Capítulo 396
Diego conocía muy bien a las familias de los compañeros de su hija y sabía que Ismael pertenecía a los Uriarte.

En el camino, Yulia no paraba de contarle con entusiasmo todo lo que había hecho en la escuela. Su sonrisa, dejando ver sus pequeños colmillos, la hacía ver aún más encantadora. Diego la escuchaba con mucha atención, respondiendo de vez en cuando con gratos comentarios que animaban aún más la conversación.

Al llegar a casa, entregó a Yulia al cuidado del mayordomo. Se agachó a su altura y, con un tono cariñoso, le dijo:

—Yulia, escucha al mayordomo. Mamá y yo saldremos por un momento, pero prometemos volver pronto para estar contigo esta noche.

La pequeña afirmó obediente:

—Está bien, papá. Regresen pronto. Me portaré muy bien.

Diego sonrió y le acarició cariñoso la cabeza:

—Esa es mi niña.

Luego se levantó, tomó el regalo que Daniel había preparado y se dirigió al Grupo Zárate en auto.

Cuando llegó, Marina ya lo esperaba en la entrada.

—¿Estás nerviosa? —preguntó de inmediat
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