—¡Idiota! Solo tenías que seguir mis instrucciones. Si usas a la persona que elegiste, Diego lo descubrirá en cuestión de minutos. Lo único que necesitamos ahora es ganar tiempo.La voz al otro lado del celular sonaba imponente, llena de ironía y desprecio. Sin darle oportunidad alguna de responder, la mujer colgó de golpe.Leticia dejó el celular sobre la mesa, sus manos temblaban ligeramente y su rostro mostraba una mezcla de rabia y humillación. Era la primera vez que alguien la insultaba de una manera tan directa.—¡Maldita sea! —murmuró, apretando los dientes mientras trataba de calmarse.Lo que realmente la inquietaba no era el terrible insulto, sino cómo esa mujer sabía tanto. ¿Cómo podía conocer los mínimos detalles sobre la cirugía que ella había organizado en secreto? Esa información no debería estar al alcance de nadie más.A pesar de su rabia, Leticia sabía muy bien que no tenía otra opción. Había cruzado demasiados límites y estaba atrapada. Odiaba seguir las órdenes de es
Leticia observaba cómo Luna, radiante, elegía con entusiasmo una cadena para Marina. Aunque su interior era una mezcla de celos y resentimiento, en su rostro mantenía una sonrisa cálida y amigable.—Luna, con tu buen gusto, seguro que elegiste algo perfecto. Si quieres, puedo probármela para que veas cómo luce.Luna le devolvió la sonrisa, confiada.—Buena idea, Leticia. Pruébatela y dime qué tal.Leticia tomó la cadena y con movimientos delicados, se la colocó. Luna la miró con mucha atención y, después de unos segundos, sonrió satisfecha.—Te queda preciosa, Leticia.—Gracias, Luna. Estoy segura de que a Marina también le quedará espectacular —respondió Leticia con una sonrisa ligera, mientras en su interior luchaba por mantener la compostura.Luna afirmó con emoción.—Espero que le guste. Es la primera vez que le compro algo a mi hija, y estoy tan emocionada.Leticia reprimió sus emociones y continuó mostrándose amable. No podía permitirse dejar entrever sus verdaderos sentimientos,
Por la noche, Luna y Marina se reunieron en un restaurante elegante. La iluminación tenue y la atmósfera cálida del lugar creaban un ambiente íntimo y acogedor.Marina llegó directo del trabajo con un impecable traje ejecutivo que reflejaba su carácter fuerte y profesional. Luna, como siempre, lucía distinguida y elegante , sus estilos claramente contrastaban, mostrando sus diferencias.Mientras ojeaban el menú, Luna no podía apartar de su mente lo que Leticia le había contado sobre Paola. Aunque intentaba mostrarse tranquila, aquella conversación la tenía inquieta.—Marina, ¿no te resulta agotador tanto trabajo en el Grupo Zárate? —preguntó Luna, rompiendo el silencio con un tono cariñoso.Marina, serena como siempre, respondió con una ligera sonrisa:—Hemos estado ocupados con nuevos proyectos, pero no te preocupes esto es manejable.—Eso está bien, pero recuerda cuidar tu salud. No todo es trabajo.—Gracias, lo tendré en cuenta —respondió Marina, con un ligero agradecimiento.El amb
El mundo de los niños era tan simple.—¡Oh! ¿Así que Yulia sabe hacer magia? —dijo Marina, fingiendo asombro—. Yo también quiero ver tu truco.Yulia, al escuchar el cumplido, se sonrojó un poco, pero aceptó con una sonrisa tímida.—Es un truco con una liga que me enseñó papá.Con sus pequeñas manos, buscó en el bolsillo hasta encontrar una liga. En cuanto la tuvo, realizó el truco de manera rápida frente a Marina.—¡Wow! ¡Yulia, eres toda una experta! —exclamó Marina mientras aplaudía, sonriente y entusiasmada.Yulia, llena de orgullo, le respondió con sus pequeños ojos brillando:—Mamá, trabajaste mucho. Ahora ve a descansar como una niña obediente, ¿sí?Marina no pudo contener por más tiempo la risa y siguió el juego:—¡Está bien! Prometo portarme bien e ir a descansar.Diego tomó a Yulia de la mano y la llevó al baño para bañarla, mientras Marina se quedaba en el sofá disfrutando de unos minutos de tranquilidad antes de subir a ducharse.Esa noche decidió darse un pequeño gusto; hac
Cuando Luna leyó los resultados de la prueba de ADN, su cabeza se llenó de preguntas y dudas al respecto. Miraba asombrada el documento que confirmaba que Paola era su hija biológica.Su primera reacción fue de desconfianza. ¿Cómo podía ser cierto? Aunque confiaba en las capacidades de Eduardo, todo le parecía demasiado extraño, casi imposible de creer.Respiró profundo, intentando calmarse. Sabía que lo mejor era actuar con prudencia. Decidió que lo primero sería ver a Paola en persona. Después, si era necesario, Eduardo podría realizar otra prueba para despejar cualquier duda.Con esa idea en mente, tomó su celular y de inmediato le marcó a Leticia. —¿Luna? —preguntó Leticia con entusiasmo.Con seriedad Luna fue directa:—Leticia, necesito hablar con la señorita Paola. ¿Tienes su contacto?Leticia sonrió, dejando escapar un tono de falsa inocencia:—Claro, Luna. Dame unos minutos, yo la contacto por ti.Cuando colgó, en la cara de Leticia se asomó una chispa de satisfacción. La idea
Leticia escribió un mensaje breve, acompañado de la foto de Paola:[Se la llevaron.]El celular de Luna vibró. Al ver que el mensaje venía de un número desconocido, lo abrió con curiosidad. Sin embargo, lo que encontró la dejó fría.Había una foto adjunta: una mujer con un parecido asombroso a ella misma.¿Qué significa esto? Pensó, mientras una sospecha inquietante empezaba a rondarle la cabeza.Sin perder más tiempo, reenvió la foto a Leticia con un mensaje repentino:[¿Es ella Paola?]La respuesta de Leticia llegó rápido, pero en vez de texto, decidió llamarla directamente.—¡Luna! Sí, es ella, ¡es Paola! Dios mío, ¿estuvo en un accidente? ¿Por qué no le preguntas a Marina o Diego en qué hospital está?Luna apretó con fuerza los labios. Una mala sensación ya empezaba a formarse en su pecho.—No, todavía no. Primero quiero hablar con Eduardo.—Ah… bueno, como quieras —respondió Leticia con un tono aparentemente preocupado, mientras por dentro le daba alegría al ver cómo las cosas iba
Luna llamó de inmediato a Marina.—Marina, ven a cenar a casa esta noche. De paso, hablamos sobre los detalles de la fiesta de mañana.Marina, que estaba junto a Diego en el sofá, le lanzó una mirada de disculpa antes de responder:—Está bien, llegaré como a las seis.Colgó y se dio la vuelta hacia Diego, abriendo y cerrando los ojos de una manera exagerada con una sonrisa de niña traviesa.Diego arqueó una ceja, entre resignado y molesto.—Ni lo intentes. No quiero escucharte.La cena romántica que habían planeado con tanto entusiasmo se había ido al traste. Marina se levantó, caminó hacia él y, apoyando ambas manos en los brazos del sofá, se inclinó hasta estar muy cerca de su rostro. Su actitud desprendía una mezcla de seguridad y coquetería.—Luna quiere hablar sobre la fiesta de mañana —le dijo con una sonrisa delicada, tratando de ganárselo—. Diego, lo siento de verdad.Diego la miró con los ojos entrecerrados, claramente molesto.—¿Sabes cuánto esfuerzo me costó organizar esta
Pero cuando Yolanda le pidió ayuda, Diego no pudo ignorarla.Del otro lado de la línea, la voz de Victor sonaba angustiada, llena de una ira indescriptible.—No estoy usando métodos tan bajos. Los padres de Yolanda son unos miserables, y lo único que quiero es que ella vea quiénes son en realidad.Diego apretó los dientes, su tono se volvió más seguro y directo:—Los sentimientos no se ganan manipulando, Victor. Si sigues así, lo único que lograrás es que ella termine alejándose aún más de tí.Victor soltó una risa muy amarga.—Diego, dime algo: si algún día la señora Marina decide buscarse a otro hombre, ¿todavía podrás hablar con tanta calma?Diego respondió al instante, directo y con una sonrisa burlona:—La diferencia es que Marina me ama de verdad, y no necesita a nadie más. Tú, en cambio, sigues aún rogándole a alguien que ya te olvidó.Victor se quedó callado.Cuando Diego vio que Marina se acercaba, decidió terminar la llamada sin decir una sola palabra.—¿Qué pasa con Yolanda?