Siguieron comiendo en completo silencio, cada uno concentrado en su plato.—Mamá, quiero ir al baño —dijo Yulia, haciendo un pequeño puchero mientras se limpiaba los labios con la servilleta.Intentó saltar de la silla, pero estaba demasiado alta, así que miró a su papá con los ojos abiertos ampliamente, esperando que la ayudara.—Papá, cárgame.Diego, sin decir palabra, la levantó con suavidad.—Muchas gracias, papá.Qué educada estaba su hija, pensó Diego con una sonrisa, mientras la besaba en la mejilla.Marina se disponía a llevar a Yulia al baño, pero justo en ese momento su celular sonó.—No te preocupes, yo me encargo de ella —le dijo Diego con calma, sonriendo.Marina aceptó y contestó la llamada....Diego esperó pacientemente afuera del baño mientras Yulia entraba.Cuando salió, se lavó las manos, pero como era tan pequeña, no podía alcanzar el papel para secarse.Luna, que acababa de salir del baño, observó la tierna escena.Yulia, con su pequeño cuerpo, trataba de alcanzar
Leticia observó furiosa cómo el auto desaparecía en la distancia. Bajó la mirada, tratando de disimular la fugaz reflexión que había cruzado por su mente.Después de dejar a los gemelos en la casa de la familia Herrera, regresó a su villa. Una vez aseada, se dirigió a su habitación, abrió un cajón y sacó de inmediato una tarjeta.Era el número que aquella mujer le había entregado durante su última reunión. Esa mujer decía trabajar para Nicolás.Ahora, con Nicolás muerto y las acciones del Grupo Zárate en manos de Marina, Leticia había considerado la posibilidad de llamarla para obtener información sobre la hija de Marina. Sin embargo, las dudas la atormentaban por completo.¿Y si todo esto no era más que una vil trampa?Finalmente, guardó la tarjeta de nuevo en el cajón.No había necesidad de precipitarse. Todo a su debido tiempo. Lo importante ahora, era encontrar la forma de obtener un cabello de Marina....La noche anterior, Diego había hecho un esfuerzo extraordinario para control
¿Qué se siente tomarse las fotos de boda con la persona que realmente amas?Marina lo describía como algo dulce. Diego también lo sentía de esa forma.Al fotógrafo le encantaba capturar los momentos entre ellos; cuando estaban juntos, parecían una verdadera obra de arte.—Señor Diego, ¿podría arrodillarse y simular que le está poniendo las zapatillas a su esposa?—Sí, así está perfecto.El fotógrafo no dejó de tomar fotos una tras otra, como si quisiera atrapar cada segundo de esa perfecta conexión.—Señor Diego, ahora abrace a su esposa por la espalda.Diego rodeó con sus brazos la cintura de Marina desde atrás.Tras algunas fotos en las que sus cuellos se rozaban suavemente, él le dio un ligero beso en el cuello.Al girar la cabeza, vio a Yulia observándolos extasiada con esos grandes ojos oscuros, brillando de curiosidad.Cuando cayó la noche, finalmente terminaron las fotos.Dulces, pero en realidad agotadoras.Marina se subió al auto y, aliviada, se quitó las zapatillas.Yulia, ag
Leticia vio a Diego y, al notar a la niña que lo acompañaba, apresurada apartó la mirada.Desde el carrusel, Lidia y Augusto también lo detectaron.—¡Papá! —exclamó Lidia, con entusiasmo.El rostro de Diego se ensombreció al instante, reflejando total desagrado.Le lanzó a Leticia una mirada fulminante, quien, sintiendo la fuerte tensión, mordió su labio, deseando explicarse.Pero Diego no le dio oportunidad alguna.Con decisión, se agachó y levantó de inmediato a Yulia en brazos.—Yulia, vamos a montar el trenecito.Yulia, algo triste por no poder seguir en el carrusel, aceptó.—Está bien.A Yulia le encantaban tanto el trenecito como el carrusel.Mientras tanto, Lidia, desde el carrusel, observó con tristeza cómo Diego tomaba a la otra niña en brazos y se alejaba, lo que hizo que sus ojos se llenaran de lágrimas.El carrusel aún no se había detenido, por lo que Leticia esperó a que lo hiciera antes de bajar a Lidia para consolarla.La niñera, por su parte, bajó a Augusto.Él no lloró
Marina estaba sentada en el auto, observando a su hija jugar con el caballito de madera, abrazándolo con entusiasmo. Sus ojos reflejaban una ternura infinita.—Presidenta, hemos llegado —anunció Fernando, girándose hacia ella.—Perfecto —respondió Marina, guardando de inmediato el celular.Ambos caminaron hacia el campo de golf, y al llegar, Diana los vio y se acercó entusiasta para saludarla.—Señora Zárate.—Señorita Diana —saludó Marina con una ligera sonrisa.Diana la miró con algo de sorpresa. Nicolás acababa de fallecer, y verla tan serena en ese momento resultaba algo desconcertante.Matías también estaba allí. La observó en absoluto silencio, y, como era habitual en él, su saludo fue educado pero distante.Marina no prestó demasiada atención a la mirada de Matías. Había ido principalmente para encontrarse con un socio.Pasó el tiempo jugando unas cuantas partidas de golf con él y discutiendo sobre una posible colaboración. Después de eso, tenía la intención de irse.Antes de ma
—¡Dime! ¿Qué tengo yo que ella no tenga? ¿Es que ella tiene más senos que yo? No te preocupes, ¡también puedo operarme!Matías cerró los ojos y frunció el ceño, claramente irritado.La inesperada reacción de Leticia al desnudarse lo sorprendió por completo, dejándolo sin tiempo para reaccionar.Se levantó apresurado, impulsándose con el abdomen. Al hacerlo, hizo que Leticia perdiera el equilibrio y cayera hacia atrás.Solo en ese momento pudo abrir los ojos, sujetándola con firmeza de la cintura para evitar que cayera.En medio del caos total, intentó ponerle de nuevo la ropa.Ambos tiraban de las prendas, él queriendo ponérselas y ella quitándoselas. El desorden era absoluto.Matías jamás imaginó que lidiar con alguien borracho fuera realmente tan complicado.—Quiero bañarme —dijo Leticia con un tono melancólico.—Ve, ve, ve —respondió él, ya sin paciencia.La ayudó a llegar al sofá de la habitación, y luego se dirigió directo al baño a llenar la bañera. Cuando el agua estuvo lista, l
Fernando tocó la puerta y entró a la oficina con una expresión algo incómoda.—Presidenta, el ingeniero ya ha llegado.Marina, absorta en la pantalla de su computadora, no se percató de la sutil incomodidad de Fernando.— Dígale directamente, que pase a la sala de reuniones. Pide a los jefes de los departamentos de Tecnología, Producto, Diseño, Ventas, Operaciones y Datos que se presenten también.Pensó, agradeciendo mentalmente a Diego por haber enviado a alguien tan rápido.—Sí, señora.Fernando salió de inmediato para avisar a los jefes de los respectivos departamentos, y pronto los responsables comenzaron a dirigirse hacia la sala de reuniones.Marina entró y se encontró con el ingeniero enviado por Diego. El hombre llevaba una peluca rizada de color marrón, unas gafas de marco negro y una mascarilla. Con un gesto exagerado, le extendió la mano a Marina.—Señorita, un placer conocerla.Marina, algo sorprendida por el estilo tan peculiar del hombre, respondió con cordialidad.—…Hola
Dejó el vaso de jugo sobre la mesa y, con una sonrisa encantadora, exclamó:—¡Vaya! Ese traje te queda perfecto, tiene un toque único.—Eres una halagadora, vamos ya —respondió Luna, con una leve sonrisa.Leticia, sin perder su expresión, le guiñó un ojo y añadió:—Solo, te estoy diciendo la verdad.Esa noche, la obra de teatro se llevaba a cabo en una galería de arte.Al salir del teatro, justo antes de llegar al auto, Leticia revisó su bolso.—Espera un momento, Luna, voy a buscar mi celular.Cuando regresó con el celular, aprovechó ese momento para sacar de forma discretamente la botella de agua que Luna había usado, meterla en una bolsa de plástico y guardarla en su bolso.—¡Ya encontré el celular! Vamos, ya es hora de irnos....A las cinco de la tarde, Marina tenía una reunión con Matías.Al subirse al auto y ver que Diego ya estaba allí, levantó una ceja, sorprendida.Diego, sumido por completo en su trabajo, escribía un código en su laptop. Ya se había quitado la peluca marrón,