Veo al imbécil de Federico sentado en el sofá con los brazos cruzados. ¿Qué le pasa? ¿Ni que fuera mi padre para estar de cuida conmigo?
- ¿Vas a responder?
- Mira, Federico, primero que todo, ya soy mayor de edad y segundo, tú no eres mi padre para que te dé explicaciones - se para y queda muy cerca de mí... joder, esto es incómodo.
- Tal vez no sea tu padre, pero vives en mi casa.
- Por obligación - lo interrumpo.
- Como sea, pero debes respetar. Tu madre estaba preocupada.
- Esa golpeadora, no lo creo. O dime, ¿dónde está que no la veo?
- Le dije que se fuera a dormir, que yo te esperaría. Y no hables así de ella, tal vez se pasó con lo que hizo, pero ella te adora.
- Sabes, no quiero hablar del tema contigo. Si tanto te molesta que llegue tarde a tu casa, está bien, no volverá a pasar.
- Olivia, esta también es tu casa - doy un suspiro algo cansada.
- No lo es y nunca lo será. Quiero mi casa, quiero mi cuarto, pero mi madre fue tan egoísta que solo pensó en ella y no en mí.
- Eso es mentira, Olivia. Ella se desvive por ti. No sabes todo lo que le costó decir que estaba con alguien, siempre pensaba en tu reacción.
- Ya te dije, no quiero hablar del tema.
- Está bien, te quería preguntar si quieres trabajar en la empresa.
- Sí, pero porque Necesito el dinero.
- Sabes que yo pu... - no dejo que termine la frase.
- No, no puedes, así que acepto tu propuesta, pero nadie puede saber que yo soy la hija de tu futura esposa, ¿entendido?
- ¿Por qué no quieres que sepan?
- Porque no, así que adiós - me subo, pero antes escucho.
- Nos vamos a las 8 am.
- Ok - entro a mi habitación y me tiro a la cama quedando profundamente.
A la mañana siguiente me levanto temprano y comienzo a buscar qué ponerme, pero no encuentro nada. Todo es ropa informal, así como para alguien de mi edad. Pero ahora lo que necesito es ropa formal, porque soy la asistente de Federico, tengo que tener buena presentación. Busco y busco hasta que me acuerdo de la falda tubo que me regaló mi amiga Aleja y una blusa elegante que antes era de mi madre cuando era joven.
- Bueno, creo que con esto bastará. Apenas tenga mi primer sueldo, iré a comprar algo de ropa - bajo las escaleras con mucho cuidado de no caer, ya que no estoy acostumbrada a caminar en tacones. Cuando llego a la cocina, está la señora del servicio.
- Hola, Marta.
- Hola, mi niña, ¡qué guapa estás! - me río y comienzo a tomar mi café.
- Y Federico.
- En un momento baja, tu madre salió temprano.
- Ok - me concentro en mi desayuno hasta que escucho la voz de Federico.
- Buenos días - este se sienta a mi lado y veo cómo su mirada pasa por mi atuendo.
- Te ves bien.
- Gracias - no sé por qué, pero me dio por cruzar las piernas, haciendo que mi falda se suba un poco, dejando al descubierto más piel. Los ojos de Federico automáticamente se posan en mis piernas desnudas y veo cómo traga duro. En ese momento me da una idea loca... vamos a ver qué tanto aguantas las provocaciones de tu querida hijastra. Me iré al infierno, pero mi madre me la debe y él también. No soy una perita en dulce y no me gusta que quieran pasar por encima de mí. Y lo que hizo mi madre ayer fue muy malo, así que ahora me vengaré yo, haciendo que su noviecito se vuelva loco con mi sola presencia.
- ¿Nos vamos? - este quita la mirada de mis piernas.
- Sí, claro - nos subimos a su lujoso auto y durante el recorrido nadie dijo nada. Cuando llegamos a la empresa, todos se quedan viéndome y la verdad, fue lo más incómodo del mundo.
- Federico, hijo - una señora de unos 60 años, muy elegante, se apareció en nuestro camino.
- Hola, madre, ¿cómo estás? -
- Bien, hijo - esta posa su mirada en mí - ¿y quién es esta belleza de mujer? ¿No me digas que es tu novia? - ambos nos miramos horrorizados y con algo de rubor en las mejillas.
- No, madre, ella es mi asistente, Olivia - su madre hace una mueca de decepción.
- Qué lástima, hubieras sido una perfecta nuera. Eres preciosa, Olivia.
- Eh... gracias, señora...
- Mercedes, dime Mercedes - no entiendo por qué tiene tanta confianza conmigo si apenas nos conocemos.
- Hijo, ¿cuándo conoceré a mi nuera? ¿O es que no piensas tener a nadie a tu lado? - así que sus padres aún no conocen a mi madre... interesante.
- Mamá, todo a su tiempo. Ahora nosotros nos vamos porque tenemos que trabajar. Adiós, madre - le da un beso en la mejilla y luego ella me da uno a mí.
- Adiós, querida, espero verte pronto.
- Adiós, señora Mercedes
- le caíste bien a mi madre - me deja entrar a su oficina y vaya que es grande.
- Así que tu familia aún no sabe que estás con una mujer mayor que tú - me cruzo de brazos y apoyo mi trasero en el escritorio.
- No, aún no.
- Y ¿cuándo se lo piensas decir? ¿Ustedes se van a casar? ¿No piensas que ya es hora?
- Lo sé, pero no sé cómo se lo vayan a tomar.
- Dime algo, Federico, ¿tú quieres ser padre? - este me mira como si no entendiera el porqué de la pregunta.
- No ahora, pero sí más adelante.
- Pues déjame decirte que la única hija que vas a llegar a tener voy a ser yo.
- ¿Quién quita que tu madre termine dándote un hermanito? - me río por su comentario.
- Mamá no puede dar más hijos, ella se operó para no tener más bebés hace 3 años - este abre la boca... creo que no lo sabía.
- ¿Ella no te lo dijo?
- Creo que omitió ese detalle.
- Bueno, pues ahí lo tienes, así que yo de ti, si te vas a quedar con mi madre, empezaría a tratarme mejor, porque yo soy lo más cercano que vas a tener de un hijo.
- Siempre podemos adoptar.
- A ver, Federico, mi madre no quiere más hijos... Tú ¿por qué crees que se mandó a quitar la matriz? No quiere más bebés.
- Puedo hacerla cambiar de opinión - me acerco a él y veo que se pone nervioso. Toco su hombro y le doy palmaditas.
- Suerte con eso, Fede. ¿O quieres que mejor te diga papi? - eso último lo digo de una manera tan sensual que este abre su boca y luego tensa su mandíbula. - Bueno, ¿me mostrarás qué debo hacer?
este asiente y comienza a decirme cómo es mi trabajo. La verdad es pan comido, aunque debo acompañar al inútil a sus reuniones y viajes, cosa que no me emociona mucho, por el solo hecho de compartir más tiempo con él.
En la hora de almuerzo bajo a comer algo y veo una mesa vacía, así que me siento a comer mi almuerzo con tranquilidad hasta que una chica se para a mi lado.
- Hola - dice de manera inocente.
- Hola.
- ¿Puedo sentarme? - dice señalando la silla vacía.
- Claro, siéntate.
- ¿Cómo te llamas? ¿Eres nueva, cierto?
- Sí, me llamo Olivia, soy la asistente de presidencia. ¿Y tú?
- Soy María Fernanda, pero todos me llaman Mafe. Trabajo en la parte de contabilidad. Bienvenida a la empresa.
- Gracias, Mafe - hablamos un rato de nuestras vidas y cuando ya es hora de volver, ella me dice.
- Oye, ¿hoy en la noche vamos a ir unos amigos de la empresa a una fiesta, te animas a ir?
- Hmm, ¡me encantaría! ¿Me podrías enviar la dirección y la hora por mensaje?
- Claro, adiós, Oli.
- Adiós, Mafe. ¡Genial, hoy tengo fiesta!
Estoy en mi cuarto organizándome para ir a la fiesta a la que me invitó Mafe. Me decido por una falda, un crop top y unas botas altas que me llegan más arriba de la rodilla.—¿A dónde vas tan arreglada? —me volteo y veo a mi madre parada en la puerta.—Voy a salir con gente de la oficina —respondo seca mientras peino mi cabello.—Hija, no podemos seguir así. Lamento lo que hice, en serio, no quería pegarte, pero tú también te pasaste con tu comentario —me volteo para verla y me acerco a ella.—Mamá, ya pasó, no hay problema —le dedico una sonrisa falsa y, como me conoce tan bien, solo suelta un suspiro.—No vengas tarde y no tomes mucho.—Tranquila, voy a estar bien —tomo mi bolso y bajo las escaleras, pero me encuentro con Federico, que está tomando una copa.—¿A dónde vas?—¿Acaso a todos debo darles una explicación? —este se levanta.—Pues sí.—No eres mi padre.—Pero pronto seré tu padrastro —me río en su cara y le digo—: En tus sueños, jamás te voy a ver como un padre, así que vet
Federico me mira algo molesto mientras acaricia mi mejilla.- Es mejor que te vayas a dormir, estás muy tomado y no sabes lo que haces.- ¿Estás con ese imbécil? Por eso no me dejaste besarte.- No se trata de eso. Tú eres el futuro esposo de mi madre, así que respétala y respétame a mí. - Subo las escaleras y entro a mi habitación. Lo sé, ¿quién me entiende? Primero lo quería provocar porque mi mamá me pegó, pero ahora no. Es mejor dejar las cosas así, ahorrar dinero y comenzar con mi carrera, pero en una universidad lejana, lejos de él y de mi madre. Me tiro a la cama y me quedo dormida.A la mañana siguiente, me levanto temprano y entro al baño, dándome una ducha de 20 minutos, ya que todavía es temprano. Cuando salgo, busco una falda y una chaqueta. Amo el negro y, como no quiero ponerme tacones, decido colocarme unos botines bolicheros. Bajo a tomar el desayuno, pero cuando entro a la cocina, me encuentro con la horrible escena de mi madre besándose apasionadamente con Federico. N
Estoy en casa de mi amiga Aleja pasando el día, ya que no quiero estar en casa. Bueno, si es que se le puede llamar casa. Le cuento todo a mi amiga y ella queda algo sorprendida, ya que mi madre nunca me ha puesto la mano encima.- Qué cagada con tu madre, amiga. Pero deberías relajarte, ella quiere estar con él. ¿O es que acaso tú...? Oh, por Dios, ¡tienes celos!- ¡Por Dios, cállate! Es el novio de mi madre.- ¿Y? Es un hombre bastante atractivo.- Sí, pero... Joder, amiga, no sé qué me pasa con él. Cuando estoy cerca de él, me pongo nerviosa y cuando me toca, siento cómo toda mi piel se eriza con su solo toque. Una parte de mí lo odia, pero otra parte de mí siente algo por él y me quiero matar porque ese hombre es prohibido para mí.- Estás en una tremenda vaca loca, amiga, pero pase lo que pase, yo te apoyo. Pero ahora, cuéntame del chico del bar.- Bueno, se llama Abel, tiene 23 años, trabaja de noche y en el día estudia ingeniería civil.- ¿Y qué tal es contigo?- Él aparenta ten
- Olivia, nos vamos ya de aquí.- Ya déjame, Federico. ¿Qué haces aquí? Además, ¿cómo sabías que estaba aquí?- Conozco gente que se mueve en este medio y supuse que estabas aquí - este me empieza a arrastrar, pero yo me niego.- ¡Basta, Federico! ¡No puedes obligarme a irme!- Claro que puedo. No puedo creer que estés en estos lugares. Ya no eres una niña.- Exacto, ya no soy una niña. Ya puedo hacer lo que se me cante - cuando intento soltarme, las sirenas de la policía empiezan a sonar.- ¡Mierda, la policía! - todo se volvió un caos. Federico toma con fuerza mi mano y comenzamos a correr. Ahora sí estoy cooperando, pero me preocupo por mi amiga y por Abel.- Vamos, ya casi llegamos al auto - cuando llegamos al auto, nos montamos rápidamente y arrancamos de golpe. Siento mi corazón que va a toda prisa por la adrenalina. Cuando estamos lo suficientemente alejados, él para en un camino desolado y toma una profunda respiración.- ¿Se puede saber por qué m****a estabas en una carrera il
Federico está parado en mi puerta con la cara roja, pero cuando ve lo que tengo puesto, su expresión cambia totalmente. Sus ojos se oscurecen y traga duro.- ¿Qué haces aquí? - Me escudriña con la mirada, pero luego reacciona.- Tápate, Olivia.- ¿Y si no quiero? - Digo en tono altanero.- Deja de comportarte como una niña. - Él y su maldito comentario. Me acerco a él y me pego a su cuerpo.- ¿Quieres que te muestre de nuevo lo que puede hacer esta niña? - Parece estático, así que lo tomo del saco y lo tumbó en la cama. Como suena música sexy, aprovecho y comienzo a bailarle de manera muy sensual, acariciando todo mi cuerpo.- ¿Te gusta lo que ves, papi? - Veo cómo su miembro comienza a despertar y sonrío por lo que he logrado. Pero ahora va mi venganza. Tomo el broche de mi sostén y lo quito, bajando lentamente el sostén para dejar expuestos mis senos. Antes de que esto suceda, Federico me detiene.- ¡No lo hagas! Por Dios, Olivia, soy tu padrastro, me casaré con tu mamá, no puedes ha
Pov FedericoEsta niña me va a matar, juro que lo hará. Cuando Luciana me dijo que tenía una hija, pensé que sería fácil, pero cuando conocí a Olivia me di cuenta de que no. La chiquita es rebelde, obstinada, tiene una lengua bastante suelta y a cada rato me hace enojar, pero lo peor de todo es que me encanta. La chiquita me encanta, me trae loco. Ella no tiene límites, le encanta desobedecerme y aparte ni me respeta; cuando la vi en ropa interior, juro que estuve a punto de tomarla ahí mismo y hacerla mía. La muy descarada logró lo que quería, excitarme como un adolescente, y lo peor de todo es que cada vez que me acuesto con Luciana, me imagino que es Olivia la que estoy follando. Esto se está saliendo de control y aparte está saliendo con ese tipo de esa moto que hace carreras ilegales. Eso me preocupa, tengo miedo de que le pase algo.- Amor, ¿qué te tiene tan pensativo? - dice Luciana, tapándose luego de haber tenido sexo.- Tu hija - digo sin pensarlo, pero me compongo -. Ella no
Pov OliviaDios, me duele todo el cuerpo. Siento mis párpados pesados, pero hago todo el intento de abrir los ojos hasta que lo logro. Al abrirlos, me topo con una figura masculina... qué hombre tan guapo. Al verme, se pone feliz, pero ni siquiera lo conozco, no sé dónde lo he visto y, además, no sé dónde estoy.—¿Quién... quién eres tú? —La mirada del hombre guapo muestra preocupación y rápidamente sale de la habitación, pero aparece a los segundos con un doctor.—Señorita, qué bueno que despertó. ¿Me quiere decir cómo se llama? —¿Cómo me llamo? Yo... yo...—Este, yo me llamo... —Mierda, ¿por qué no recuerdo cómo me llamo? ¿Qué me pasa?—¿Señorita?—Doctor, no sé cómo me llamo, no lo recuerdo.—¿Sabe por qué está aquí?—No, ¿qué me pasó?—Tuvo un accidente en una moto. —Dios, ¿por qué no lo recuerdo?—Doctor, no me acuerdo de nada, ¿por qué no me acuerdo de nada? —Comienzo a alterarme, pero el chico guapo toma mi mano y me tranquiliza.—Hey, pequeña, tranquila.—¿Quién eres tú? No me
Me levanto de golpe al sentir una puerta cerrarse de golpe. Cuando volteo, veo a Fede completamente dormido; al parecer nada lo despierta. Retiro su brazo de mi cintura y me paro con cuidado para meterme al baño a darme una pequeña ducha. Cuando salgo, veo que mi padrastro ya no está, así que me arreglo con tranquilidad.Es rara la pinta, lo sé, pero me encanta. Es atrevido, pero no importa.—Nena, ¿vamos al centro comercial? —dice Aleja por videollamada.—Mmm, no sé, sabes que no me puedo mover mucho todavía.—Lo sé, pero solo será un rato, es para que te despejes.—Está bien, nos vemos allá.Colgamos y tomo mis cosas, pero cuando voy a salir soy jalada de una manera muy fuerte. Cuando volteo para ver quién es, veo que es mi madre.—¡Mamá, qué susto me diste! —Ella me mira con furia y con ganas de matarme.—Que sea la última vez que te veo cerca de mi hombre.—¿Pero de qué hablas?—No te hagas la mosquita muerta. Los vi esta mañana mientras dormían muy juntitos en tu cama. ¡Deja de se