—Marina, esta agua, que al principio estaba fría, ya está tibia, y en poco tiempo estará lo suficientemente caliente como para cocer la yema de huevo. Mi corazón, sin embargo, ya ha sido cautivado por ti. De solo gustarme, he llegado a amarte.Cuando Marina despertó, sus ojos estaban llenos de lágrimas, aunque no era consciente de ello.Se llevó una mano a la oreja, reviviendo en ese instante las palabras que Diego había susurrado en su sueño.Subió la manta hasta cubrirse por completo y, oculta bajo las sábanas, comenzó a llorar en silencio.Un mes después, entendió algo: el hombre que dormía en la habitación contigua ya no era el Diego que ella conocía.Qué desastre...Mientras tanto, en la habitación de al lado, él observaba con detenimiento a la mujer que se acurrucaba bajo las sábanas. Con el dedo índice, jugaba distraído con el estuche de su celular, perdido en sus pensamientos.Era curioso, ¿por qué volvía a dudar? Antes de la hipnosis, Marina ya había sido sometida a una brutal
El hombre le lanzó una mirada rápida a Marina antes de dirigirse al baño.Cuando salió de la ducha, la encontró buscando algo con evidente frustración.—Marina, ¿qué estás buscando?—El colirio. Qué raro, estaba segura de que lo dejé aquí... ¿por qué no aparece? Es extraño.—Está en la habitación. Déjame, yo lo busco —respondió él, arqueando una ceja antes de dirigirse al dormitorio.Marina se quedó un instante inmóvil, observando atenta cómo su espalda desaparecía en el interior de la habitación. Parpadeó, desconcertada. ¿Cómo era posible que siempre supiera dónde estaba todo?Selena, que acababa de terminar de limpiar la cocina, apareció justo en el pasillo.—Señorita Marina, me voy ahora. Iré a comprar los ingredientes para el almuerzo y regreso más tarde.—Perfecto, Selena. Cuídate en el camino.En ese momento, el hombre volvió del dormitorio llevando un frasco de colirio en la mano.—Este colirio está caducado. Iré a comprar uno nuevo. ¿Necesitas algo más?Marina reflexionó por un
En el Grupo Jurado, Quiles le estaba reportando a Camilo lo ocurrido en Sabores del Mundo.—Esas dos jóvenes fueron contratadas de manera temporal; alguien les pidió que dijeran esas cosas en el baño.Un método bastante burdo y primitivo.Bastaba con investigar un poco para notar que este enfoque era, cuando menos, sospechoso. Una típica estrategia de distracción, puro humo y espejos.—Se comunicaban por redes sociales, pero aún no hemos logrado identificar realmente a la persona detrás de todo esto.La pregunta seguía flotando en el aire: ¿quién estaba orquestando todo esto? ¿Qué buscaba con tanta insistencia?Cada acción tiene un propósito, aunque sus responsables se empeñen en disimularlo.Camilo se quedó algo preocupado. Lo que aquellas jóvenes habían dicho no parecía dirigido hacia él, sino hacia Marina.Decidió llamar a Marianela para informarle de lo sucedido y evitar que su madre se viera involucrada en una situación comprometedora en el futuro.Tras colgar, Marianela, visiblem
Si María y el bebé estuvieran vivos, tal vez también estaría dedicándose a la educación prenatal todos los días.El hombre esbozó una sonrisa sombría que se desvaneció casi al instante.Cada vez que Marina escuchaba a Diego leer esos libros médicos tan densos y complejos, el sueño comenzaba a invadirla por completo. Justo cuando estaba a punto de sucumbir al cansancio, el celular vibró: Yolanda le estaba enviando una videollamada.Marina alzó al instante la barbilla e hizo un gesto con la mano, indicando a Diego que se retirara. Cuando él salió, ella esbozó una sonrisa ligera antes de aceptar la llamada.Yolanda, con una mirada atenta, la observó entusiasta antes de hablar:—Marina, ¿te has dado cuenta de que tu cara se ve un poco más redonda?—... Últimamente he estado comiendo mucho y no he hecho nada de ejercicio —respondió Marina con una sonrisa algo incómoda.Después de tantos días solo comiendo y durmiendo, era natural que cualquier persona subiera de peso.—Te cuento que la fami
—¿Ya le entregaron la invitación a Marina? ¿Crees que asistirá al banquete? —preguntó ansiosa Viviana mientras se aplicaba una mascarilla facial con movimientos precisos y delicados.Leticia, que sostenía un biberón y alimentaba a su hija con esmero, respondió con una sonrisa tranquila:—No te preocupes por eso, mamá. Si no viene, me encargaré de que lo haga.Viviana, observando a su nieta con ternura, comentó:—Lidia es un verdadero encanto; tan tranquila que parece no causar ningún problema —elogió, con satisfacción—. Confío plenamente en ti; siempre manejas todo con inteligencia. Por cierto, ¿ya tienes listo el vestido para el banquete?—La señora Vera se encargó de cada detalle, todo quedó totalmente impecable —respondió Leticia, con la misma serenidad de siempre.La capacidad de Vera para resolver cualquier tipo de situación había dejado una profunda impresión en Leticia. No era sorprendente que Armando siempre la tratara con tanta estima y deferencia.—Mamá, la familia de Macaren
Entre la multitud, una voz resonó, rompiendo por completo el ambiente de tensión para defender a Marina:—¿Cómo podría ser ella la amante de alguien? ¡Eso es algo absurdo! Recibió una suma considerable del señor Camilo; no necesita rebajarse de esa manera tan miserable.Viviana clavó la mirada en quien había hablado a favor de Marina. Era alguien muy conocido en el círculo social.—Señora Yelena, no idealice a esa mujer. Siendo una simple secretaria, ¿cree que habría llegado hasta aquí sin haberse metido en la cama de su jefe? Y ahora, como amante, pretende traer al mundo a un hijo ilegítimo solo para fastidiar a mi hija.La señora Yelena quedó en ese instante estupefacta. Después de todo, la hija de Viviana era Leticia, reconocida públicamente por la familia Herrera.¿Era posible que Marina estuviera saliendo con Diego? ¿Y que incluso estuviera embarazada?Aunque su relación con Marianela siempre había sido de forma cordial, Yelena decidió en ese momento mantenerse al margen. Sin emba
Las palabras de Viviana fueron profundamente ofensivas.Sin embargo, la anciana aceptó y añadió con serenidad:—Las jóvenes deben aprender a valorarse a sí mismas y dejar de buscar atajos fáciles.Marina, manteniendo la compostura, le dirigió una mirada sombría antes de responder:—Qué amable es usted de su parte, señora.Sin perder tiempo, giró su atención hacia Viviana y, con una voz calmada pero cargada de ironía, agregó:—Señora Viviana, quizás debería compartir ese consejo con su hija. Dígale que aprenda a respetarse un poco más. ¿No crees?El rostro de Viviana se deformó por la indignación.—¡Tú…! —exclamó con furia.A su lado, Camilo adoptó un semblante serio, y su tono se volvió firme:—Señora Viviana, le sugiero que elija mejor sus palabras.Con una sonrisa cargada de total cinismo, Viviana replicó:—Señor Camilo, siempre tan caballeroso, dispuesto a defender a su exesposa.Luego, lanzando un suspiro de desprecio, se dirigió furiosa a Marina.—Marina, si no quieres aceptar mi
Marina, de repente, sintió una fuerte curiosidad por aprender a hacer origami, como los que veía en los videos cortos. Sin embargo, no tenía el tipo de papel necesario. Decidió entonces salir al balcón.Allí estaba Diego, desprevenido tendiendo la ropa. Con total calma, colgó una prenda interior femenina en el tendedero, justo cuando Marina llegó.Diego la miró de reojo, levantando una ceja con sorpresa.Ella no dijo nada, simplemente esperó a que él terminara de colgar la ropa. Luego, ambos regresaron al salón.Diego fue el primero en servirse un vaso de agua, pero no preguntó si ella quería algo. Sabía con claridad, con solo mirarla, que algo rondaba por su mente.Después de beber un sorbo, Marina rompió el silencio:—Diego, ve a la papelería y cómprame papeles de colores. Los quiero en varios tonos y de tamaño similar a este —le dijo, mostrándole de inmediato la pantalla de su celular.—Mira este video y compra los papeles con las mismas medidas.Diego aceptó con un murmullo, pero n