Capítulo 279
Marina ya no tenía duda alguna: el hombre a su lado era, sin lugar a dudas, Diego.

Sabía que él había regresado sano y salvo.

Sin embargo, aunque lo tenía de nuevo a su lado, no podía evitar mirarlo de vez en cuando en silencio.

Cada vez que lo hacía, él respondía con una sonrisa traviesa y decía:

—¿Te parece que estoy guapo?

Marina, incómoda y sin saber en ese momento qué contestar, pensaba para sí misma: Con esa cara hinchada que tiene ahora, guapo no sería en realidad la palabra adecuada.

Tras varios días de hospitalización, finalmente le dieron el alta.

Un auto ya la esperaba en la entrada.

Diego, siempre atento, la ayudó a subir al vehículo con sumo cuidado.

Le ajustó el cinturón de seguridad y, enseguida, sacó un libro, dispuesto a leerle al bebé.

—¿Un bebé de menos de un mes? ¿De verdad crees que lo haces por él o por ti? —Marina, visiblemente irritada, lo interrumpió de inmediato con una mezcla de incredulidad y fastidio.

Diego cerró el libro sin perder la calma y respondió con
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