Cuando Lorena entró al hospital, Marina ya había llegado, y la comida también. Lorena entró a la habitación, con una mano cargando las bolsas de comida y con la otra empujando la puerta. Marina estiró la mano para recibir la comida.—¡Es justo lo que me gusta! ¡Eres la mejor, cariño, te amo!En la cama del hospital, ya habían colocado una mesa portátil y acomodado la comida que había llegado antes.Álvaro, sentado en la cabecera de la cama con una pierna doblada, seguía bromeando con Marina:—Solo es comida a domicilio, no es para tanto. ¿Por qué tan feliz?—Es que no es para ti, por eso no entiendes. ¡No te compraron lo que te gusta! ¡Ja, ja, ja! —Marina se burló, provocándolo.Álvaro, molesto por su actitud triunfante, decidió quejarse:—¡Oye, mírala!Lorena, que había ido a lavarse las manos, se acercó sonriendo:—Ya, no peleen. Compré suficiente comida para los tres.Con el apoyo de Lorena, Álvaro suspiró porque se sintió más confiado y respondió:— ¡También me trajo mi comida fav
El conductor llevaba una mascarilla y, con una mirada sospechosa, observaba por el retrovisor.—Señorita Lorena, aún no hemos llegado a su destino. Usted le cae bien a nuestro jefe, y él desea invitarla a tomarse un café.De la nada, el auto aceleró a la máxima velocidad, haciendo que Lorena cayera de golpe en el asiento trasero.En el interior de la casa, César ya había llegado a casa hacía media hora, pero aún no veía que Lorena regresara.Aunque cuando hablaron por teléfono ella acababa de terminar de comer y ya iba de camino, no era lógico que aún no hubiera llegado. Mucho menos teniendo en cuenta que ya estaba en la carretera cuando hablaron.No pudo evitar sentirse algo ansioso, con miedo de que ella se escapara en secreto.Con su ancha mano, tomó el celular, se paró junto a la ventana del estudio, y la llamó.El celular timbraba una y otra vez: —El número que usted marcó no está disponible. Por favor, intente más tarde....Soltó el celular sobre la mesa. ¿De verdad ella aprovec
—Jejeje, señorita Lorena, solo unos días sin verte, y sigues siendo igual de rebelde —dijo el hombre con una voz satisfecha. —¿En serio intentaste escapar? Parece que no tienes idea de dónde estamos.Cuando Lorena había estado buscando algo en la habitación, él lo había visto todo a través de las cámaras de vigilancia.Después de tantas mujeres dóciles, ahora lo que le divertía era domar a las rebeldes.Al ver que Guillermo era quien entraba por la puerta era, Lorena sintió a su corazón hundirse, con cada latido siendo como un disparo que intentaba salir de su pecho.—Guillermo, ¿de verdad me estás secuestrando? ¿No te da miedo que César venga a ajustar cuentas contigo? —gritó con fuerza.—¡Ja, ja, ja! —Guillermo se rio estúpidamente.— ¿Crees que puedes verme la cara de pendejo otra vez? Si no supiera que tú y César solo tienen un contrato, tal vez me habrías convencido como la última vez.De repente, empezó a mirarla como un animal feroz, y se acercó a ella paso a paso, disfrutando
¡Duele! ¡Y me duele muchísimo! No solo el dolor de los latigazos y la quemadura del cigarro en el muslo, sino también el dolor insoportable estaba en su abdomen.Las lágrimas de Lorena rodaban por sus mejillas, era demasiado dolor.Bebés, mamá siempre pensó en abortarlos. Pero si podemos sobrevivir, mamá los tendrá.¡No importa lo que pase después!Los pequeños ojos de Guillermo, que parecían dos arvejas podridas, disfrutaban al máximo de la cara de sufrimiento y los gritos de Lorena.—¡Grita, grita fuerte condenada perra que eso me excita!Pero ese sonido aún no era el que había escuchado esa noche en la oficina del jefe, el que necesitaba oír para estar satisfecho.Pensando en esto, Guillermo tiró el cigarro que tenía en la mano.Mientras se quitaba la bata, dijo:—Dime, ¿por qué sufres tanto? Te conviene ser obediente y dejar que termine, así podrás irte tranquila.Lorena lo miró con odio, sin decir una palabra. Ella quería conservar su energía.Ni siquiera sabía a quién odiaba más.
¡Duele! ¡Y me duele muchísimo! No solo el dolor de los latigazos y la quemadura del cigarro en el muslo, sino también el dolor insoportable estaba en su abdomen.Las lágrimas de Lorena rodaban por sus mejillas, era demasiado dolor.Bebés, mamá siempre pensó en abortarlos. Pero si podemos sobrevivir, mamá los tendrá.¡No importa lo que pase después!Los pequeños ojos de Guillermo, que parecían dos arvejas podridas, disfrutaban al máximo de la cara de sufrimiento y los gritos de Lorena.—¡Grita, grita fuerte condenada perra que eso me excita!Pero ese sonido aún no era el que había escuchado esa noche en la oficina del jefe, el que necesitaba oír para estar satisfecho.Pensando en esto, Guillermo tiró el cigarro que tenía en la mano.Mientras se quitaba la bata, dijo:—Dime, ¿por qué sufres tanto? Te conviene ser obediente y dejar que termine, así podrás irte tranquila.Lorena lo miró con odio, sin decir una palabra. Ella quería conservar su energía.Ni siquiera sabía a quién odiaba más.
—¡Ugh…!Lorena ya no podía respirar, y su boca, llena de sangre, se abrió a la fuerza. ¡Sentía que estaba a punto de morir!¡Bang!Alguien pateó brutalmente la puerta para abrirla.César fue el primero en entrar en la habitación. Al ver lo que pasaba, corrió rápidamente hacia la cama. Con las venas de su mano hinchadas, de inmediato agarró la muñeca de Guillermo, la torció y liberó el cuello de Lorena.—¡Cough cough…! ¡Pff…! —Lorena respiró profundamente, y escupió la sangre que tenía en la boca.César levantó su brazo y lo pasó por encima de la cabeza de Guillermo, luego le dio un golpe en la cabeza.—¿Te atreves a tocar a mi mujer? —César lo agarró como si fuera un cerdo, arrastró a Guillermo desde la cama de agua y lo tiró al suelo, pisando con furia su entrepierna.—¡Ahhh! —un grito de dolor resonó por toda la habitación.César, olvidando la imagen que debía mostrar un hombre de alta cuna, se montó sobre Guillermo y le dio puñetazos en la cabeza.—¿Lorena? —Marina fue la segunda en
Entre los videos, había uno de Lorena, pero solo mostraba agresión física. No había sido víctima de una violación.Afortunadamente, ese video no había sido subido, porque ellos llegaron a tiempo para evitarlo.César, mientras revisaba junto a la policía, parecía irradiar un odio incontenible. Sus ojos se entrecerraron, y en lo más profundo de su mirada se escondía una tormenta.La familia de Guillermo probablemente desaparecería de Playa Escondida por completo después de semejante suceso.—David, ¿es capaz usted de borrar completamente esta grabación?El jefe de policía asintió y, frente a César, ordenó a sus subordinados que eliminaran el video de Lorena.Un policía se acercó para pedirle a Lorena que hiciera su declaración. César, impaciente por llevarla al hospital, quiso negarse.Sin embargo, Lorena, al escucharlo, no quería tener que ir después a la comisaría ni recibir otra visita de la policía. Así que accedió a hacer su declaración ahí mismo.La oficial hizo las preguntas rápid
El médico explicó que la quemadura era bastante grave y que, cuando se curara, probablemente quedaría una cicatriz. Sin embargo, mencionó que se podía realizar una cirugía reconstructiva.—Muchas gracias, doctor —dijo Lorena.Lorena quería regresar a casa, pero César y Marina no estaban dispuestos a dejarla ir. Insistieron en que se quedara en el hospital para que alguien estuviera pendiente de ella toda la noche. Lorena no pudo convencerlos, así que se quedó.Pero, por la noche, César y Marina comenzaron a discutir sobre quién se quedaría a acompañarla. Ambos querían quedarse y no llegaron a un acuerdo, por lo que decidieron que los dos se quedarían en el hospital. Marina se quedaría en la habitación con Lorena, mientras que César se acomodaría en la suite de al lado.Afortunadamente, el hospital del Sagrado Corazón era un hospital privado, y las camas eran lo suficientemente grandes como para que Lorena y Marina pudieran dormir juntas.Antes de dormir, una enfermera llegó para admini