Capítulo 233
Al atardecer, María seguía sin despertar.

Carmen, viendo los ojos rojos de Ana, le habló con suavidad: —Yo me quedaré aquí cuidando a María. Deberías ir a casa, darte una ducha, cambiarte de ropa y descansar un poco antes de volver. No puedes seguir así. Además, tu padre en casa también está preocupado por ti.

Ana asintió.

Antes de irse, tomó la mano de María, acariciándola con afecto: —María, necesitas despertar pronto.

Los ojos de Carmen se llenaron de lágrimas nuevamente.

Se acercó a Ana y le preguntó en voz baja: —Esta mañana, cuando llevé al médico afuera, te vi con David... Ana, ¿estás pensando en empezar algo con él?

Ana guardó silencio por un momento antes de responder: —Carmen, ahora mismo no tengo ánimo para pensar en relaciones amorosas.

Carmen dudó un momento antes de decir: —Aunque quizás no sea el momento adecuado, no deberías rechazar a David. Puedo ver que él te quiere mucho y también trata con mucho respeto a tu padre y a mí.

Ana asintió y dijo: —Lo sé, Carmen.

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