Capítulo 126
Cuando Lorena entró al hospital, Marina ya había llegado, y la comida también.

Lorena entró a la habitación, con una mano cargando las bolsas de comida y con la otra empujando la puerta. Marina estiró la mano para recibir la comida.

—¡Es justo lo que me gusta! ¡Eres la mejor, cariño, te amo!

En la cama del hospital, ya habían colocado una mesa portátil y acomodado la comida que había llegado antes.

Álvaro, sentado en la cabecera de la cama con una pierna doblada, seguía bromeando con Marina:

—Solo es comida a domicilio, no es para tanto. ¿Por qué tan feliz?

—Es que no es para ti, por eso no entiendes. ¡No te compraron lo que te gusta! ¡Ja, ja, ja! —Marina se burló, provocándolo.

Álvaro, molesto por su actitud triunfante, decidió quejarse:

—¡Oye, mírala!

Lorena, que había ido a lavarse las manos, se acercó sonriendo:

—Ya, no peleen. Compré suficiente comida para los tres.

Con el apoyo de Lorena, Álvaro suspiró porque se sintió más confiado y respondió:

— ¡También me trajo mi comida fav
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