Capítulo 30
Leonora recuperó la conciencia y se dio cuenta de que el coche estaba detenido en un cruce de calles.

Delante de ella, había un semáforo en rojo.

Se separó de la mano de Mario, apartó la mirada y adoptó una actitud un tanto distante. Dijo fríamente: —No estás pensando en nada.

Mario miró el perfil apagado de Leonora.

Se sintió incómodo en su interior.

De repente, recordó los días en que se casó con Leonora, cuando ella apenas tenía veinte años... En ese momento, Leonora lo amaba mucho. Cada noche, cuando él volvía a casa del trabajo, ella corría para ayudarlo con su maletín, le hablaba con entusiasmo sobre la cena de esa noche y preparaba el agua para su baño antes de acostarse.

Por la noche, cuando tenían intimidad, él a veces la hacía daño a propósito.

Ella solo se sonrojaba y lo abrazaba con fuerza, rogándole que fuera más suave.

Al principio de su matrimonio, era muy feliz.

Pero con el tiempo, Leonora dejó de sonreír tanto y de coquetear con él.

Parecía haber aceptado finalmente
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