En la antigua mansión de los Santamaría, Viviana y Delfina discutían sobre un asunto relacionado con Estelaria. La familia Santamaría no podía permitirse que Leticia quedara en evidencia, por lo que era crucial elegir un regalo adecuado para los gemelos.Al terminar la conversación, Viviana levantó de inmediato su taza de café y, tras dar algunos sorbos, preguntó con aire despreocupado:—¿Ya han decidido quién será la esposa de Luis?Delfina suspiró, visiblemente preocupada, pues ninguno de sus hijos parecía estar dispuesto a casarse.—No, la verdad, ese tipo no está conforme con ninguna.—En realidad, tengo una sugerencia —respondió Viviana, dejando la taza con suavidad y, tras un breve momento de reflexión, añadió—. Creo que Macarena sería una opción excelente.Delfina, sorprendida, se quedó sin palabras por un instante.—¿Ella? No lo creo.Viviana sonrió , con un toque de picardía.—Ya me imaginaba que dirías eso, pero tengo mis razones. Escucha con atención.Delfina afirmó, invitán
Las grullas de papel, en varios tonos, tenían un aspecto fascinante.—Diego, no sabía que sabías hacer esto, ¡eres increíble! —exclamó Marina, sorprendida.—Te haré una preciosa flor —respondió él, también asombrado por su propia destreza.Pero, a medida que avanzaba en su tarea, de repente se detuvo.Un momento…¿Por qué estaba perdiendo el tiempo con algo tan insignificante?—Apúrate, quiero ver la flor que estás haciendo —insistió Marina, algo impaciente.Se levantó y fue hacia el tocador en busca de un tónico hidratante.La luz brillante de la habitación bañaba la encantadora escena. Diego miró hacia el tocador, dejó la flor a medio hacer sobre la mesa y dijo:—Voy a darme una ligera ducha.Ya no iba a seguir intentándolo.Reflexionó brevemente sobre su actitud. ¿Por qué haberse esforzado tanto solo para complacerla?Pocos minutos después, el sonido del agua corriendo se escuchó desde el baño.Marina cerró la tapa del tónico y caminó directo hacia el sofá, mirando la flor incomplet
Por culpa de la llamada de Armando, Marina por fin lo comprendió todo.La puerta se cerró con un fuerte estruendo.El hombre fue expulsado del dormitorio. Pensó: ¿Acaso esta mujer no estaba profundamente enamorada de Diego? ¿Cómo podía rendirse tan fácilmente solo porque su padre se oponía?—Marina, ¿es que ya no me amas? ¿De verdad quieres entregarme a Leticia para que haga conmigo lo que se le antoje? —preguntó con un tono de nostalgia y una sonrisa llenade ironía.—¿De qué hablas? ¡Esto, no tiene ni pies ni cabeza! —Suspiró, claramente irritada, y alzando la voz, respondió—. Eres libre. Si decides estar con otra mujer, yo no tengo nada que opinar. Ahora me voy a dormir. No me molestes más. ¡Pues que sepas que no voy a Estelaria!...A la mañana siguiente, Marina salió del dormitorio arreglada. Aún adormilada, se frotaba los ojos cuando, al levantar la mirada, se dio cuenta de que la casa estaba llena de grullas de papel.—¿Qué es esto…? —De inmediato, sus sentidos se agudizaron.—Pa
El hombre lanzó una ligera sonrisa mientras tomaba delicadamente su pie para ayudarla a ponerse los zapatos.—Esta noche nos quedaremos en la residencia de los Herrera. Mañana nos trasladaremos a otro lugar —explicó con tranquilidad.En resumen, solo tendría que soportar una noche más.—De acuerdo —respondió Marina, con evidente desinterés. Ya estaban allí; no tenía más opción que aceptar y seguir adelante....En el salón principal de la casa de los Herrera, Leticia miraba distraída hacia la puerta, expectante.—Debe estar a punto de llegar —comentó Vera con una sonrisa tranquila.Leticia, resplandeciente con su llamativo vestido multicolor, respondió con una sonrisa encantadora.Poco después, el sonido de pasos firmes rompiendo el silencio.Un hombre y una mujer cruzaron la puerta juntos; él la sostenía con un gesto protector y familiar.—Diego —Leticia se levantó al instante y se acercó a ellos con una sonrisa brillante.—Señorita Marina —con una ligera inclinación de cabeza, le dir
Ante las disculpas de Leticia, Marina las aceptó con calma.—Ah, ¿sí? ¿Entonces ustedes dos estuvieron juntos antes? ¿Estás completamente segura de eso?La pregunta hizo que Leticia se quedara pensativa , claramente molesta.—Si no me crees, no hay nada más que pueda hacer —Su tono, aunque intentó mantenerse tranquila, expresaba impaciencia.Marina esbozó una ligera sonrisa al escucharla. Se acomodó con elegancia en el sofá, mientras acariciaba con ternura su vientre con un gesto despreocupado, y dijo con indiferencia:—No te preocupes, no te creo.La reacción de Marina desconcertó a Leticia, quien no esperaba tanta calma. ¿De verdad no se había alterado? Marina, como si nada, prosiguió con un tono casual pero lleno de intención:—Por cierto, señorita Leticia, escuché a mi querido Diego mencionar que los bebes que llevas son de Héctor. ¿Eso es cierto?Leticia, claramente incómoda, fingió una sonrisa.—Héctor y yo terminamos hace tiempo. En cuanto si los bebés son de Diego, el banquet
Flavio caminaba junto a Armando y le transmitió un informe:—Arturo acaba de mandar un mensaje. Diego ya regresó.—Finalmente se digna a volver... La empresa está llena de problemas y, en lugar de venir a ayudar al Grupo Herrera, se pierde en su tonto rol de médico. Tengo un hijo, pero parece como si no lo tuviera... Canceló toda la agenda de esta noche —Armando soltó un gruñido lleno de enojo.Flavio se quedó en silencio, sin añadir ni una sola palabra.Esa noche, cuando Armando regresó a casa, fue directo a la ducha para ponerse algo más cómodo antes de bajar a cenar.En la sala, todos ya estaban reunidos.Armando echó un vistazo rápido a Diego y al resto antes de hablar:—Pasen a la mesa.Marina estaba sentada junto a Diego.—Papá, te presento a mi novia, Marina —dijo Diego, como si no notara la evidente tensión en el ambiente—. Dentro de poco, nos casaremos.Marina le ofreció una sonrisa muy cortés.Armando la observó detenidamente, pero pronto apartó la mirada. No era de los que a
—Leticia se comunicó conmigo a través de Julio. Incluso mandé a alguien a investigar lo sucedido, pero tal vez no puedas asimilar esto con tanta facilidad.—Lo entiendo —respondió Diego, levantándose con una expresión sombría antes de salir del despacho.En el jardín trasero, las luces permanecían encendidas en plena noche.Diego estaba sentado pensativo en un columpio bajo el cielo oscuro, que parecía reflejar la sombra de sus pensamientos.Encendió un cigarro, dejándolo descansar entre sus labios, mientras sacaba una pequeña fotografía de su bolsillo.En la imagen, una joven sostenía un libro con ambas manos, dibujando pensativa con una pluma.El día que tomó esa foto, el clima no era el mejor; estaba nublado y algo oscuro.Esa foto siempre había estado con él.No fue sino hasta que terminó el cigarro que guardó la foto en su bolsillo y se levantó.Leticia, a lo lejos, lo observaba.Al ver que él se disponía a marcharse, se le acercó apresurada.—Diego.Llevaba un sencillo vestido de
El hombre sintió de inmediato una ráfaga de frío recorrer su cuerpo. Cerró las piernas, que antes tenía abiertas sin reparo alguno, y se dijo para sí: ¿por qué debería temerle a esta mujer?Sonrió con calma y se sirvió un vaso de agua, pero Marina se adelantó y le arrebató el vaso de las manos.Él, tranquilo, volvió a llenar su vaso y comentó, como si nada:—No es nada grave, solo me parece que tu personalidad es bastante admirable.Pensó para sí mismo: Cuando se entere de que Diego y Leticia van a casarse, con su carácter, seguro se adaptará rápido a la situación.Marina lo observó fijamente unos segundos antes de volver a girar la cabeza y continuar viendo un video gracioso en su iPad.No podía evitar en ese momento sospechar que este hombre le estaba ocultando algo importante.—Marina, mañana, después del desayuno, nos vamos a alojar afuera por un tiempo —le dijo él, con un tono muy serio.Temía que, si se quedaba más tiempo en la familia Herrera, Armando pudiera descubrir que no er