Capítulo 231
Ana miró fijamente a Pablo, observando su ansiedad.

Le parecía ridículo.

Ridículo que María pudiera haber amado a Pablo, ridículo que ella misma hubiera pensado que la familia Morales dejaría en paz a María embarazada.

Ana dio dos pasos hacia adelante, tambaleándose. Oyó su propia voz, distante y confusa: —Pablo, ella estaba embarazada de tu hijo. No tenía intención de decírtelo. Solo quería ir a una pequeña ciudad y tener al niño, solo quería tener a alguien cercano...

Con lágrimas en los ojos, Ana continuó: —Ella nunca pensó en destruir tu matrimonio. Incluso cuando le pagaste diez millones de dólares por no hablar, no se quejó. Pablo, ella aceptó esta injusticia no porque estuviera insensible, sino porque siempre tuvo tan poco en la vida. No tenía familia, no tenía amor... solo tenía a este niño. ¿Sabes lo feliz que estaba de estar embarazada? Todos los días hablaba del bebé conmigo. A pesar de ser tan ahorrativa, dijo que cuando el niño cumpliera cinco años, contrataría dos tutor
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