¿Qué se siente tomarse las fotos de boda con la persona que realmente amas?Marina lo describía como algo dulce. Diego también lo sentía de esa forma.Al fotógrafo le encantaba capturar los momentos entre ellos; cuando estaban juntos, parecían una verdadera obra de arte.—Señor Diego, ¿podría arrodillarse y simular que le está poniendo las zapatillas a su esposa?—Sí, así está perfecto.El fotógrafo no dejó de tomar fotos una tras otra, como si quisiera atrapar cada segundo de esa perfecta conexión.—Señor Diego, ahora abrace a su esposa por la espalda.Diego rodeó con sus brazos la cintura de Marina desde atrás.Tras algunas fotos en las que sus cuellos se rozaban suavemente, él le dio un ligero beso en el cuello.Al girar la cabeza, vio a Yulia observándolos extasiada con esos grandes ojos oscuros, brillando de curiosidad.Cuando cayó la noche, finalmente terminaron las fotos.Dulces, pero en realidad agotadoras.Marina se subió al auto y, aliviada, se quitó las zapatillas.Yulia, ag
Leticia vio a Diego y, al notar a la niña que lo acompañaba, apresurada apartó la mirada.Desde el carrusel, Lidia y Augusto también lo detectaron.—¡Papá! —exclamó Lidia, con entusiasmo.El rostro de Diego se ensombreció al instante, reflejando total desagrado.Le lanzó a Leticia una mirada fulminante, quien, sintiendo la fuerte tensión, mordió su labio, deseando explicarse.Pero Diego no le dio oportunidad alguna.Con decisión, se agachó y levantó de inmediato a Yulia en brazos.—Yulia, vamos a montar el trenecito.Yulia, algo triste por no poder seguir en el carrusel, aceptó.—Está bien.A Yulia le encantaban tanto el trenecito como el carrusel.Mientras tanto, Lidia, desde el carrusel, observó con tristeza cómo Diego tomaba a la otra niña en brazos y se alejaba, lo que hizo que sus ojos se llenaran de lágrimas.El carrusel aún no se había detenido, por lo que Leticia esperó a que lo hiciera antes de bajar a Lidia para consolarla.La niñera, por su parte, bajó a Augusto.Él no lloró
Marina estaba sentada en el auto, observando a su hija jugar con el caballito de madera, abrazándolo con entusiasmo. Sus ojos reflejaban una ternura infinita.—Presidenta, hemos llegado —anunció Fernando, girándose hacia ella.—Perfecto —respondió Marina, guardando de inmediato el celular.Ambos caminaron hacia el campo de golf, y al llegar, Diana los vio y se acercó entusiasta para saludarla.—Señora Zárate.—Señorita Diana —saludó Marina con una ligera sonrisa.Diana la miró con algo de sorpresa. Nicolás acababa de fallecer, y verla tan serena en ese momento resultaba algo desconcertante.Matías también estaba allí. La observó en absoluto silencio, y, como era habitual en él, su saludo fue educado pero distante.Marina no prestó demasiada atención a la mirada de Matías. Había ido principalmente para encontrarse con un socio.Pasó el tiempo jugando unas cuantas partidas de golf con él y discutiendo sobre una posible colaboración. Después de eso, tenía la intención de irse.Antes de ma
—¡Dime! ¿Qué tengo yo que ella no tenga? ¿Es que ella tiene más senos que yo? No te preocupes, ¡también puedo operarme!Matías cerró los ojos y frunció el ceño, claramente irritado.La inesperada reacción de Leticia al desnudarse lo sorprendió por completo, dejándolo sin tiempo para reaccionar.Se levantó apresurado, impulsándose con el abdomen. Al hacerlo, hizo que Leticia perdiera el equilibrio y cayera hacia atrás.Solo en ese momento pudo abrir los ojos, sujetándola con firmeza de la cintura para evitar que cayera.En medio del caos total, intentó ponerle de nuevo la ropa.Ambos tiraban de las prendas, él queriendo ponérselas y ella quitándoselas. El desorden era absoluto.Matías jamás imaginó que lidiar con alguien borracho fuera realmente tan complicado.—Quiero bañarme —dijo Leticia con un tono melancólico.—Ve, ve, ve —respondió él, ya sin paciencia.La ayudó a llegar al sofá de la habitación, y luego se dirigió directo al baño a llenar la bañera. Cuando el agua estuvo lista, l
Fernando tocó la puerta y entró a la oficina con una expresión algo incómoda.—Presidenta, el ingeniero ya ha llegado.Marina, absorta en la pantalla de su computadora, no se percató de la sutil incomodidad de Fernando.— Dígale directamente, que pase a la sala de reuniones. Pide a los jefes de los departamentos de Tecnología, Producto, Diseño, Ventas, Operaciones y Datos que se presenten también.Pensó, agradeciendo mentalmente a Diego por haber enviado a alguien tan rápido.—Sí, señora.Fernando salió de inmediato para avisar a los jefes de los respectivos departamentos, y pronto los responsables comenzaron a dirigirse hacia la sala de reuniones.Marina entró y se encontró con el ingeniero enviado por Diego. El hombre llevaba una peluca rizada de color marrón, unas gafas de marco negro y una mascarilla. Con un gesto exagerado, le extendió la mano a Marina.—Señorita, un placer conocerla.Marina, algo sorprendida por el estilo tan peculiar del hombre, respondió con cordialidad.—…Hola
Dejó el vaso de jugo sobre la mesa y, con una sonrisa encantadora, exclamó:—¡Vaya! Ese traje te queda perfecto, tiene un toque único.—Eres una halagadora, vamos ya —respondió Luna, con una leve sonrisa.Leticia, sin perder su expresión, le guiñó un ojo y añadió:—Solo, te estoy diciendo la verdad.Esa noche, la obra de teatro se llevaba a cabo en una galería de arte.Al salir del teatro, justo antes de llegar al auto, Leticia revisó su bolso.—Espera un momento, Luna, voy a buscar mi celular.Cuando regresó con el celular, aprovechó ese momento para sacar de forma discretamente la botella de agua que Luna había usado, meterla en una bolsa de plástico y guardarla en su bolso.—¡Ya encontré el celular! Vamos, ya es hora de irnos....A las cinco de la tarde, Marina tenía una reunión con Matías.Al subirse al auto y ver que Diego ya estaba allí, levantó una ceja, sorprendida.Diego, sumido por completo en su trabajo, escribía un código en su laptop. Ya se había quitado la peluca marrón,
Tras salir del restaurante, Marina se acomodó en el auto, pensativa, tratando de entender qué quería decirle Matías.Él le había mencionado, casi de manera casual, que Diego había mandado a Leticia al hospital psiquiátrico por culpa de ella.¿Estaba intentando advertirle acaso, de algo?Antes de poder reflexionar más sobre las palabras de Matías, el auto ya estaba llegando a su casa.Fernando se bajó para abrir el portón, y cuando Marina salió, levantó la mirada y vio a Diego esperándola justo en la entrada.Se acercó a él, y Diego, de forma natural, la rodeó con un brazo, abrazándola cariñoso por la cintura. Le dio las gracias a Fernando y la condujo hacia el interior de la casa.—¿Por qué me esperabas en la puerta?—Me preocupaba que hubieras bebido, así que decidí esperarte para ayudarte a bajar del auto.Marina pensó: No suelo beber mucho cuando salgo, ¿por qué tendría que esperarme en la puerta?Sin embargo, al ver sus ojos llenos de ternura, decidió mejor no darle más vueltas a l
Leticia observaba asombrada, con rostro sombrío, los resultados de la prueba de paternidad.Marina era, efectivamente, la hija que Luna y Eduardo habían perdido años atrás.Pero mientras ella estuviera en la ecuación, Marina no tendría ninguna oportunidad de regresar a la familia Cabello.Solo Leticia conocía la verdad; ni siquiera Mafalda sabía quiénes eran los verdaderos padres biológicos de Marina.Sin embargo, Leticia ya tenía otros planes en mente, por si llegara a ser necesario.En ese preciso momento, su celular sonó. Al ver quién la llamaba, Leticia contestó con voz suave:—Luna… Tengo tiempo, ahora voy para allá....En Luzara, Yolanda no se había enterado de que Marina había regresado hasta que Luis se lo mencionó el día anterior.Ella había planeado regresar a Estelaria pasado mañana.A pesar de todo, sentía la fuerte necesidad de disculparse con Marina.Si no hubiera sido por salvarla, Marina nunca habría caído en manos de Nicolás.Durante todos esos años, Yolanda había viv