Capítulo 258
Las promesas y disculpas de Julio contrastaban con su arrogancia previa.

Mateo esbozó una ligera sonrisa: —No me importa la familia Hernández. Si vuelves a lastimarla, no dudaré en enviarte a hacerle compañía a tu hermano en el infierno.

Julio se arrodilló de inmediato: —Lo siento. Confíe en mí, nunca olvidaré que he llegado hasta aquí gracias a usted. De ahora en adelante, lo llamaré papá y a la señorita Lamberto mamá.

Ahora entendía por qué Julio se atrevía a negociar con Marc, pero temía tanto a Mateo.

El Grupo Romero operaba en el ámbito público, sin inmiscuirse en asuntos turbios, mientras que la familia Vargas claramente tenía influencia tanto en lo legal como en lo ilegal.

—No puedo tener un hijo tan grande como tú.

Mateo maldijo: —Lárgate con tu gente.

—Sí, sí.

Julio se levantó de golpe y llamó a su gente para que se retiraran. Antes de partir, me miró con las manos juntas y rogó en voz baja: —Señorita Lamberto, realmente quería dejarla ir. Le ruego que, frente al señor Mateo..
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