Capítulo 408
Pero cuando Yolanda le pidió ayuda, Diego no pudo ignorarla.

Del otro lado de la línea, la voz de Victor sonaba angustiada, llena de una ira indescriptible.

—No estoy usando métodos tan bajos. Los padres de Yolanda son unos miserables, y lo único que quiero es que ella vea quiénes son en realidad.

Diego apretó los dientes, su tono se volvió más seguro y directo:

—Los sentimientos no se ganan manipulando, Victor. Si sigues así, lo único que lograrás es que ella termine alejándose aún más de tí.

Victor soltó una risa muy amarga.

—Diego, dime algo: si algún día la señora Marina decide buscarse a otro hombre, ¿todavía podrás hablar con tanta calma?

Diego respondió al instante, directo y con una sonrisa burlona:

—La diferencia es que Marina me ama de verdad, y no necesita a nadie más. Tú, en cambio, sigues aún rogándole a alguien que ya te olvidó.

Victor se quedó callado.

Cuando Diego vio que Marina se acercaba, decidió terminar la llamada sin decir una sola palabra.

—¿Qué pasa con Yolanda?
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