Él maldito no solamente era un arrogante guapísimo, sino que también tenía algo muy grande en medio de sus piernas, en ese momento entendí por qué las chicas solían estar locas detrás de él, que con frecuencia cuando entraban a su oficina se les escuchaba gritar de tal manera. El autobús me había dejado en la parada que me servía para llegar a mi trabajo, me bajé ahí y con toda prisa caminé al lugar al cuál entré y ya me estaba esperando Inés, con una risita burlona.—Hola nena, no sé qué tan molesto este Ivanov contigo, se calmó un poco cuando le dijeron qué habías salido para comprar algo porque te sentías mal. Espero que ya te sientas mejor, pero corre a hacer tu trabajo, porque está realmente molesto, espera, creo antes deberías de ir a su oficina a explicarle lo sucedido. —Sí, Inés, me dirigiré inmediatamente a su oficina a explicarle lo que pasó.Caminé delante de Inés, aceleré un poco, el paso para poder llegar y pasar el amargo rato que sabía que mi jefe tenía preparado para
—Señor, solo estaba esperando que me dijera si necesitaba algo más, pero enseguida me retiro.Me retiré e hice la entrega, la cual me la había indicado y regresé a su oficina evitando tener motivos para qué me llamará la atención. Fui ahí para preguntarle que si necesitaba algo más y el muy inútil me preguntó que porqué estaba perdiendo el tiempo, que claramente me había dicho que cuando terminara de entregar los documentos debía de regresar a cumplir con mi labor en las oficinas, me retiré con ganas de ahorcarlo. No había comenzado hacer bien mi trabajo y ya me daba cuenta de que Inés iba caminando en mi dirección, eso solo indicaba una cosa y era que mi jefe quería de nuevo fastidiarme la existencia. Fue exactamente lo que al llegar me confirmó Inés, que él me necesitaba, dejé lo que estaba haciendo y fui a su oficina donde lo encontré nuevamente con aquella rubia sobre las piernas. No podía creer lo que me estaba ordenando la estúpida de su amante o lo que fuese, había olvidado
Entró a la oficina, entonces aproveché para pedirle disculpas, dije que se lo pagaría, le insistí, pensé que estaría realmente muy molesto y que me correría, pero en su lugar solo me dijo que me retirara, volví a insistirle en que se lo pagaría y me dijo que no era necesario. Que tenía arreglo y qué el técnico del sitio se encargaría, me pidió nuevamente que me retirara, mientras salía pensé en que quizás ese era mi día de suerte. Me estaba yendo del sitio sin llevarme mi dotación de trabajo. —Señorita Clark, creo que se le está olvidando algo. Me giré nuevamente hacia él y me di cuenta de que estaba señalando dónde estaba dejando la dotación que usaba para hacer los aseos en las oficinas, regresé a por ellos. Me di una vuelta, e intenté recoger lo que había dejado muy junto a él, me agaché para recogerlos y no pude evitar levantar la mirada, cuando lo hice, él había girado su silla en mi dirección y me estaba mirando, me puse muy nerviosa. —¿Le pasa algo, señorita Clark? Se ha pu
Salí del lugar y por suerte iba pasando el autobús que me llevaba cerca a mi casa, me subí y no podía evitar pensar en lo que había estado pasando, en los efectos que causaba en mí el arrogante de mi jefe, mi corazón y cerebro simplemente no podían entender que no era el nombre adecuado ni perfecto para mí. Nunca se fijaría en una mujer de mi clase, además era tan arrogante, que no lo aceptaría, me recordé a si misma que no debía engañarme, no era una posibilidad. Por supuesto que al igual que todas quería tenerlo a mi lado y era una lástima que sí ya lo habia hecho, no pudiera recordarlo. Recosté mi cabeza a la ventanilla del autobús como siempre solía hacerlo, disfrutaba de la vista mientras escuchaba una de mis canciones favoritas, al haberme puesto mi AirPods, recibí una llamada de mi amiga la cual respondí y hablé un poco con ella. Le comenté lo que me había pasado y me sugirió ir al médico y le dije que ya sacaría el tiempo para hacerlo, qué le pediría a mi jefe un día de des
Le pregunté a Inés si sabía cuál era el motivo de su cortesía, ella me dijo que estaba con una de esas rubias que solía visitarlo, entonces entendí por qué se había dignado a salir a recibir el café hasta el puesto de Inés. Después de haber entregado el café me retiré a cumplir con mi labor, dos horas más tarde el jefe de recursos humanos me pidió subirle unos documentos a Inés.Cuando estaba llevando los documentos me sentí un poco débil, pero no le presté mucha atención, cuando llegué donde Inés estaba hablándole y sentía que me desmayaba, estuve a punto de desmayarme y ella me ayudó a mantenerme de pies, sentándome unos minutos en el asiento que había estado antes. Ella me preguntó que si sabía las razones por las cuales me estaba sintiendo así y le dije que no, pero que debía ser por lo que estaba trabajando con químicos fuertes para realizar la limpieza. Ella asintió diciendo que sí, cuando me sentí un poco mejor me retiré, me faltaba poco para terminar mis labores y al menos
Estuvimos allí hablando durante horas, logré mantenerme en calma, Inés me aconsejó ir a casa, que ella se encargaría de decirle al jefe que me habían dado un día de reposo, así podría esperar a que me entregaran los exámenes y tener la prueba para enfrentarlo. Decirle lo que estaba pasando.Ella me ayudó a abordar un taxi y fui directo a la casa, el dinero que tenía no me alcanzaba por lo que ella me prestó, de todos modos el fin de semana recibiríamos nuestro salario, así podría devolverle lo que me estaba prestando. Había llegado a casa y cancelé el servicio, le toqué a mi hermano, porque de la preocupación no era capaz ni de encontrar las llaves, las manos me temblaban, él me abrió y me preguntó que hacía tan temprano en casa y le dije que me había sentido mal y me habían enviado a descansar. —¿Te das cuenta? ¡Te lo dije! Debes descansar más. Si te hubieras casado con alguno de los pretendientes en el pueblo, no tendrías que llevar la vida que estas llevando ahora, ya no tienes t
—Señorita Clark, permítame comprobar su temperatura, no tiene fiebre, me pregunto qué es lo que la pone tan nerviosa. Se quedó mirándome con esos hermosos ojos que parecían un par de luceros, se acercó un poco más, los nervios me estaban ganando, el olor de su perfume me desagradaba, me daban ganas de salir corriendo al baño, pero lo estaba controlando. —Señorita Clark, no soy médico, pero presiento que puede ser algo, permítame intentar hacer algo por usted, no se vaya a desmayar ni vaya a salir corriendo, por favor. Se acercó un poco y empezó a desabrochar mi camisa, le pregunté que qué estaba haciendo, mi piel se había erizado y los nervios me estaban matando, me dijo que no me preocupara, que solo me haría un masaje, había descubierto mis hombros dejando mi camisa hasta la mitad de ellos. Me pidió ponerme de lado y eso hice con su ayuda, empezó a masajear mi cuello, mi piel se había erizado a un punto que no comprendía, me estaba pareciendo algo de otro planeta. El masaje que
—No me importa, de todos modos tengo una solución, pagaré lo que sea para que se deshaga de esa cosa, no quiero tenerlo. No quiero ser padre y mucho menos con una mujer como usted, si sale positiva la prueba ya sabe lo que tiene que hacer. Debe deshacerse de ese embarazo, a ninguno de los dos nos conviene. —Es usted un canalla, señor Ivanov, no pensé que fuese actuar de este modo, no esperaba verlo feliz, pero tampoco que pretendiera que me deshaga de un niño que no tiene la culpa del error del cual fuimos víctimas. Usted puede decir lo que desee, pero voy a tener a mi hijo y si usted no quiere ser parte de esto no hay problema, lo tendré sola. Le advierto de una vez, para que después no vaya a pensar que lo hago por interés. Mis padres aún no saben nada, pero son unas personas muy religiosas y pegados a nuestra cultura y tradiciones, por lo que en cuanto se enteren lo que van a hacer es que usted asuma su responsabilidad. Lo más seguro es que me pidan casarme con usted, no lo van a