Me molestaba no saber quiénes eran los que tanto se quejaban de mí, porque cuando estaba en mi puesto como secretaria nunca mi jefe llegó a decir que tenía una queja respecto a mi trabajo, siempre hacía mi mayor esfuerzo, tratando de desempeñarme, lo mejor posible. Pero en cuanto él había tomado el control directo sobre el empleo que me había asignado, estaba teniendo todo tipos de inconveniente. No había ni siquiera tenido una oportunidad para recibir elogios o una felicitación y que después no tuviera una queja sobre ello. Caminé hasta la oficina que había estado antes de ser interrumpida por Ivanov, para terminar con la labor y poder continuar con otra, estaba a punto de recoger los objetos que estaba utilizando para la limpieza cuando vi caminar a Inés hacia mí, ya sabía de qué se trataba o al menos lo presentía, de nuevo me iba a fastidiar la vida mi jefe. —Hola de nuevo, cariño. Disculpa que te moleste, pero es que el jefe me ha enviado a que te diga que estés muy pendiente a
Le dije que no se iba a volver a presentar el inconveniente, que inmediatamente me pondría a hacer lo que me estaba indicando. —¿Desea que le ayude en algo, señor? —Antes de retirarse de su trabajo, por favor vaya a mi oficina, limpia y ordena lo que se haya dejado en desorden, organice los documentos que hay ahí tal cual lo hizo ayer y retire las cosas, para limpiar debajo de ellas. Después puede continuar con su labor, no olvide mover las cosas, que aunque hoy lo hizo excelente, me quedó un poco de polvo debajo de los documentos que tenía en el escritorio, le recomiendo fijarse bien cuando esté limpiando. Estaba recogiendo unas cosas que tenía en aquella oficina para poder retirarme, él parecía haberse ido, pero regresó y me dijo que recordara sonreírle a la vida y mantener una buena actitud cuando estuviera realizando mi trabajo, que cualquier labor se hacía más llevadera cuando lo hacían con ganas y agradecimiento. Agradecida de tener empleo estaba, ganas de trabajar tenía, pe
Había estado apuñalando la poca comida que quedaba en el recipiente, dejé de comer, el solo hecho de pensar en él me amargaba la existencia y tenía cosas más importantes en qué pensar y que hacer, como por ejemplo qué necesitaba descansar. Bajé mis pies y miré la hora, aún me quedaban 25 minutos, me dije que en ese tiempo podría echarme un pequeño descanso, puse mi alarma, corrí mi bolso para usarlo como almohada, recosté mi cabeza en el él y cerré mis ojos. Escuchaba la voz de Ivanov retumbar en mi mente, como si fuese un eco, creí que estaba soñando, me dije que no era posible porque según yo no me había dormido ni 15 minutos, lentamente abrí mis ojos y limpié la baba que mientras dormía había dejado caer en mi mochila. Pensé que nadie me estaba mirando, pero quise morir de vergüenza cuándo levanté bien mi rostro, ahí estaba Ivanov enfrente, me puse en pie de inmediato. —Muy bonito, señorita Clark, de nuevo durmiendo en el trabajo, esto como que es costumbre en usted, le recuerd
Había bajado al primer piso porque me había llamado el jefe de recursos humanos, para que entregara unos documentos, tuve que esperar a que los firmaran para poder llevarlos de regreso, mientras esperaba que la persona los leyera y los firmara me pidió que le subiera un café. Fui con prisa, regresé igual, porque tenía mis cosas en la oficina de Ivanov y necesitaba moverlas antes de que él entrara al lugar, habían pasado alrededor de 15 minutos y ya estaba que no podía de la preocupación, sabía que eso eran motivos para que me llamara la atención y ya no quería tolerar más sus malos tratos y sus abusos. Cuando estaba regresando los documentos vi a mi jefe andando con la señorita con la que había llegado, esbelta, piernas largas, cabello rubio, pechos operados, ese era el tipo de mujer que a Roberth Ivanov le gustaba. No le di importancia, tuve que esperar allí a que leyeran los documentos, pero ya no estaba preocupada, el haberlo visto me tranquilizaba, no estaba en su oficina y al
Él maldito no solamente era un arrogante guapísimo, sino que también tenía algo muy grande en medio de sus piernas, en ese momento entendí por qué las chicas solían estar locas detrás de él, que con frecuencia cuando entraban a su oficina se les escuchaba gritar de tal manera. El autobús me había dejado en la parada que me servía para llegar a mi trabajo, me bajé ahí y con toda prisa caminé al lugar al cuál entré y ya me estaba esperando Inés, con una risita burlona.—Hola nena, no sé qué tan molesto este Ivanov contigo, se calmó un poco cuando le dijeron qué habías salido para comprar algo porque te sentías mal. Espero que ya te sientas mejor, pero corre a hacer tu trabajo, porque está realmente molesto, espera, creo antes deberías de ir a su oficina a explicarle lo sucedido. —Sí, Inés, me dirigiré inmediatamente a su oficina a explicarle lo que pasó.Caminé delante de Inés, aceleré un poco, el paso para poder llegar y pasar el amargo rato que sabía que mi jefe tenía preparado para
—Señor, solo estaba esperando que me dijera si necesitaba algo más, pero enseguida me retiro.Me retiré e hice la entrega, la cual me la había indicado y regresé a su oficina evitando tener motivos para qué me llamará la atención. Fui ahí para preguntarle que si necesitaba algo más y el muy inútil me preguntó que porqué estaba perdiendo el tiempo, que claramente me había dicho que cuando terminara de entregar los documentos debía de regresar a cumplir con mi labor en las oficinas, me retiré con ganas de ahorcarlo. No había comenzado hacer bien mi trabajo y ya me daba cuenta de que Inés iba caminando en mi dirección, eso solo indicaba una cosa y era que mi jefe quería de nuevo fastidiarme la existencia. Fue exactamente lo que al llegar me confirmó Inés, que él me necesitaba, dejé lo que estaba haciendo y fui a su oficina donde lo encontré nuevamente con aquella rubia sobre las piernas. No podía creer lo que me estaba ordenando la estúpida de su amante o lo que fuese, había olvidado
Entró a la oficina, entonces aproveché para pedirle disculpas, dije que se lo pagaría, le insistí, pensé que estaría realmente muy molesto y que me correría, pero en su lugar solo me dijo que me retirara, volví a insistirle en que se lo pagaría y me dijo que no era necesario. Que tenía arreglo y qué el técnico del sitio se encargaría, me pidió nuevamente que me retirara, mientras salía pensé en que quizás ese era mi día de suerte. Me estaba yendo del sitio sin llevarme mi dotación de trabajo. —Señorita Clark, creo que se le está olvidando algo. Me giré nuevamente hacia él y me di cuenta de que estaba señalando dónde estaba dejando la dotación que usaba para hacer los aseos en las oficinas, regresé a por ellos. Me di una vuelta, e intenté recoger lo que había dejado muy junto a él, me agaché para recogerlos y no pude evitar levantar la mirada, cuando lo hice, él había girado su silla en mi dirección y me estaba mirando, me puse muy nerviosa. —¿Le pasa algo, señorita Clark? Se ha pu
Salí del lugar y por suerte iba pasando el autobús que me llevaba cerca a mi casa, me subí y no podía evitar pensar en lo que había estado pasando, en los efectos que causaba en mí el arrogante de mi jefe, mi corazón y cerebro simplemente no podían entender que no era el nombre adecuado ni perfecto para mí. Nunca se fijaría en una mujer de mi clase, además era tan arrogante, que no lo aceptaría, me recordé a si misma que no debía engañarme, no era una posibilidad. Por supuesto que al igual que todas quería tenerlo a mi lado y era una lástima que sí ya lo habia hecho, no pudiera recordarlo. Recosté mi cabeza a la ventanilla del autobús como siempre solía hacerlo, disfrutaba de la vista mientras escuchaba una de mis canciones favoritas, al haberme puesto mi AirPods, recibí una llamada de mi amiga la cual respondí y hablé un poco con ella. Le comenté lo que me había pasado y me sugirió ir al médico y le dije que ya sacaría el tiempo para hacerlo, qué le pediría a mi jefe un día de des