Capítulo 127
Sus miradas se cruzaron.

Mario vio a Ana vestida con ropa de hospital, su rostro mostraba signos de enfermedad, y en sus ojos había una profunda decepción.

Lo miraba ella con una mirada extraña, casi ajena.

Hacía poco, Ana había estado en sus brazos, hablando con una voz suave: «Mario, el amor que sentí por ti puede tomar años, incluso décadas en volver... ¿Lo necesitarás entonces?»

En ese momento, él había dicho que necesitaba el amor de Ana, y lo decía en serio.

Pero después, descartó ese amor, y eso también era un hecho.

Después de una larga mirada, Mario finalmente dijo, casi temblando: —¡Ana!

Intentó tomar su mano, pero ella lo empujó.

Ana, con tristeza, dijo: —¡Qué ingenua he sido! Pensé que al menos te gustaba un poco. ¿Qué piensas que soy después de aquella noche? ¿Un juego, una estrategia en tu mente? ¿Esperaba yo realmente que me quisieras? ¿Esperaba que tus promesas hacia mí fueran sinceras? Mario, todo esto ya no tiene sentido. ¿Eres tú el que es demasiado calculador, o
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