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—Tiene razón, podemos lidiar con esto como dos personas adultas, miraremos los videos cuando tenga tiempo, no sé hablará más del tema, puede continuar con su trabajo. Haremos de cuenta que no ha pasado nada, ahora recoja sus cosas y salga de inmediato de mi casa.

Parecía una delincuente atrapada, corriendo de un lado para otro, tratando de encontrar mi ropa, no sabía donde había quedado, odiaba, no recordar nada de lo que había pasado.

Él estaba allí parado, con su cuerpo bronceado, mirándome como cuando ves a un loco, negaba con la cabeza, hasta que decidió ayudarme a buscar la ropa, estaba envuelta entre las sábanas de la cama.

Me vestí con prisa, no sin antes darme cuenta de lo desordenada que estaba la cama, me preguntaba por qué no podía recordar que era lo que había bebido. Salí del sitio, abordé un taxi y fui a casa, todos los esfuerzos por recordar eran vanos, todo parecía haber sido borrado de mí, como si no lo hubiese vivido.

«Eso es Enid, no recuerdas nada porque posiblemente no pasó nada» pensé para mí.

En medio de mis angustia me preguntaba de qué eran las marcas en mi cuerpo.

«¿Será que nos quitamos la ropa para tener una guerra de almohadas o algo parecido?»

—Qué desastre, ¿qué voy a hacer? —murmuré.

—¿Está todo bien, señorita? Le veo muy pensativa, si tiene alguna duda que cree que pueda resolver por usted solo debe preguntar —dijo amable el conductor—. ¿No es de por estos lugares verdad?

—Estoy bien, gracias por preguntar señor, solo pensaba en asuntos laborales. Está en lo correcto, soy de Marfa, Texas. Llevo algunos meses aquí, le agradezco que me haya traído, aquí todos parecen ser muy amables, menos el arrogante y prepotente Roberth Ivanov, mi molesto jefe.

Me despedí del amable conductor y camino a mi casa pensaba que en el poco tiempo que llevaba en esa empresa, además de recibir órdenes, ver las malas caras de Robert, nunca habíamos cruzado palabras cómo lo haría un jefe y una empleada normalmente, él era demasiado arrogante para hacer algo tan simple como era llevarse bien o ser amable con sus empleados.

—Dan, hola…. ¿Dan donde estás, ¿hermano estás allí? Donde te habrás metido Dan.

Fui a mi habitación…

—Maldición Dan me asustaste. ¿Qué haces en mi habitación?

—¡Hmmm! Bonitas horas de llegar, yo soy el hombre de la casa, soy quien debería hacer las preguntas aquí —dijo autoritario—. ¿Por qué estás llegando a estas horas a casa Enid?

—No seas tonto, eres el hombre, pero soy mayor que tú, además nuestros padres me hicieron responsable. No tengo por qué darte explicaciones. Pero te diré…. Estaba en una fiesta de la empresa.

—No me mientas, si hubiera sido así, Erika hubiera ido contigo, trabajan juntas.

—No te miento Dan, estaba en una fiesta de la empresa, puedes preguntarle a Erika.

—Le preguntaría si no me hubiera llamado en la mañana a preguntar donde estabas tú, Enid.

—No te miento, debe haber sido cuando me quedé dormida, tú sabes que nunca había bebido, pues lo hice y parece que me sentó mal, ¿quieres olerme?… Llámala y pregúntale antes que andes de chismoso con nuestros padres.

—Bueno, hermanita hermosa, hay una forma para que me pueda quedar callado.

—Estás loco, no me dejaré chantajear por ti, no esta vez, no hecho nada malo.

—¡hmmm! Ok, llamando a los Clark, ¿estás segura? Mi preciosa y tierna hermana, ¿estás segura?

—¡Maldición! ¿Qué quieres Dan?

—Ya sabes, hoy me toca organizar todo aquí en casa, hazlo por mí, me das 20 rublos y me olvido del asunto. ¡Auch que te pasa Enid! ¡¿Por qué me golpeas?

—Por tonto, sabes que tengo muchas cosas para decirles a nuestros padres sobre ti, no me provoques, Además no trabajo hasta el martes, vamos a organizar todo juntos. Ah, y puedes decirles a mis padres que he bebido y que llegué tarde a casa, no me importa, pero dejaré de darte los 100 rublos. Te quedarás solo con lo que ellos envían, tú decides, precioso hermano. No vayas a molestarme, necesito descansar, no he dormido nada, se siente muy feo, imagino que es a lo que le llaman resaca.

Me metí a la ducha y mirando las marcas en mi cuerpo intentaba hacer memoria, pero no recordaba nada, me estaba aseando mis partes, me dolía, un pequeño ardor que desapareció poco a poco, solo pensé que era la señal de que ya no era virgen, pero no le di importancia, Salí de la ducha, le escribí a mi amiga y me metí a la cama, no tarde nada en quedarme dormida, me sentía tan agotada.

—Enid, ¡oye! ¿Estás bien? Despierta, eres una cochina hermana, ¿qué estabas soñando!, mírate estás toda sudada y ni hablar de como te retorcías, ¿estabas teniendo sueños húmedos o una pesadilla? Dudo que sea lo último, en fin te desperté porque hay un mensajero, necesita alguien mayor.

Me puse algo presentable y Salí, caminaba como un zombi, dejé el paquete en la mesa y me fui a mi habitación advirtiendo a mi hermano que no me fuera despertar, no importaba la razón.

«Vaya, qué sueño tan erótico, ¿pero por qué tenía que ser con Roberth?, que forma de tener sexo, lástima que solo haya sido un sueño, ese engreído nunca se fijaría en alguien como yo, lo dejó claro, hasta me había llamado momia andante, siendo que no soy tan fea» pensé.

Había sido solo un sueño, pero me había mojado, eso sentí en mis pantis, debía ser porque había estado en su cuerpo tan escultural y perfectamente bronceado.

«Debería dejar de pensar en él, ha sido solo un sueño, no he recordado nada, pero desearía»

Me di cuenta de que debía estar buscando manera de saber lo que había pasado, lo que nos había llevado a esa situación, en lo que se vendría, estaba segura de que me haría la vida imposible, era el jefe, tenía el poder, pero estaría preparada.

Cubrí mi rostro con las manos lamentándome de no recordar nada.

«Me dormiré, quizás así me levante más relajada y puedan venir a mí los recuerdos»

No pude dormir, necesitaba recordar.

«Será posible que Roberth me haya drogado, ¿pero como es que él no recuerda, estará mintiendo?»

Me negaba a creer qué fuera tan estúpido para haberse tomado lo que fuera que me hubiera dado,

«Será que nos lo dio alguien más, hmmmm, pero quién»

—¡Yaaaaaa! Vengan a mí recuerdos, necesito estar segura de lo que pasó, saber si sigo o no siendo virgen —exclamé—. Vaya suerte la mía, puede que mi primera vez haya sido con el hombre que me gusta y no lo recuerdo.

No estaba feliz con lo que había pasado, pero me molestaba no tener ni los recuerdos.

«Erika tiene razón, mi suerte me abandonó el día en que nací. Miraré qué tipos de drogas que se usen en bebida pueden causar este efecto, espero que el martes al señor, ROBERTH, se le dé por querer mirar los videos de su casa, a quien se le ocurre celebrar la fiesta de la empresa en su casa, teniendo la empresa adecuada»

Suponía que el que tenía su plata hacía lo que quería con ella…

«Ah, y ahora mi suerte, justo me sale su imagen en el buscador». Decidí leer que decía.

“FIESTA EN LA CASA DEL IMPONENTE EMPRESARIO ROBERTH IVANOV”.

Los titulares de las noticias, en todos los medios o redes, hablaban del soltero más codiciado, la pregunta era porque seguía soltero, su biografía, daba indicios, egocéntrico, imponente, con ínfulas de Dios. Seguro que ninguna mujer lo toleraba.

«Eso no debe ser, es todo un maldito misterio, tan conocido, pero es muy reservado. Ay Señor Roberth eres todo un ladrón de corazones, lástima que seas tan tú»

Me dejé de tonterías y busqué la información que necesitaba. Había muchas, como sabría cuál había sido. No me quedaba de otra que esperar a ver los videos de las cámaras de seguridad de su casa.

Sí, hasta su propia casa, la tenía equipada de cámaras y todo aquello que necesitaba, como quien no quería saber del mundo. Era todo un misterio, todo lo malo que lo rodeaba lo hacía más sexi.

—Me prepararé un chocolate caliente —murmuré, siempre me ayudaba a dormir, lo necesitaba.

«Dios sé que este año no he sido tan buena, pero permite que esos recuerdos vuelvan a mí. Si, bueno, no me queda de otra que esperar al martes si al señor se le da por mostrarme los videos»

Le avisé a mi amiga que su paquete ya había llegado, debía estar durmiendo, descansando, pero no lograba conciliar el sueño, además el ruido en las calles a esa hora era intolerable.

—Oye Dan, he preparado chocolate caliente, ¿tú quieres?

—No, y deja de llamarme que estoy jugando a los videojuegos, no seas tan molesta Enid, ya que no estás durmiendo, ¿podrías ir adelantando el que hacer en la casa? Te ayudaré en cuanto termine aquí.

—De ninguna manera, lo haremos juntos, esperaré a que termines, no hay prisa, te dije que no trabajo hasta el martes.

—Te pones igual de intensa que mamá con el tema, debiste haber sido otro niño, eres tan enojona y mandona, tanto o más que tu padre, Enid.

—¿Ya lo ves? Y es hombre, quizás un hermano hubiera salido igual de holgazán que tú, me amas, no te quejes.

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