Fernando tocó la puerta y entró a la oficina con una expresión algo incómoda.—Presidenta, el ingeniero ya ha llegado.Marina, absorta en la pantalla de su computadora, no se percató de la sutil incomodidad de Fernando.— Dígale directamente, que pase a la sala de reuniones. Pide a los jefes de los departamentos de Tecnología, Producto, Diseño, Ventas, Operaciones y Datos que se presenten también.Pensó, agradeciendo mentalmente a Diego por haber enviado a alguien tan rápido.—Sí, señora.Fernando salió de inmediato para avisar a los jefes de los respectivos departamentos, y pronto los responsables comenzaron a dirigirse hacia la sala de reuniones.Marina entró y se encontró con el ingeniero enviado por Diego. El hombre llevaba una peluca rizada de color marrón, unas gafas de marco negro y una mascarilla. Con un gesto exagerado, le extendió la mano a Marina.—Señorita, un placer conocerla.Marina, algo sorprendida por el estilo tan peculiar del hombre, respondió con cordialidad.—…Hola
Dejó el vaso de jugo sobre la mesa y, con una sonrisa encantadora, exclamó:—¡Vaya! Ese traje te queda perfecto, tiene un toque único.—Eres una halagadora, vamos ya —respondió Luna, con una leve sonrisa.Leticia, sin perder su expresión, le guiñó un ojo y añadió:—Solo, te estoy diciendo la verdad.Esa noche, la obra de teatro se llevaba a cabo en una galería de arte.Al salir del teatro, justo antes de llegar al auto, Leticia revisó su bolso.—Espera un momento, Luna, voy a buscar mi celular.Cuando regresó con el celular, aprovechó ese momento para sacar de forma discretamente la botella de agua que Luna había usado, meterla en una bolsa de plástico y guardarla en su bolso.—¡Ya encontré el celular! Vamos, ya es hora de irnos....A las cinco de la tarde, Marina tenía una reunión con Matías.Al subirse al auto y ver que Diego ya estaba allí, levantó una ceja, sorprendida.Diego, sumido por completo en su trabajo, escribía un código en su laptop. Ya se había quitado la peluca marrón,
Tras salir del restaurante, Marina se acomodó en el auto, pensativa, tratando de entender qué quería decirle Matías.Él le había mencionado, casi de manera casual, que Diego había mandado a Leticia al hospital psiquiátrico por culpa de ella.¿Estaba intentando advertirle acaso, de algo?Antes de poder reflexionar más sobre las palabras de Matías, el auto ya estaba llegando a su casa.Fernando se bajó para abrir el portón, y cuando Marina salió, levantó la mirada y vio a Diego esperándola justo en la entrada.Se acercó a él, y Diego, de forma natural, la rodeó con un brazo, abrazándola cariñoso por la cintura. Le dio las gracias a Fernando y la condujo hacia el interior de la casa.—¿Por qué me esperabas en la puerta?—Me preocupaba que hubieras bebido, así que decidí esperarte para ayudarte a bajar del auto.Marina pensó: No suelo beber mucho cuando salgo, ¿por qué tendría que esperarme en la puerta?Sin embargo, al ver sus ojos llenos de ternura, decidió mejor no darle más vueltas a l
Leticia observaba asombrada, con rostro sombrío, los resultados de la prueba de paternidad.Marina era, efectivamente, la hija que Luna y Eduardo habían perdido años atrás.Pero mientras ella estuviera en la ecuación, Marina no tendría ninguna oportunidad de regresar a la familia Cabello.Solo Leticia conocía la verdad; ni siquiera Mafalda sabía quiénes eran los verdaderos padres biológicos de Marina.Sin embargo, Leticia ya tenía otros planes en mente, por si llegara a ser necesario.En ese preciso momento, su celular sonó. Al ver quién la llamaba, Leticia contestó con voz suave:—Luna… Tengo tiempo, ahora voy para allá....En Luzara, Yolanda no se había enterado de que Marina había regresado hasta que Luis se lo mencionó el día anterior.Ella había planeado regresar a Estelaria pasado mañana.A pesar de todo, sentía la fuerte necesidad de disculparse con Marina.Si no hubiera sido por salvarla, Marina nunca habría caído en manos de Nicolás.Durante todos esos años, Yolanda había viv
Cuando Victor se fue, Yolanda lloró durante largo tiempo. Cada día pensaba en él con el corazón destrozado y mucha desesperación.Durante el día, intentaba mantener una apariencia de normalidad, forzando una sonrisa, mientras que por la noche salía a distraerse despreocupado, fingiendo que todo estaba bien.Sin embargo, por más que lo intentara, con el tiempo, el amor se fue desvaneciendo por completo.Victor había esperado tanto tiempo, que no podía rendirse tan fácilmente. La abrazó con fuerza, sin soltarla.Sus ojos, rojos de rabia, permanecían fijos en la ventana, donde Yolanda no podía verlo.—Yolanda, dame una oportunidad. Te demostraré que somos lo mejor el uno para el otro.De repente, la abrazó con tal intensidad que Yolanda, sorprendida, abrió los ojos de forma desmesurada.Trató de zafarse, pero él la apretó aún más contra su pecho.—¡Suéltame!—No lo haré.Yolanda intentó golpearlo, pero su fuerza era tal que la inmovilizó con una sola mano.El auto llegó finalmente a su de
Luna no estaba contenta. —Sí —Marina afirmó con calma, sin dudar.No tenía nada que ocultar. Luna frunció el ceño y, al ver a Leticia visiblemente abatida, no pudo evitar preguntarle:—Leticia, ¿esa mujer por la que Diego te hizo tanto daño era Marina?Leticia, con una expresión amarga, confirmó en silencio y dejó las tijeras sobre la mesa.—Luna, tengo que ir a recoger a Lidia y Augusto al jardín infantil. Me voy primero.—No hay prisa alguna. Nosotras también estamos por irnos —respondió Luna, dejando las tijeras a un lado y, antes de dirigir una mirada desaprobatoria a Marina, se volteó hacia Catalina.—Catalina, nos vamos.Catalina les dedicó una sonrisa amable mientras se despedían.En ese preciso momento, recordó que Leticia y sus hijos habían sido reconocidos oficialmente por la familia Herrera.Catalina realmente no sabía si Marina había sido la causa de todo, despojando a Leticia de su lugar, pero no podía juzgar esa situación.Lo único claro para ella era que Diego sentía a
Leticia llevaba varios días mostrando un ánimo totalmente apagado.Luna, al notar su malestar, pensó de inmediato en la gala benéfica que la familia Benítez celebraría esa noche en su crucero, y decidió llamar a Matías.—Matías, ¿vas a asistir esta noche a la gala de la familia Benítez? Si es así, ¿por qué no invitas a Leticia? Escuché que habrá una subasta de arte y sé que a ella esto le podría interesar.Matías, aunque no tenía planes de ir al crucero, decidió ceder un poco a la petición de Luna.—Luna, pasaré a recogerla esta noche.Luna suspiró, aliviada por la respuesta, y aprovechó el momento para hablarle sobre Marina.—No puedo creer que haya sido Marina quien destruyó la vida de Leticia. Y para colmo de males, ahora tiene una hija con Diego. Cuando Lidia y Augusto crezcan, no sé cómo les afectará todo esto.Matías frunció el ceño, sin poder entender cómo Nicolás había llegado a casarse con una mujer que ya tenía una hija de otro.—No te preocupes por eso, Leticia está bien res
Marina ya había revisado la información sobre la familia Zárate antes de regresar al país.Rubén poseía el 15% de las acciones del Grupo Zárate.—Déjame presentarme —comenzó Rubén, sosteniendo despreocupado un cigarro entre los dedos—. Soy Rubén, acabo de regresar de un viaje al extranjero. Inhaló profundamente y dejó escapar con ligereza el humo con calma. —Marina, ¿piensas vender tus acciones del Grupo Zárate?Fue directo al grano, sin rodeos ni disimulos, como en ese momento si no temiera una negativa.Marina sonrió levemente, con tranquilidad cruzó las piernas y ladeó la cabeza.—Qué gracioso eres. Si todo va bien, ¿por qué debería vender mis acciones?—No eres parte de la familia Zárate y, por lo tanto, ahora que Nicolás ha muerto, ¿no te parece que esas acciones podrían convertirse en un problema para ti? —dijo Rubén, empujando un contrato hacia ella—. El precio es bastante atractivo.Marina echó un ligero vistazo al contrato y soltó una leve risa. La idea de que el precio fuer