Capítulo 104
Teresa deslizó la tarjeta para abrir la puerta de la habitación. Sus tacones altos resonaron suavemente sobre la alfombra mientras avanzaba paso a paso hacia la cama.

La puerta, casi cerrada, fue detenida silenciosamente por la punta de un zapato de hombre de cuero marrón.

Alguien había entrado, sin que Teresa lo notara.

César estaba dormido en la cama, tranquilamente. Teresa comenzó a desvestirse hasta quedar completamente desnuda y se acostó a su lado.

César, medio consciente, sintió el peso del colchón hundiéndose a su lado. Entre sueños, abrió los ojos y, al ver lo que pensaba que era Lorena, murmuró:

—Lorena, ven aquí...

Extendió un brazo y abrazó a quien creía que era Lorena, volviendo a quedarse profundamente dormido.

Teresa exhaló aliviada, aunque su pecho todavía subía y bajaba con fuerza debido a la emoción. Por otra parte, en sus ojos brillaba un destello de celos.

El teléfono de César comenzó a sonar. Teresa se giró, agarró el celular y vio que la llamada era de Doña Marta.
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