Diego emitió un sonido neutral, indiferente, dejando claro que no pensaba dar mayor importancia al tema.Julio, con el semblante algo tenso, decidió cambiar de estrategia, pero como primo de Leticia, no pudo evitar en ese momento expresar su frustración.—Eres un irresponsable. Si ya no querías estar con Leticia, al menos debiste tomar ciertas precauciones.A diferencia de Diego, Julio siempre se había considerado alguien precavido. Aunque tuviera una vida amorosa agitada, jamás descuidaba las medidas de protección; sabía que era lo correcto y lo más sensato para evitar tener complicaciones futuras.Diego, imperturbable, se reclinó en su silla, cruzó las piernas con elegancia y tomó un libro que comenzó a hojear sin prisa alguna. Sus movimientos transmitían una indiferencia absoluta hacia los reclamos de Julio.—Nunca he estado con tu prima. Los niños no son míos —dijo con una sonrisa cínica que parecía un desafío velado.Él no tenía nada que ver con eso. Al fin y al cabo, él no era Di
—Diego, ¿podrías ir al supermercado a comprar algunas cosas? Te haré una lista.Marina apartó de inmediato la mano que él había dejado sobre su hombro, se llevó teatralmente la suya a la espalda, fingiendo dolor, y se dirigió a buscar un bolígrafo y papel.Diego observó con detenimiento su exagerado gesto con calma.Marina escribió con rapidez una larga lista que incluía productos básicos y algunas frutas. Estaba segura de que él tardaría al menos una hora, así que no se preocupó demasiado.Cuando terminó, le entregó la lista con una sonrisa cautivadora.—Apúrate y regresa pronto, ¿sí?Diego, recostado cómodo en el sofá, la miró con sus ojos oscuros y profundos. Echó un ligero vistazo a la lista, que no contenía más que artículos de uso cotidiano y algo de fruta.—Apúrate —repitió Marina sin apartar la vista de la televisión, dándole suaves golpecitos en las piernas con un cojín—. ¿Qué pasa contigo? Últimamente estás más flojo que nunca. Antes siempre eras tan eficiente.El comentario
Al recordar cómo él la había ayudado a bajar del auto con tanta delicadeza, Marina pasó la noche en vela, dando vueltas y vueltas en la cama sin lograr conciliar el sueño. Su único deseo era hablar con él.Tras un largo tiempo de ausencia, Leticia había regresado a Marbesol. Ese día acompañaba a su madre y a su tía a un evento.Viviana avanzaba con aire altivo, su paso firme y una amplia sonrisa reflejaban en ese instante su confianza. Aún no habían llegado al lugar cuando, sin detenerse, giró ligeramente la cabeza hacia Leticia y le preguntó:—¿Y Diego? ¿Dónde está ahora?—En Marbesol —respondió Leticia con serenidad, mientras revisaba atenta su celular para responder algunos mensajes de sus amigas, quienes organizaban una reunión para esa misma noche.—¿Cuándo piensas traer a Diego a casa para una comida? ¿Y para cuándo la boda? Hay que hablar de esos temas ¿No crees? —Viviana la llenó de preguntas sin darle respiro.—Mamá, no hay prisa para eso —contestó Leticia con calma, aunque un
—Esa noche, lo vi con mis propios ojos: el señor Camilo y su exesposa estaban juntos en un auto... ya sabes, teniendo sexo.Mientras tanto, Marianela, que se encontraba en el baño, alcanzó a escuchar con claridad la conversación de dos jóvenes que hablaban afuera.—¿En el auto? ¡Vaya, cómo se divierten! —comentó una, acompañando sus palabras con una risa cómplice.Marianela frunció el ceño al oír eso.¿Qué significaba exactamente? ¿Estarían acaso refiriéndose a su hijo?Si era así, ¡eso solo podía significar que Marina estaba involucrada con dos hombres al mismo tiempo!Aunque no era de las que se dejaban llevar por rumores, especialmente cuando provenían de desconocidas, la duda comenzó en ese momento a inquietarla. Quizás hablaban de alguien más, pero no podía evitar sentir preocupación. Guardó esos pensamientos para sí misma mientras regresaba al salón privado.El evento estaba a punto de concluir, así que decidió acompañar a Leticia y a los demás a cenar.Al entrar, notó que Macare
—Marina, esta agua, que al principio estaba fría, ya está tibia, y en poco tiempo estará lo suficientemente caliente como para cocer la yema de huevo. Mi corazón, sin embargo, ya ha sido cautivado por ti. De solo gustarme, he llegado a amarte.Cuando Marina despertó, sus ojos estaban llenos de lágrimas, aunque no era consciente de ello.Se llevó una mano a la oreja, reviviendo en ese instante las palabras que Diego había susurrado en su sueño.Subió la manta hasta cubrirse por completo y, oculta bajo las sábanas, comenzó a llorar en silencio.Un mes después, entendió algo: el hombre que dormía en la habitación contigua ya no era el Diego que ella conocía.Qué desastre...Mientras tanto, en la habitación de al lado, él observaba con detenimiento a la mujer que se acurrucaba bajo las sábanas. Con el dedo índice, jugaba distraído con el estuche de su celular, perdido en sus pensamientos.Era curioso, ¿por qué volvía a dudar? Antes de la hipnosis, Marina ya había sido sometida a una brutal
El hombre le lanzó una mirada rápida a Marina antes de dirigirse al baño.Cuando salió de la ducha, la encontró buscando algo con evidente frustración.—Marina, ¿qué estás buscando?—El colirio. Qué raro, estaba segura de que lo dejé aquí... ¿por qué no aparece? Es extraño.—Está en la habitación. Déjame, yo lo busco —respondió él, arqueando una ceja antes de dirigirse al dormitorio.Marina se quedó un instante inmóvil, observando atenta cómo su espalda desaparecía en el interior de la habitación. Parpadeó, desconcertada. ¿Cómo era posible que siempre supiera dónde estaba todo?Selena, que acababa de terminar de limpiar la cocina, apareció justo en el pasillo.—Señorita Marina, me voy ahora. Iré a comprar los ingredientes para el almuerzo y regreso más tarde.—Perfecto, Selena. Cuídate en el camino.En ese momento, el hombre volvió del dormitorio llevando un frasco de colirio en la mano.—Este colirio está caducado. Iré a comprar uno nuevo. ¿Necesitas algo más?Marina reflexionó por un
En el Grupo Jurado, Quiles le estaba reportando a Camilo lo ocurrido en Sabores del Mundo.—Esas dos jóvenes fueron contratadas de manera temporal; alguien les pidió que dijeran esas cosas en el baño.Un método bastante burdo y primitivo.Bastaba con investigar un poco para notar que este enfoque era, cuando menos, sospechoso. Una típica estrategia de distracción, puro humo y espejos.—Se comunicaban por redes sociales, pero aún no hemos logrado identificar realmente a la persona detrás de todo esto.La pregunta seguía flotando en el aire: ¿quién estaba orquestando todo esto? ¿Qué buscaba con tanta insistencia?Cada acción tiene un propósito, aunque sus responsables se empeñen en disimularlo.Camilo se quedó algo preocupado. Lo que aquellas jóvenes habían dicho no parecía dirigido hacia él, sino hacia Marina.Decidió llamar a Marianela para informarle de lo sucedido y evitar que su madre se viera involucrada en una situación comprometedora en el futuro.Tras colgar, Marianela, visiblem
Si María y el bebé estuvieran vivos, tal vez también estaría dedicándose a la educación prenatal todos los días.El hombre esbozó una sonrisa sombría que se desvaneció casi al instante.Cada vez que Marina escuchaba a Diego leer esos libros médicos tan densos y complejos, el sueño comenzaba a invadirla por completo. Justo cuando estaba a punto de sucumbir al cansancio, el celular vibró: Yolanda le estaba enviando una videollamada.Marina alzó al instante la barbilla e hizo un gesto con la mano, indicando a Diego que se retirara. Cuando él salió, ella esbozó una sonrisa ligera antes de aceptar la llamada.Yolanda, con una mirada atenta, la observó entusiasta antes de hablar:—Marina, ¿te has dado cuenta de que tu cara se ve un poco más redonda?—... Últimamente he estado comiendo mucho y no he hecho nada de ejercicio —respondió Marina con una sonrisa algo incómoda.Después de tantos días solo comiendo y durmiendo, era natural que cualquier persona subiera de peso.—Te cuento que la fami