Acababan de abrir la mercería cuando Scooby entró como un huracán por la puerta.—¡Quieto, chucho! —ordenó Dolores cuando el gran danés hizo intención de poner sus enormes patas delanteras sobre ella.—¡Scooby, aquí! —lo llamó Nuria divertida.Su abuela y Scooby no se llevaban exactamente bien. La mascota pensaba que la anciana era un ser encantador y delicioso al que había que lamer y relamer, y la abuela pensaba que el perro era un chucho pulgoso y baboso al que era mejor tener lo más lejos posible.—¿Qué haces por aquí, grandullón? —le preguntó Nuria extrañada, sin dejar de rascarle por detrás de las orejas. El perro no solía alejarse mucho de la peluquería.Scooby se dio la vuelta hacia la puerta y lanzó un ladrido largo y agudo seguido de varios más cortos y roncos. Un segundo después Román entró en la tienda. Tenía la respiración acelerada, como si hubiera corrido. Una de sus manos portaba una arrugada servilleta de papel.—¿Qué ha pasado? —preguntó sin apenas resuello.—¿Qué ha
—Buenos días, Dolores, Nuria. ¿Qué tal la mañana? —saludó el cartero asomándose a la puerta de la mercería.—Buenos días, Antonio. Si son facturas lo que traes, ya puedes ir dándote la vuelta —bromeó la anciana acercándose al hombre para recibir las cartas.—Pues no, hoy tienes una postal, y debe de ser de algún cliente que compartís varios comercios de esta calle, porque he entregado dos más de la misma provincia —comentó divertido tendiéndosela y regresando a su trabajo.—¿Una postal? —preguntó Nuria—. ¿Desde dónde la mandan?—De Pontevedra.—Déjame verla. —No esperó a que su abuela se la diera, directamente se la quitó de las manos. Tenía un presentimiento.—Es de Jared —comentó al poco—. Está en Vigo —informó dejando la misiva sobre el mostrador—. Parece que le van bien las cosas. ¡Ojalá no vuelva nunca! —exclamó enfadada entrando en la trastienda y dando un tremendo portazo.Dolores se acercó y tomó la postal. Era tan escueta como poco informativa._______________________________
Necesitaba saborear en soledad cada una de las palabras escritas por su amado.Se aseguró de que la puerta estuviera cerrada con llave y devoró con la mirada la postal. Era, al igual que la vez anterior, una fotografía, pero en esta ocasión no de un paisaje, sino de una persona.La observó atentamente, con el corazón a punto de escapársele por la garganta.Era él.Jared.Se encontraba en mitad de un desierto helado, tan brillante, que la luz se reflejaba sobre el suelo que pisaba. No había nada más que esa blancura infinita; ni mar ni personas ni animales, solo hielo y más hielo, pero a él parecía no importarle.Estaba de pie y sonreía a la cámara o al menos eso imaginaba ella, porque apenas se le veía la cara. Llevaba un anorak de un rojo rabioso que destacaba como un faro en el gélido paisaje que le rodeaba, y el gorro de la prenda le cubría la cabeza hasta casi taparle los ojos. Pero Nuria podía ver perfectamente sus pómulos afilados y su sonrisa confiada. Era él, estaba segura. Es
Cuando Nuria entró en su casa, se dirigió con rapidez a su habitación, cerró la puerta con llave, se tumbó sobre la cama sin molestarse en quitarse los zapatos y acarició con dedos impacientes el cuaderno.Era una libreta normal y corriente con tapas rojas de cartón. Estaban muy ajadas, como si Jared hubiera tocado constantemente la cubierta. Los bordes estaban doblados y el alambre en forma de canutillo que mantenía unidas las hojas estaba retorcido en uno de los extremos, como si en un momento dado se hubiera salido de su sitio y él hubiera intentado colocarlo. En una de las esquinas había una pequeña mancha, parecía de humedad. Tenía la forma de una lágrima que hubiera sido limpiada con las yemas de los dedos.Nuria acercó el usado cuaderno hasta su rostro y besó con dulzura la mancha. Quizá fuera una gota de alguna bebida, o una mancha de tomate, pero todo su ser le decía que era una parte del alma de Jared que había sido derramada sin su consentimiento.Acarició con los pómulos l
__________________________________7 de junio de 2010Desde que embarqué no he vuelto a tocar tierra. Sigo escribiéndote cada día que tengo un segundo libre, pero dudo de que alguna vez logre reunir el valor para mandarte lo que escribo.Te añoro con tanta fuerza que a veces creo que la vasta soledad del mar se burla de mí trayéndome tu voz sobre la espuma de las olas. Siento tu presencia en cada soplo de viento y me doy la vuelta buscándote, aun sabiendo que no estás aquí, conmigo.Me estoy volviendo loco pensando en ti, y lo único que puedo hacer es depositar estos pensamientos sobre el frío papel.__________________________________17 de junio de 2010Navegamos siguiendo la corriente marina del Atlántico norte. Estamos investigando la evolución de la comunidad biológica. Los científicos que dirigen esta expedición quieren comprobar hasta qué punto resulta sensible al cambio climático. Por lo que les oigo quejarse, imagino que es peor de lo que pensaban. Aún no hemos pisado tierra,
__________________________________17 de septiembre de 2010Han surgido imprevistos.No regresaré a primeros de octubre como esperaba.Los ciclos biológicos del krill se han alterado debido al cambio climático, por lo que Enrique quiere posponer nuestro regreso hasta que los haya estudiado en profundidad.Los demás miembros del equipo de investigación no están seguros de que sea conveniente continuar navegando más allá de finales de este mes. El invierno es muy duro en el Ártico, ni nosotros ni el barco estamos debidamente preparados ni aprovisionados para resistirlo y así se lo han hecho saber el capitán y los oficiales de puente. Pero Enrique está empeñado en continuar y él es quien manda, así que nos tocará quedarnos aquí hasta que las ranas críen pelo.No puedo llegar a expresar con palabras la consternación que siento en estos momentos. La absoluta decepción e indignación que recorren mis venas con cada latido de mi corazón.Es muy duro albergar la esperanza de volver a España, a
Era la víspera del día de la Inmaculada Concepción. No había apenas trabajo y Nuria y su abuela ocupaban sus manos y sus mentes en sendas labores de punto de cruz. Estaban sentadas en silencio, tras el mostrador, con los ojos fijos en las puntadas lentas y cadenciosas que acompañaban sus pensamientos. Únicamente la corriente de aire frío que se coló por la puerta al ser abierta las alertó de que acababa de entrar un cliente.Uno muy silencioso.—Buenos días —saludó Nuria con educación dejando la labor en un cajón y levantándose para atenderle.—Hola, Nur —la acarició una voz conocida.Dolores se levantó de un salto de su silla mientras Nuria miraba al hombre paralizada.Jared estaba ante ella, erguido en la entrada de la tienda, con un enorme petate fuertemente aferrado en una de sus manos, mientras mantenía la otra cerrada en un puño y pegada al costado. La miraba como si no supiera si acercarse a ella y devorarla, o dar media vuelta y salir corriendo.Nuria se acercó despacio hasta
—Imagino que, después de pasar medio año escuchando hablar a científicos, algo se me ha pegado —comentó Jared riendo con ganas.—A ver que yo me aclare —dijo Sonia desde la entrada de la tienda. Estaba sofocada, como si hubiera ido corriendo desde la tintorería—. ¿Me estás diciendo que Jared ha vuelto y que Nuria lo ha besado? ¡Pero bueno! Primero tenías que haberle dado un buen par de bofetadas por desaparecer tantos meses.—Eso ha sido lo primero que ha hecho —afirmó Jared acercándose a ella y dándole un efusivo beso en cada mejilla.Luego dio un paso atrás y los miró a todos, grabándose sus rostros en la mente. Ellos eran sus amigos, su familia.Por fin estaba en casa.Habían pasado tres horas desde el regreso de Jared.Los seis amigos continuaban en el restaurante, sentados a una mesa ocupada por varias tazas de café vacías y rodeados muy indiscretamente de la mayoría de los dueños de los negocios del barrio, amén de algunas vecinas y vecinos que, por casualidades nada casuales de