Capítulo332
Marina salió del restaurante y, al instante, vio a Diego esperando junto a la puerta del auto. La luz de la calle iluminaba su rostro. Sonrió, intentando controlar la mueca que estaba a punto de escapar.

—Marina, mañana en horas de la mañana vuelo a Pazola a traer a Yulia de regreso a casa.

Las pupilas de Marina se contrajeron, y, en un ligero parpadeo, sus ojos se abrieron desmesuradamente. Diego se acercó y, con un gesto suave, le sujetó la oreja, tirando ligeramente de ella.

—Marina, ¿te has quedado sin palabras?

Marina pasó saliva, sorprendida, y, con voz temblorosa, apenas logró articular:

—¿Puedes repetirlo?

—Mañana me voy a Pazola y traeré a nuestra hija de regreso.

Los ojos de Diego se ensombrecieron por un momento, reflejando una culpa silenciosa que solo él comprendía. La noticia la golpeó como un violento torbellino, dejándola paralizada. Llevaba años atrapada en la pesadilla de Nicolás.

Marina, en un intento por despejar la confusión que la envolvía, se dio un leve pellizco
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