Capítulo 394
La voz de Eduardo, amable y llena de emoción, dejaba en claro lo mucho que significaba para él reencontrarse con su hija después de tantos años.

Leticia casi deja caer la caja de dulces que llevaba en ese momento. La sorpresa y la rabia la golpearon con fuerza, pero logró mantener la compostura.

Pensó, molesta: ¿Cómo es posible? Esa persona me aseguró que esto no pasaría. ¿Qué clase de ayuda es esta, si Eduardo ya lo descubrió todo?

Apretó los labios, respiró profundo y empujó la puerta. Entró con una sonrisa forzada, saludó a Matías y dejó cuidadosa la caja sobre la mesa de centro.

Matías respondió con un gesto muy cortés.

Eduardo seguía al celular con Marina, su expresión era un reflejo lleno de felicidad y alivio.

Leticia, parada a unos metros, disimuló su frustración mientras lo observaba de espaldas. La bondad en el rostro de Eduardo solo intensificaba el torbellino de emociones que sentía.

Por su parte, Marina, desde su oficina en el Grupo Zárate, escuchaba la voz de Eduardo al o
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