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Él maldito no solamente era un arrogante guapísimo, sino que también tenía algo muy grande en medio de sus piernas, en ese momento entendí por qué las chicas solían estar locas detrás de él, que con frecuencia cuando entraban a su oficina se les escuchaba gritar de tal manera.

El autobús me había dejado en la parada que me servía para llegar a mi trabajo, me bajé ahí y con toda prisa caminé al lugar al cuál entré y ya me estaba esperando Inés, con una risita burlona.

—Hola nena, no sé qué tan molesto este Ivanov contigo, se calmó un poco cuando le dijeron qué habías salido para comprar algo porque te sentías mal. Espero que ya te sientas mejor, pero corre a hacer tu trabajo, porque está realmente molesto, espera, creo antes deberías de ir a su oficina a explicarle lo sucedido.

—Sí, Inés, me dirigiré inmediatamente a su oficina a explicarle lo que pasó.

Caminé delante de Inés, aceleré un poco, el paso para poder llegar y pasar el amargo rato que sabía que mi jefe tenía preparado para
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