Capítulo 257
Resultó que Marc también pensaba lo mismo que la familia Hernández.

Solo era una carga para él.

Probablemente ya albergaba resentimientos hacia mí.

De lo contrario, no habría sido tan cruel.

Una sonrisa amarga apareció en mis labios.

No debería haber esperado que él me salvara.

Julio aplaudió y dijo: —Señor Romero, sabes discernir lo esencial y tomar decisiones con sabiduría.

—Marc...

Estrella se encogió en los brazos de Marc: —Me duele mucho la pierna, creo que me lastimé recién.

—Ya veo.

Marc respondió con indiferencia y se alejó decidido.

Julio lo detuvo: —¿Qué pasa con la señorita Lamberto?

—Haz lo que quieras.

Marc siguió su camino, sin detenerse, y dijo esas palabras con frialdad.

Parecía que mi suerte le importaba poco.

Solo le preocupaba la herida de Estrella.

Pronto, su figura alta y erguida desapareció de mi vista.

Se escuchó el sonido de las ruedas alejándose y, en pocos segundos, todo volvió a la calma.

Entrecerré los ojos, mirando la luz parpadeante del viento, y de repent
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