Capítulo 129
—Jejeje, señorita Lorena, solo unos días sin verte, y sigues siendo igual de rebelde —dijo el hombre con una voz satisfecha.

—¿En serio intentaste escapar? Parece que no tienes idea de dónde estamos.

Cuando Lorena había estado buscando algo en la habitación, él lo había visto todo a través de las cámaras de vigilancia.

Después de tantas mujeres dóciles, ahora lo que le divertía era domar a las rebeldes.

Al ver que Guillermo era quien entraba por la puerta era, Lorena sintió a su corazón hundirse, con cada latido siendo como un disparo que intentaba salir de su pecho.

—Guillermo, ¿de verdad me estás secuestrando? ¿No te da miedo que César venga a ajustar cuentas contigo? —gritó con fuerza.

—¡Ja, ja, ja! —Guillermo se rio estúpidamente.

— ¿Crees que puedes verme la cara de pendejo otra vez? Si no supiera que tú y César solo tienen un contrato, tal vez me habrías convencido como la última vez.

De repente, empezó a mirarla como un animal feroz, y se acercó a ella paso a paso, disfrutando
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