Capítulo 319
Bajo la luz de la lámpara de cristal, Mario mantuvo una expresión impasible. —Sólo asegúrate de que sigan vivos, lo demás no importa.

Al escuchar eso, Gloria sintió un latido fuerte en el pecho y asintió en respuesta.

Observó a Mario bajar las escaleras, y poco después escuchó el sonido del motor del coche desde el patio. Con los ojos llorosos, sabía que él estaba yendo a recoger a Ana.

Ana por fin iba a regresar...

***

En la víspera de Año Nuevo, la tierra estaba cubierta por una gruesa capa de nieve.

El Land Rover negro avanzaba lentamente por la nieve, tardando mucho en llegar a la villa privada. Se distinguían las mismas paredes de ladrillo rojo y blanco, y la mansión se seguía irguiendo en la oscuridad como un espectro.

Mario condujo hacia dentro del patio, donde apenas se veían huellas y la nieve se amontonaba espesa.

De repente, se dio cuenta de algo y su corazón se hundió.

Al descender del coche, tropezó sin querer y terminó de rodillas en la nieve. Esta se derritió rápidamente
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