Capítulo336
Leticia salió de la prisión con una sonrisa astuta.

Si Mafalda tuviera que elegir a la persona que más odiaba, esa sería precisamente Marina.

Condujo hacia su casa.

Al abrir la puerta, se encontró con Adriano, quien, sin mediar palabra, cerró la puerta de un portazo, con el rostro sombrío por completo.

Leticia, temblando de furia, dejó el regalo en el umbral.

—Papá, les compré un obsequio, lo dejé afuera.

Adriano hizo como si en ese momento no la hubiera oído, se dirigió a la cocina, sirvió un tazón de sopa y regresó a su habitación sin mirarla.

Viviana, en un estado delirante, jugaba entretenida con la orina que había derramado sobre el suelo.

Adriano, con el tazón en la mano, observó a su esposa, sumida en su locura total, y salió furioso. Abrió la puerta de nuevo y, sin miramientos, arrojó el regalo de Leticia al pasillo, cerca del ascensor.

Leticia, que esperaba el ascensor, sintió el impacto del regalo en sus pies, lo que la hizo gritar y retroceder nerviosa.

—Papá.

—No me llames
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