—Anoche te dejé en la habitación, ¿no me digas que te levantaste para buscar a Teresa? ¿De verdad pasó algo entre ustedes? —preguntó Ricardo, sin entrar en muchos detalles, pero lo suficiente para que el mensaje quedara claro.César se frotó la cabeza. Había pasado la noche sin dormir bien, atormentado por escenarios en los que Lorena descubría lo que había sucedido entre él y Teresa, y luego desaparecía de su vida para siempre.—¿Cómo lo sabes? —preguntó, con una voz cansada y llena de agotamiento.—¡Los paparazzi los captaron saliendo juntos del hotel! Ahora mismo están en los titulares. Todo el mundo sabe que pasaste la noche con Teresa en una habitación del Aguas Claras.De inmediato, la mirada de César se volvió fría, y todo rastro de cansancio desapareció. Colgó el teléfono de golpe, abrió las noticias en su celular y vio su nombre en lo más alto de los titulares. Cuanto más leía, se notaba más la preocupación en su rostro.Miró el reloj y pensó que aún había esperanza: Lorena ta
Clara tiró de su manga.—Durante las horas de trabajo no se permite hablar de chismes, si siguen así, les descontaré de su sueldo—dijo Clara con voz firme.—¡No, por favor! ¡Necesitamos el dinero! —respondió una de las secretarias, Sara, en tono juguetón.En ese momento, Teresa entró en la oficina del presidente y dejó los documentos sobre su escritorio.—César, este es el documento que el director de ventas me pidió entregarte —dijo Teresa con una sonrisa amable.—Emm. —César respondió sin mostrar mucha emoción, tomando el documento y dejándolo a un lado sin mirarlo.Teresa tomó una silla y se sentó frente a él, preocupada.—César, ¿qué te pasa? ¿Tienes algún problema en el trabajo? Te veo mal. Si quieres hablar, estoy aquí para escucharte. Aunque no sé si pueda ayudarte con algo, al menos puedes desahogarte conmigo.César la miró fijamente durante un largo rato.—Pues, qué bien que viniste, hay algo que necesito decirte.—¿Qué es lo que ocurre? César, dime lo que sea.César organizó
Al escuchar la respuesta, Teresa quedó pálida. Una sonrisa amarga apareció en sus labios.—Mientras seas feliz, César, no me importa lo demás. Yo quiero lo mejor para ti.—¿Puedo seguir trabajando en Runpex?—Mientras yo esté aquí, siempre será tu hogar.—Muchas gracias. —Dijo, bajando la cabeza y saliendo con prisa de la oficina del presidente, como si estuviera escapando.Después de que Teresa se fue de la oficina, César pidió a Clara que transfiriera cinco millones a la cuenta de Teresa, como compensación por lo ocurrido la noche anterior y por la culpa que sentía al haberla herido.Una vez aclarada la situación, César se sintió mucho más relajado. Incluso en el trabajo, al pensar en Lorena, no podía evitar que una sonrisa suave apareciera en su cara.Finalmente entendió por qué siempre había sentido rechazo hacia Adrián.El equipo de secretarias notó que el humor del presidente cambió después de la visita de Teresa, pasando de sombrío a brillante. Todas comenzaron a agradecer a Ter
César estaba pensando.Doña Marta estaba dándole indicaciones a los empleados en la preparación del almuerzo. Lorena, en el pequeño jardín afuera, abrió el grifo para regar el césped.Cuando vio que ya era suficiente, y que la ya casi estaba lista, cerró la llave y fue al baño a lavarse las manos mientras esperaba para comer.Después de hacer todo esto, al ver que aún quedaba un poco de tiempo, lo único que se le ocurrió fue sentarse en el sofá y mirar el celular.Un correo electrónico llamativo apareció en su bandeja de entrada.Lorena lo abrió y, tras mirar un par de líneas, estaba asqueada.El correo contenía fotos íntimas de César y Teresa.Las imágenes eran muy explícitas. Solo pudo mirarlas unos segundos antes de borrar el correo.—¡Qué porquería!Era bastante obvio de quién había sido la idea. Aparte de Teresa, nadie más le mandaría eso.Pero, ¿cómo sabía ella cuál era su correo?Se escuchó el sonido de la cerradura de la puerta. César había llegado a casa.Antes, siempre que él
En realidad, aquel chequeo médico había sido hace mucho tiempo. César nunca aceptaría tener a ese hijo, y en lugar de permitir que él arreglara todo para obligarla a abortar, Lorena prefería hacerlo a escondidas.No le gustaba que la forzaran a hacer cosas.—Primero comamos.César ayudó a Lorena a sacar la silla, y luego se sentó a su lado.Lorena estaba sorprendida. Antes, siempre que se mencionaba a Teresa, él se ponía a discutir con ella, pero hoy, ¿qué le pasaba?No le dio demasiadas vueltas al asunto. Quizá por haber vomitado antes, no tenía mucho apetito y comió poco.Después de la cena:—Esta noche te mudas al cuarto principal conmigo —dijo César mientras se levantaba para dirigirse a su despacho.Lorena no estuvo de acuerdo.—No me siento muy bien esta noche. No debería dormir contigo en la misma cama, lo hablamos mañana.César se detuvo en las escaleras. Recordó el sueño de la noche anterior, en el que ella desaparecía de su mundo, y un miedo inexplicable lo invadió.Con un to
En el edificio del Grupo Financiero Runpex.Lorena caminaba con paso firme detrás de César, y subió en el ascensor exclusivo del presidente hasta el último piso.—¡Buenos días, presidente!César asintió para saludar, sin desviar la mirada, y entró a su oficina.Lorena lo siguió.Cuando ambos desaparecieron detrás de la puerta de la oficina presidencial, el grupo de secretarias comenzó a murmurar en voz baja.—¿La mujer que venía detrás del presidente era Teresa? No sé, me parece que no era… pero también se parece un poco.—Yo también creo que no era ella.Esa mañana, el rumor de que el presidente había traído a una mujer parecida a Teresa voló por todos los despachos como una paloma, llegando a todos los empleados de la empresa.Algunos decían que era Teresa, otros que no.Cuando Teresa se enteró, parpadeó sorprendida. ¿César había traído a Lorena a la empresa?—Lorena, no puedo subestimarte.—Entonces, veamos quién de las dos es la más astuta.Después de llegar a la empresa, César tu
Al ver llegar a César, el ambiente se hizo tenso de inmediato.Después un momento de silencio, la indiferente Lorena dijo:—No estábamos hablando de nada.¿No quería que él supiera?¿Qué podía contarle a Clara que no podía contarle a él?César miró a Clara, quien, rascándose la nariz, por primera vez en su vida le mintió al presidente:—Hace un momento, la señorita Lorena y yo estábamos hablando de las bebidas del área de descanso. La señorita Lorena dijo que estaban muy buenas.—¿En serio? Justo esta noche tengo una cena, te llevaré para que bebas algo, así podrás disfrutar más bebidas buenas —César dijo sonriendo, aunque su tono llevaba un rastro de celos.Lorena: —…Por la tarde.Teresa tocó la puerta de la oficina del presidente.—Adelante —respondió César.Teresa empujó la puerta y, al entrar, miró rápidamente a su alrededor. No vio a Lorena en la oficina. ¿No estaba en la oficina del presidente? Rápidamente bajó su mirada, se acercó al escritorio y entregó los documentos que llev
—Fue sin querer, por favor déjeme pasar.Guillermo se rio.—¿Qué importa haberlo visto? ¿Por qué no te vienes conmigo? No le diré nada al presidente.La secretaria, acostumbrada a este tipo de situaciones, dio un paso a un lado, dejando espacio para Lorena.—Guillermo, si me conoces, deberías saber que no soy alguien a quien puedas tocar —dijo Lorena, mirando alrededor. Su camino estaba bloqueado. En un momento crítico, no tuvo más opción que mencionar a César.Guillermo se rio otra vez, ahora con frialdad.—Esa Teresa sí que es alguien a quien no me atrevería a tocar. Pero tú, ¿qué eres? Según lo que sé, para ti, todo es cuestión de dinero. ¿Cuánto te paga César? ¡Yo te doy el doble!Con tal de acostarse con ella, no le importaba pagarle. Es más, si grababa un video, podría usarlo para chantajearla. ¿No son todas las mujeres iguales en la cama? Tal vez, pero una mujer que el presidente ya había probado, quería ver qué tenía de especial.—¡Déjeme pasar! Si no, llamaré a César ahora mi