Capítulo 388
—¿Qué haces aquí? —preguntó ella, sorprendida.

Diego sonrió con calma mientras se sentaba junto a ella.

—Me enteré de que estaban aquí y pensé en pasar a saludarlas.

Marina lo miró con una cierta mezcla de desconfianza y curiosidad, entrecerrando los ojos.

—¿No me digas que me pusiste un rastreador?

Diego soltó una pequeña risita.

—Para nada. Simplemente pasé por casualidad y las vi.

Yolanda, sin levantar mucho la vista de su plato, murmuró con sarcasmo:

—¿Casualidad? Sí, claro cómo no… qué conveniente.

Marina suspiró para evitar discutir y, con una sonrisa lo invitó a quedarse:

—¿Ya cenaste?

Diego lo negó, algo divertido.

—No, pero me quedaré a cenar con ustedes.

Sin esperar mucho, llamó al mesero y, con toda naturalidad, le dijo:

—¿Podría cambiar estos platos por algo más ligero? Gracias.

Marina se quedó inmóvil por un momento, claramente procesando lo que acababa de suceder. Su humor se vino abajo al instante. Amaba demasiado la comida picante y estaba disfrutándola como nunca. Ahor
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