Si María y el bebé estuvieran vivos, tal vez también estaría dedicándose a la educación prenatal todos los días.El hombre esbozó una sonrisa sombría que se desvaneció casi al instante.Cada vez que Marina escuchaba a Diego leer esos libros médicos tan densos y complejos, el sueño comenzaba a invadirla por completo. Justo cuando estaba a punto de sucumbir al cansancio, el celular vibró: Yolanda le estaba enviando una videollamada.Marina alzó al instante la barbilla e hizo un gesto con la mano, indicando a Diego que se retirara. Cuando él salió, ella esbozó una sonrisa ligera antes de aceptar la llamada.Yolanda, con una mirada atenta, la observó entusiasta antes de hablar:—Marina, ¿te has dado cuenta de que tu cara se ve un poco más redonda?—... Últimamente he estado comiendo mucho y no he hecho nada de ejercicio —respondió Marina con una sonrisa algo incómoda.Después de tantos días solo comiendo y durmiendo, era natural que cualquier persona subiera de peso.—Te cuento que la fami
—¿Ya le entregaron la invitación a Marina? ¿Crees que asistirá al banquete? —preguntó ansiosa Viviana mientras se aplicaba una mascarilla facial con movimientos precisos y delicados.Leticia, que sostenía un biberón y alimentaba a su hija con esmero, respondió con una sonrisa tranquila:—No te preocupes por eso, mamá. Si no viene, me encargaré de que lo haga.Viviana, observando a su nieta con ternura, comentó:—Lidia es un verdadero encanto; tan tranquila que parece no causar ningún problema —elogió, con satisfacción—. Confío plenamente en ti; siempre manejas todo con inteligencia. Por cierto, ¿ya tienes listo el vestido para el banquete?—La señora Vera se encargó de cada detalle, todo quedó totalmente impecable —respondió Leticia, con la misma serenidad de siempre.La capacidad de Vera para resolver cualquier tipo de situación había dejado una profunda impresión en Leticia. No era sorprendente que Armando siempre la tratara con tanta estima y deferencia.—Mamá, la familia de Macaren
Entre la multitud, una voz resonó, rompiendo por completo el ambiente de tensión para defender a Marina:—¿Cómo podría ser ella la amante de alguien? ¡Eso es algo absurdo! Recibió una suma considerable del señor Camilo; no necesita rebajarse de esa manera tan miserable.Viviana clavó la mirada en quien había hablado a favor de Marina. Era alguien muy conocido en el círculo social.—Señora Yelena, no idealice a esa mujer. Siendo una simple secretaria, ¿cree que habría llegado hasta aquí sin haberse metido en la cama de su jefe? Y ahora, como amante, pretende traer al mundo a un hijo ilegítimo solo para fastidiar a mi hija.La señora Yelena quedó en ese instante estupefacta. Después de todo, la hija de Viviana era Leticia, reconocida públicamente por la familia Herrera.¿Era posible que Marina estuviera saliendo con Diego? ¿Y que incluso estuviera embarazada?Aunque su relación con Marianela siempre había sido de forma cordial, Yelena decidió en ese momento mantenerse al margen. Sin emba
Las palabras de Viviana fueron profundamente ofensivas.Sin embargo, la anciana aceptó y añadió con serenidad:—Las jóvenes deben aprender a valorarse a sí mismas y dejar de buscar atajos fáciles.Marina, manteniendo la compostura, le dirigió una mirada sombría antes de responder:—Qué amable es usted de su parte, señora.Sin perder tiempo, giró su atención hacia Viviana y, con una voz calmada pero cargada de ironía, agregó:—Señora Viviana, quizás debería compartir ese consejo con su hija. Dígale que aprenda a respetarse un poco más. ¿No crees?El rostro de Viviana se deformó por la indignación.—¡Tú…! —exclamó con furia.A su lado, Camilo adoptó un semblante serio, y su tono se volvió firme:—Señora Viviana, le sugiero que elija mejor sus palabras.Con una sonrisa cargada de total cinismo, Viviana replicó:—Señor Camilo, siempre tan caballeroso, dispuesto a defender a su exesposa.Luego, lanzando un suspiro de desprecio, se dirigió furiosa a Marina.—Marina, si no quieres aceptar mi
Marina, de repente, sintió una fuerte curiosidad por aprender a hacer origami, como los que veía en los videos cortos. Sin embargo, no tenía el tipo de papel necesario. Decidió entonces salir al balcón.Allí estaba Diego, desprevenido tendiendo la ropa. Con total calma, colgó una prenda interior femenina en el tendedero, justo cuando Marina llegó.Diego la miró de reojo, levantando una ceja con sorpresa.Ella no dijo nada, simplemente esperó a que él terminara de colgar la ropa. Luego, ambos regresaron al salón.Diego fue el primero en servirse un vaso de agua, pero no preguntó si ella quería algo. Sabía con claridad, con solo mirarla, que algo rondaba por su mente.Después de beber un sorbo, Marina rompió el silencio:—Diego, ve a la papelería y cómprame papeles de colores. Los quiero en varios tonos y de tamaño similar a este —le dijo, mostrándole de inmediato la pantalla de su celular.—Mira este video y compra los papeles con las mismas medidas.Diego aceptó con un murmullo, pero n
Luis se quedó sin palabras, completamente mudo. Tras un largo silencio, se frotó la frente y, con tono bajo, dijo:—Lo siento mucho.El hecho de que Leticia se hubiera mudado con la familia Herrera significaba que sus posibilidades de estar con Yolanda se reducían prácticamente a cero.Marina frunció el ceño y colgó la llamada.Al notar el cambio en el rostro de Marina, Diego comprendió que su estado de ánimo podría estar afectando de alguna manera al bebé.Pensando en esto, sugirió:—¿Qué te parece si salimos a dar una vuelta?Marina estaba en una etapa avanzada de recuperación y el bebé estaba en perfectas condiciones, así que un poco de aire fresco no le vendría mal, siempre y cuando no tuviera que hacer un esfuerzo físico excesivo.Marina miró de reojo la hora: eran las tres de la tarde.—¿A dónde vamos?Diego guardó en ese momento las cartas en el cajón.—Ve y cámbiate. Ya verás cuando lleguemos, no te preocupes.No tenía ni idea de adónde la llevaría, pero lo dijo sin pensarlo. M
En la antigua mansión de los Santamaría, Viviana y Delfina discutían sobre un asunto relacionado con Estelaria. La familia Santamaría no podía permitirse que Leticia quedara en evidencia, por lo que era crucial elegir un regalo adecuado para los gemelos.Al terminar la conversación, Viviana levantó de inmediato su taza de café y, tras dar algunos sorbos, preguntó con aire despreocupado:—¿Ya han decidido quién será la esposa de Luis?Delfina suspiró, visiblemente preocupada, pues ninguno de sus hijos parecía estar dispuesto a casarse.—No, la verdad, ese tipo no está conforme con ninguna.—En realidad, tengo una sugerencia —respondió Viviana, dejando la taza con suavidad y, tras un breve momento de reflexión, añadió—. Creo que Macarena sería una opción excelente.Delfina, sorprendida, se quedó sin palabras por un instante.—¿Ella? No lo creo.Viviana sonrió , con un toque de picardía.—Ya me imaginaba que dirías eso, pero tengo mis razones. Escucha con atención.Delfina afirmó, invitán
Las grullas de papel, en varios tonos, tenían un aspecto fascinante.—Diego, no sabía que sabías hacer esto, ¡eres increíble! —exclamó Marina, sorprendida.—Te haré una preciosa flor —respondió él, también asombrado por su propia destreza.Pero, a medida que avanzaba en su tarea, de repente se detuvo.Un momento…¿Por qué estaba perdiendo el tiempo con algo tan insignificante?—Apúrate, quiero ver la flor que estás haciendo —insistió Marina, algo impaciente.Se levantó y fue hacia el tocador en busca de un tónico hidratante.La luz brillante de la habitación bañaba la encantadora escena. Diego miró hacia el tocador, dejó la flor a medio hacer sobre la mesa y dijo:—Voy a darme una ligera ducha.Ya no iba a seguir intentándolo.Reflexionó brevemente sobre su actitud. ¿Por qué haberse esforzado tanto solo para complacerla?Pocos minutos después, el sonido del agua corriendo se escuchó desde el baño.Marina cerró la tapa del tónico y caminó directo hacia el sofá, mirando la flor incomplet