capitulo 30
Llevo ya dos semanas fuera del hospital y creo que todo este tiempo ha sido difícil para mí. Los primeros síntomas del embarazo empezaron a aparecer, así que las náuseas se hacen presentes a cada rato. Mi relación con Fede se acabó por completo. Vivimos en la misma casa solo por el peligro que corro, porque de resto soy un cero a la izquierda para él. Solo cruzamos pocas palabras porque él se encierra en su despacho o sale todo el día, llegando muy tarde.

Me levanto temprano y me doy una ducha. Cuando salgo, me pongo unos pantalones y una blusa.

—Hola, Rosario —Rosario es la empleada que contrató Federico.

—Hola, Olivia, ¿cómo amaneces?

—Bien, con mucha hambre.

—Ya está tu desayuno. El señor también ya baja.

—¿Está aquí? Qué sorpresa.

—Sí —en ese momento lo veo bajar con su perfecto traje. Se sienta al lado mío y me dice:

—Buenos días, Olivia —seco como siempre.

—Buenos días —Rosario nos entrega el desayuno y cuando me meto el primer bocado, siento las ganas de vomitar... ¡joder, ahora
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