¿Qué tipo de ser humano era? Cómo era capaz de culparme, de descender de secretaria, ha ser una empleada de servicio, él había sido quién sin motivos me había removido de mi puesto. Era un hombre que no tenía ni siquiera idea de donde estaba parado, por supuesto que tenía aspiraciones y muy grandes, pero con un jefe como él era imposible llevar a cabo aquellas grandes aspiraciones que me motivaban a levantarme todos los días. Lo hacía muy temprano, hacía lo posible para llegar a cumplir con mi labor, pero en menos de dos días, él se había dedicado a hacerme la vida imposible, haciéndome ver como una mediocre sin deseos de salir adelante, pero que iba a saber ese arrogante de lo que deseaba. Solo me quedé callada mirándolo, evitando que se notara, el desprecio que había comenzado a sentir por él, era tan injusto, tan arrogante, no se atrevía a aceptar que la única persona equivocada era él, no me estaba dando la oportunidad de demostrar mi capacidad. Se atrevía a llamarme mediocre,
Por fin había logrado subirme a un autobús, preguntándome como le iba a explicar a mi hermano, se suponía que tenía un trabajo con un horario más flexible, pero había salido más cansada y tarde que cuando era la secretaria del gerente de publicidad, ese si era un buen jefe aunque al final ambos fuéramos empleados de Ivanov, él siempre había sido respetuoso y muy gentil. Golpeé la puerta casi cayéndome en ella, mi hermano abrió y me ayudó a entrar, me tiré al sofá, él me había llevado un chocolate caliente, sabía que me encantaba, no quería tener secretos con él, así que le conté que me habían removido, no le dije las que creían que eran las razones. Él se ofreció hacerme un masaje en los pies, lo había aceptado, estábamos hablando, él me dijo que si quería podía buscar un empleo, pero no ayudaría en nada, con su edad, no iba a encontrar nada legal y digno que hacer, le dije que se concentrara en terminar su escuela. —Sí, hermana, pero también me gustaría poder ayudarte, soy el homb
Sabía que el infeliz arrogante de mi jefe apenas tenía 36 años, no quería poder imaginarme cómo sería cuando tuviera los 40, con eso de que decían que la gente a cierta edad se empezaba a volver muy intolerante, así que no me lo imaginaba en sus 60 años. Seguramente no habría nadie quien viviera a su lado, pobre de la mujer con la que lograra casarse si era que lo hacía, comprendí por qué estaba solo, no creía que alguien pudiera aguantar y tolerar su temperamento, era tan desconsiderado, tan inútil, tan arrogante. Aquella mujer a quién había visto en su oficina me imaginaba que solo era para pasar ratos. Porque si fuese para pasar más que eso, la hubiera visto antes, aunque seguramente no hubiese sido posible, mi área de trabajo era diferente a los lugares que él solía frecuentar, en la empresa. Raramente, se le veía por aquellas oficinas, Pero parecía que eran tal para cual, así que comprendía por qué se estaban entendiendo, en sus encuentros, no había nada de especial en ellos,
Mientras el autobús continúa con su trayecto, trataba de organizarme lo más que podía, llevaba el cabello suelto y decidí recogérmelo en una coleta. Con el trabajo que me tocaba hacer ya no era necesario que me organizara tanto el cabello, miraba mis uñas y me daba cuenta de que realmente tenía motivos para odiar a mi jefe. No había podido ir al salón a organizar mi cabello y mucho menos hacerme las uñas, me parecía una falta de respeto lo que estaba haciendo, pero no tenía lugar a quejarme, era eso o quedarme sin empleo y dedicarme a buscar empleo en el tiempo que obviamente podía estar trabajando. El autobús había llegado a la parada que más cerca me quedaba a mi trabajo, allí me bajé y caminé con prisa, llegué al lugar, saludé al vigilante y subí a buscar mi dotación, llevé todo lo necesario a su oficina. Empecé a limpiar recordando todo lo que me había mencionado para no cometer errores, quería estar segura de que todo saliera perfectamente, que en vez de llamarme la atención,
Me molestaba no saber quiénes eran los que tanto se quejaban de mí, porque cuando estaba en mi puesto como secretaria nunca mi jefe llegó a decir que tenía una queja respecto a mi trabajo, siempre hacía mi mayor esfuerzo, tratando de desempeñarme, lo mejor posible. Pero en cuanto él había tomado el control directo sobre el empleo que me había asignado, estaba teniendo todo tipos de inconveniente. No había ni siquiera tenido una oportunidad para recibir elogios o una felicitación y que después no tuviera una queja sobre ello. Caminé hasta la oficina que había estado antes de ser interrumpida por Ivanov, para terminar con la labor y poder continuar con otra, estaba a punto de recoger los objetos que estaba utilizando para la limpieza cuando vi caminar a Inés hacia mí, ya sabía de qué se trataba o al menos lo presentía, de nuevo me iba a fastidiar la vida mi jefe. —Hola de nuevo, cariño. Disculpa que te moleste, pero es que el jefe me ha enviado a que te diga que estés muy pendiente a
Le dije que no se iba a volver a presentar el inconveniente, que inmediatamente me pondría a hacer lo que me estaba indicando. —¿Desea que le ayude en algo, señor? —Antes de retirarse de su trabajo, por favor vaya a mi oficina, limpia y ordena lo que se haya dejado en desorden, organice los documentos que hay ahí tal cual lo hizo ayer y retire las cosas, para limpiar debajo de ellas. Después puede continuar con su labor, no olvide mover las cosas, que aunque hoy lo hizo excelente, me quedó un poco de polvo debajo de los documentos que tenía en el escritorio, le recomiendo fijarse bien cuando esté limpiando. Estaba recogiendo unas cosas que tenía en aquella oficina para poder retirarme, él parecía haberse ido, pero regresó y me dijo que recordara sonreírle a la vida y mantener una buena actitud cuando estuviera realizando mi trabajo, que cualquier labor se hacía más llevadera cuando lo hacían con ganas y agradecimiento. Agradecida de tener empleo estaba, ganas de trabajar tenía, pe
Había estado apuñalando la poca comida que quedaba en el recipiente, dejé de comer, el solo hecho de pensar en él me amargaba la existencia y tenía cosas más importantes en qué pensar y que hacer, como por ejemplo qué necesitaba descansar. Bajé mis pies y miré la hora, aún me quedaban 25 minutos, me dije que en ese tiempo podría echarme un pequeño descanso, puse mi alarma, corrí mi bolso para usarlo como almohada, recosté mi cabeza en el él y cerré mis ojos. Escuchaba la voz de Ivanov retumbar en mi mente, como si fuese un eco, creí que estaba soñando, me dije que no era posible porque según yo no me había dormido ni 15 minutos, lentamente abrí mis ojos y limpié la baba que mientras dormía había dejado caer en mi mochila. Pensé que nadie me estaba mirando, pero quise morir de vergüenza cuándo levanté bien mi rostro, ahí estaba Ivanov enfrente, me puse en pie de inmediato. —Muy bonito, señorita Clark, de nuevo durmiendo en el trabajo, esto como que es costumbre en usted, le recuerd
Había bajado al primer piso porque me había llamado el jefe de recursos humanos, para que entregara unos documentos, tuve que esperar a que los firmaran para poder llevarlos de regreso, mientras esperaba que la persona los leyera y los firmara me pidió que le subiera un café. Fui con prisa, regresé igual, porque tenía mis cosas en la oficina de Ivanov y necesitaba moverlas antes de que él entrara al lugar, habían pasado alrededor de 15 minutos y ya estaba que no podía de la preocupación, sabía que eso eran motivos para que me llamara la atención y ya no quería tolerar más sus malos tratos y sus abusos. Cuando estaba regresando los documentos vi a mi jefe andando con la señorita con la que había llegado, esbelta, piernas largas, cabello rubio, pechos operados, ese era el tipo de mujer que a Roberth Ivanov le gustaba. No le di importancia, tuve que esperar allí a que leyeran los documentos, pero ya no estaba preocupada, el haberlo visto me tranquilizaba, no estaba en su oficina y al