capitulo 2

Veo al imbécil de Federico sentado en el sofá con los brazos cruzados. ¿Qué le pasa? ¿Ni que fuera mi padre para estar de cuida conmigo?

- ¿Vas a responder?

- Mira, Federico, primero que todo, ya soy mayor de edad y segundo, tú no eres mi padre para que te dé explicaciones - se para y queda muy cerca de mí... joder, esto es incómodo.

- Tal vez no sea tu padre, pero vives en mi casa.

- Por obligación - lo interrumpo.

- Como sea, pero debes respetar. Tu madre estaba preocupada.

- Esa golpeadora, no lo creo. O dime, ¿dónde está que no la veo?

- Le dije que se fuera a dormir, que yo te esperaría. Y no hables así de ella, tal vez se pasó con lo que hizo, pero ella te adora.

- Sabes, no quiero hablar del tema contigo. Si tanto te molesta que llegue tarde a tu casa, está bien, no volverá a pasar.

- Olivia, esta también es tu casa - doy un suspiro algo cansada.

- No lo es y nunca lo será. Quiero mi casa, quiero mi cuarto, pero mi madre fue tan egoísta que solo pensó en ella y no en mí.

- Eso es mentira, Olivia. Ella se desvive por ti. No sabes todo lo que le costó decir que estaba con alguien, siempre pensaba en tu reacción.

- Ya te dije, no quiero hablar del tema.

- Está bien, te quería preguntar si quieres trabajar en la empresa.

- Sí, pero porque Necesito el dinero.

- Sabes que yo pu... - no dejo que termine la frase.

- No, no puedes, así que acepto tu propuesta, pero nadie puede saber que yo soy la hija de tu futura esposa, ¿entendido?

- ¿Por qué no quieres que sepan?

- Porque no, así que adiós - me subo, pero antes escucho.

- Nos vamos a las 8 am.

- Ok - entro a mi habitación y me tiro a la cama quedando profundamente.

A la mañana siguiente me levanto temprano y comienzo a buscar qué ponerme, pero no encuentro nada. Todo es ropa informal, así como para alguien de mi edad. Pero ahora lo que necesito es ropa formal, porque soy la asistente de Federico, tengo que tener buena presentación. Busco y busco hasta que me acuerdo de la falda tubo que me regaló mi amiga Aleja y una blusa elegante que antes era de mi madre cuando era joven.

- Bueno, creo que con esto bastará. Apenas tenga mi primer sueldo, iré a comprar algo de ropa - bajo las escaleras con mucho cuidado de no caer, ya que no estoy acostumbrada a caminar en tacones. Cuando llego a la cocina, está la señora del servicio.

- Hola, Marta.

- Hola, mi niña, ¡qué guapa estás! - me río y comienzo a tomar mi café.

- Y Federico.

- En un momento baja, tu madre salió temprano.

- Ok - me concentro en mi desayuno hasta que escucho la voz de Federico.

- Buenos días - este se sienta a mi lado y veo cómo su mirada pasa por mi atuendo.

- Te ves bien.

- Gracias - no sé por qué, pero me dio por cruzar las piernas, haciendo que mi falda se suba un poco, dejando al descubierto más piel. Los ojos de Federico automáticamente se posan en mis piernas desnudas y veo cómo traga duro. En ese momento me da una idea loca... vamos a ver qué tanto aguantas las provocaciones de tu querida hijastra. Me iré al infierno, pero mi madre me la debe y él también. No soy una perita en dulce y no me gusta que quieran pasar por encima de mí. Y lo que hizo mi madre ayer fue muy malo, así que ahora me vengaré yo, haciendo que su noviecito se vuelva loco con mi sola presencia.

- ¿Nos vamos? - este quita la mirada de mis piernas.

- Sí, claro - nos subimos a su lujoso auto y durante el recorrido nadie dijo nada. Cuando llegamos a la empresa, todos se quedan viéndome y la verdad, fue lo más incómodo del mundo.

- Federico, hijo - una señora de unos 60 años, muy elegante, se apareció en nuestro camino.

- Hola, madre, ¿cómo estás? -

- Bien, hijo - esta posa su mirada en mí - ¿y quién es esta belleza de mujer? ¿No me digas que es tu novia? - ambos nos miramos horrorizados y con algo de rubor en las mejillas.

- No, madre, ella es mi asistente, Olivia - su madre hace una mueca de decepción.

- Qué lástima, hubieras sido una perfecta nuera. Eres preciosa, Olivia.

- Eh... gracias, señora...

- Mercedes, dime Mercedes - no entiendo por qué tiene tanta confianza conmigo si apenas nos conocemos.

- Hijo, ¿cuándo conoceré a mi nuera? ¿O es que no piensas tener a nadie a tu lado? - así que sus padres aún no conocen a mi madre... interesante.

- Mamá, todo a su tiempo. Ahora nosotros nos vamos porque tenemos que trabajar. Adiós, madre - le da un beso en la mejilla y luego ella me da uno a mí.

- Adiós, querida, espero verte pronto.

- Adiós, señora Mercedes

 - le caíste bien a mi madre - me deja entrar a su oficina y vaya que es grande.

- Así que tu familia aún no sabe que estás con una mujer  mayor que tú - me cruzo de brazos y apoyo mi trasero en el escritorio.

- No, aún no.

- Y ¿cuándo se lo piensas decir? ¿Ustedes se van a casar? ¿No piensas que ya es hora?

- Lo sé, pero no sé cómo se lo vayan a tomar.

- Dime algo, Federico, ¿tú quieres ser padre? - este me mira como si no entendiera el porqué de la pregunta.

- No ahora, pero sí más adelante.

- Pues déjame decirte que la única hija que vas a llegar a tener voy a ser yo.

- ¿Quién quita que tu madre termine dándote un hermanito? - me río por su comentario.

- Mamá no puede dar más hijos, ella se operó para no tener más bebés hace 3 años - este abre la boca... creo que no lo sabía.

- ¿Ella no te lo dijo?

- Creo que omitió ese detalle.

- Bueno, pues ahí lo tienes, así que yo de ti, si te vas a quedar con mi madre, empezaría a tratarme mejor, porque yo soy lo más cercano que vas a tener de un hijo.

- Siempre podemos adoptar.

- A ver, Federico, mi madre no quiere más hijos... Tú ¿por qué crees que se mandó a quitar la matriz? No quiere más bebés.

- Puedo hacerla cambiar de opinión - me acerco a él y veo que se pone nervioso. Toco su hombro y le doy palmaditas.

- Suerte con eso, Fede. ¿O quieres que mejor te diga papi? - eso último lo digo de una manera tan sensual que este abre su boca y luego tensa su mandíbula. - Bueno, ¿me mostrarás qué debo hacer?

este asiente y comienza a decirme cómo es mi trabajo. La verdad es pan comido, aunque debo acompañar al inútil a sus reuniones y viajes, cosa que no me emociona mucho, por el solo hecho de compartir más tiempo con él.

En la hora de almuerzo bajo a comer algo y veo una mesa vacía, así que me siento a comer mi almuerzo con tranquilidad hasta que una chica se para a mi lado.

- Hola - dice de manera inocente.

- Hola.

- ¿Puedo sentarme? - dice señalando la silla vacía.

- Claro, siéntate.

- ¿Cómo te llamas? ¿Eres nueva, cierto?

- Sí, me llamo Olivia, soy la asistente de presidencia. ¿Y tú?

- Soy María Fernanda, pero todos me llaman Mafe. Trabajo en la parte de contabilidad. Bienvenida a la empresa.

- Gracias, Mafe - hablamos un rato de nuestras vidas y cuando ya es hora de volver, ella me dice.

- Oye, ¿hoy en la noche vamos a ir unos amigos de la empresa a una fiesta, te animas a ir?

- Hmm, ¡me encantaría! ¿Me podrías enviar la dirección y la hora por mensaje?

- Claro, adiós, Oli.

- Adiós, Mafe. ¡Genial, hoy tengo fiesta!

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