario.

La miró fijamente y cerró lentamente la puerta.

Ana dijo muy nerviosa:

—¡Mario, éste es el vestuario de mujeres!

Mario, sin embargo, estaba como si no lo hubiera oído, caminó hacia ella, quitándole la camisa de la mano cuando ella no reaccionó, la puso contra la taquilla con una mano, y la miró cuidadosamente bajo la luz.

Ana no estaba acostumbrada a esto, y había pequeñas partículas finas en la piel. Temblaba ligeramente. Ella no se atrevió a gritar por miedo a atraer a otros.

Pero Mario no hizo nada, se limitó a observarla en silencio, como si no fuera su esposa y esa
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