Había pasado un mes entero desde la partida de Erwan y la calma reinaba en la mansión Volkov. Sin embargo, era una calma inquietante, como la del mar antes de un tsunami, presagiando una tormenta que pronto se desencadenaría.Victoria se encontraba en el consultorio médico, examinándose el tobillo. Debido a su embarazo, no podía hacerse radiografías, por lo que el doctor solo podía evaluar su lesión mediante el tacto.— ¿Te duele si hago esto? —preguntó el doctor, doblando ligeramente el pie de Victoria hacia arriba.— Creo que ya no me duele, a menos que lo fuerces mucho —respondió ella, negando con la cabeza.— Entonces, sigue con ejercicios moderados y todo saldrá bien.Victoria asintió y salió de la consulta para regresar a su habitación. Apenas hacía nada más que eso, como si la marcha de Erwan se hubiera llevado algo con él. Tal vez solo eran las hormonas del embarazo las que la tenían tan triste.Un mes, un maldito mes le había costado a Erwan volver de Estados Unidos a Rusia.
El supuso de lo que Victoria quería hablarle, si relación con él tal Pavel, a pesar de haberse marchado varios de sus hombres se quedaron en Rusia para protegerla, así que sabía perfectamente de sus constantes visitas, pero no le importaba, si tenía que matarlo para sacarlo del medio no se lo pensaría, nada volvería a separarlo de Victoria y aceptaría a ese hijo como si fuera suyo, la amaba, la necesitaba, no podía evitarlo coma lo había comprobado todo ese tortura durante meses en los Estados Unidos, lejos de ella.—No aquí—murmuró él mientras se ajustaba la ropa, al igual que ella lo hacía. Erwan había recobrado la compostura tras la pasión que los había consumido—. Vámonos a otro lugar, donde solo estemos nosotros dos, donde nadie...Su frase fue interrumpida por la voz cantarina y chillona de Alexa Volkova que los hizo compartir una mirada cómplice al saber que si esa mujer hubiera pasado por ahí minutos antes, los habría encontrado en pleno acto.—¿Erwan, eres tú?—preguntó la muj
Pavel no había sido invitado cordialmente a la mansión Volkov. Lo habían arrastrado hasta allí, uno de los hombres de Victoria lo sacó bruscamente del coche y lo agarró del brazo, casi arrastrándolo hacia adentro.—¡Suéltame, puedo caminar solo! —exclamó el joven intentando liberarse del agarre del hombre.—Las órdenes que tengo son traerte a la mayor brevedad, quieras o no—aseguró el guardia mientras avanzaba sin soltar al chico, apretando cada vez más su agarre.—¿No estás escuchando? Él puede caminar solo—Spike se encontraba caminando por la mansión Volkov en busca de su primo y jefe, con una manzana en la mano que pelaba con su daga.—Será mejor que no te metas, americano—le dijo el guardia al tirar del bailarín con brusquedad, pasando a su lado.El corazón de Pavel empezó a palpitar con fuerza al escuchar esa voz. Había extrañado mucho a Spike, sus visitas a Victoria se habían convertido en largas charlas lamentándose y hablando de lo mucho que extrañaban a los americanos. Y ahí
Erwan estaba decidido a seguir adelante con sus planes. No veía la necesidad de permanecer en un matrimonio que ya no tenía sentido. Seguiría siendo el albacea de Tatiana durante un par de años más, cumpliendo con él último deseo de Mikhail, también cuidando del hijo que esperaba, pero no continuaría con esa farsa.Giró la cabeza buscando la mirada de Victoria, anhelando encontrar en sus ojos la confirmación de que compartía sus pensamientos.Sin embargo, la expresión de Victoria era un caleidoscopio de emociones. El dolor por la noticia del hijo de Erwan con otra mujer se mezclaba con la amarga certeza de que la madre del futuro bebé era su hermana. Y en la profundidad de su mirada, Erwan detectó una negativa rotunda a sus deseos de anunciar el divorcio.Erwan suspiró, resignado ante la firmeza de su amada Odette.—Necesito tiempo para pensar —murmuró—. Les pido que me dejen solo. Acabo de llegar y mi mente está nublada.A pesar de no ser un hombre acostumbrado a huir de sus problema
Tatiana también había aprovechado la oportunidad para marcharse, pero no tuvo tanta suerte. En el pasillo, se encontró de frente con Sergey, quien la observaba con una mirada interrogante.— ¿Qué sucede, Tatiana? ¿Por qué saliste tan pronto esta mañana y sola? —le preguntó, arrebatándole el papel que llevaba en las manos.Sergey ya sabía que los americanos habían regresado y, como era de esperar, estaba celoso. Se había pasado todo el mes con ella, pensando que tardaría mucho más en volver a ver a esos dos.La fulminó con la mirada y la agarró de la mano, tirando de ella hasta la primera habitación vacía que encontró.— ¿Me puedes decir qué significa esto? ¿Es la causa de que tu esposo haya regresado?Tatiana no sabía cómo responder, odiaba tener que mentirle, odiaba no poder gritar al mundo entero que su corazón pertenecía, no a un hombre importante de negocios como lo era Erwan Roussell, sino a un simple jefe de seguridad como Sergey.—Si, él está aquí por esto — le respondió tomand
Ella no dejaba de removerse de buscar más, apretando todo lo que podía con sus paredes esos dos dedos eran insuficientes para ella. No obstante, se enfrentaban en una lucha de egos donde ninguno de los dos cedería. Por lo que ella no dudó en jugar sucio también, llevando su mano derecha en medio de ambos hasta llegar al bulto escondido en los pantalones de Sergey liberando su gruesa y húmeda extensión, masturbándolo.—Sergey, si así no pares…— le exigió, deslizando su mano una y otra vez al ritmo con la que la poseía apretando los lugares que sabía que lo haría gemir. Mientras ella disfrutaba de los labios de Sergey en su pecho, sabiendo que tendría sus marcas por un par de días. — Así… dámelo….— exigió Sergey introduciendo un tercer dedo donde ya había introducido los dos primeros y penetrándola con ellos en un rápido y duro movimiento, levantando la vista mientras mordisqueaba sus pezones y no podía dejar de observarla, adoraba su rostro cuando él placer estaba presente en él.La p
— Te necesitaba cerca, — susurró Victoria acariciando su nuca con suavidad y rozando sus narices en un gesto lleno de cariño— Te amo tanto Erwan.No esperó la respuesta de él, se fundió en un desesperado beso con el padre de su hijo, decidiendo si debía contárselo o no.En el instante en que sus labios se rozaron, sus lenguas jugaron, sus dientes se reclamaban, todo parecía tener sentido estando así juntos en su burbuja personal, pero de vuelta al mundo real para Victoria todo se volvía complicado.— Yo también quería contarte algo antes de que Alexa nos interrumpiera.— insistió Victoria.Ese beso era algo que Erwan anhelaba con toda su alma. Tras finalizarlo, no pudo separarse de Victoria, ni siquiera permitir que ella se alejara. Acercó su frente a la de ella, rozando sus narices en un gesto lleno de intimidad.—Entonces, dímelo —susurró ella con voz ronca— No permitamos que esa mujer horrible se interponga entre nosotros.Apenas terminaba de pronunciar estas palabras, un estruendo
Tras la última consulta con el doctor, Victoria tomó una decisión firme: era hora de volver a la danza. El dolor en su tobillo ya era cosa del pasado, y no solo necesitaba recuperar su estado físico, sino también despejar su mente de las preocupaciones que la atormentaban.Si bien la ropa le quedaba más ajustada debido a los cambios en su cuerpo, Victoria se sentía cómoda y segura con ella. Su vientre, ligeramente abultado, era un recordatorio del milagro que gestaba en su interior.Llevó una mano a su tripa acariciandola ligeramente y observandola a través del espejo por un momento, luego comenzó a calentar al ritmo de la música del Lago de los Cisnes, la obra que marcó su debut como primera bailarina, una suave sonrisa se dibujó en sus labios el recordar esa marca de cisne negro que adornaba la piel de Erwan como si fuera un presagio o una señal de que debían conocerse.La música inundó la sala y ella se movía a su ritmo, recordando los primeros días juntos a Erwan cuando ninguno de