Federico me tiene acorralada contra la pared mientras me besa desaforadamente. Paso mis manos por su cuello y lo atraigo más hacia mí, haciendo que él suelte un gruñido de placer. Nos separamos un poco y él me mira con su mirada penetrante.— Me tienes loco, pequeña — murmura mientras ataca mi cuello, dejando leves marcas. Mientras tanto, yo comienzo a levantar su camisa. Con cuidado, él me tira sobre la cama y empieza a repartir besos por todo mi cuerpo, que está solo cubierto por mi ropa interior. Él acaricia mi cuerpo, haciéndome sentir sensaciones que nunca había experimentado. Con sus manos grandes, comienza a masajear mis senos, arrancándome gemidos.— Fede... — escucho como una puerta se cierra.— Fede, amor, ¿estás en casa? — Federico y yo nos miramos asustados y nos separamos de golpe.— ¿Qué hacemos? — digo mientras me pongo ropa.— Tranquila, vamos a actuar como si estuviéramos teniendo una conversación de padre a hija.— ¿En serio? — digo sin poder creerlo, pero es demasiad
Abel permanece parado enfrente de mí, sin importar que se esté mojando a causa de la lluvia. No sé si deba confiar en él, pero no tengo a dónde ir, no me queda más opción.- Está bien - tomo su mano algo tímida y me ayuda a montar mis cosas en su auto. Ambos nos montamos y él arranca el carro. Después de 20 minutos llegamos a un edificio. Él me ayuda a bajar mis cosas y tomamos un ascensor que nos lleva hasta el último piso. Cuando llegamos, veo un apartamento espacioso, aunque poco decorado.- Bienvenida a mi hogar - dice señalando el lugar.- Gracias - observo que tiene varias fotografías y pósters de motos.- Ven, te mostraré donde vas a dormir - me lleva a una habitación bastante cómoda.- Espero que sea de tu agrado. Puedes decorarla como quieras.- Abel, no te preocupes. Solo serán unos días que me quedaré aquí.- Preciosa - esa palabra, esa sola palabra me hace sentir una sensación que no me gusta.- No me digas así, por favor.- ¿Te molesta?- Es solo que me da una sensación in
**3 años después**Han pasado tres años desde que me fui a vivir a España, dejando todo mi pasado. Intenté hablar con Fede para explicarle por qué me fui así, pero él me trató muy mal, diciendo que era una desagradecida, entre otras cosas, sin siquiera dejarme explicar lo que pasó. Así que mejor no insistí más, aunque no hay día en que no piense en él. Ahora vivo en un apartamento en el centro. Abel, como siempre, ha estado conmigo. Al principio intentó que tuviéramos algo, pero tuve que ser sincera con él y confesarle que estaba enamorada de otro hombre. Él lo entendió y desde entonces nos hemos convertido como en hermanos, cuidando el uno del otro. Ahora trabajo para una editorial como secretaria del jefe y la verdad me ha ido bien, porque pronto podré empezar en la universidad.Estoy terminando de arreglar mi atuendo y luego me doy una pequeña maquillada.- ¡Abel! ¡Me voy! - Abel aparece con cara de poco sueño.- Cuídate, linda. - Me da un beso y luego se retira a su cuarto.Cuando
Me quedé quieta sin saber qué decirle a Greg. La verdad, nunca pensé decirle la verdad a Greg, pero aquí estaba él, preguntándome por qué negué a Federico y a Luciana.—Greg, las cosas entre nosotros no terminaron bien.—¿A qué te refieres? —pregunta él, queriendo saberlo todo.—Mi madre me echó de la casa porque me vio como una amenaza a su compromiso y, cuando intenté explicarle las cosas a Federico, este simplemente no me escuchó. Así que decidí empezar mi vida lejos.—Vaya, debió ser muy duro para ti.—Lo fue, pero de estas cosas se aprende.—¿Crees que podrás trabajar con ellos?—Soy profesional, no mezclo lo personal —él me sonríe.—Esa es mi chica. —Cuando volvemos a la reunión, veo a Federico y a Luciana bastante acaramelados. Creo que fue un golpe duro para mí.—Federico, qué pena interrumpir, pero nosotros ya nos vamos.—Bueno, que les vaya bien. Ah, les mandaré la invitación de nuestra boda. —Cuando dice eso, me tenso por completo, pero decido ser fuerte y responder.—Claro.
Escucho cómo alguien toca mi puerta, pero lo ignoro por completo. No quiero que nadie me vea en esta situación. Después de tantos años, me vuelvo a sentir muy débil y odio sentirme así.—Olivia, preciosa, abre la puerta. Sé que estás ahí —Greg hablaba y hablaba hasta que decidí abrir la puerta. Cuando lo vi, no lo dudé: me tiré en sus brazos y comencé a llorar. Al verme tan mal, nos llevó a la oficina y cerró la puerta. Luego nos sentamos en un sillón, y mientras lloraba, él solo besaba mi cabeza y acariciaba mi espalda.—Tranquila, aquí estoy.—Greg, me siento tan mal. Durante todo este tiempo intenté ser fuerte, pero hoy no puedo. Siento como si todas las barreras que coloqué a mi alrededor se estuvieran cayendo, y eso me hace sentir débil.—Preciosa, no está mal sentirse así. Todos, en algún momento, experimentamos eso. Lo importante es saber levantarse y no quedarse lamentándose.—Odio que ellos estén aquí.—Si tú quieres, rompo el negocio con ellos.—Perderías la editorial si lo r
Me encuentro llorando en los brazos de Abel mientras él me da leves caricias en la espalda.- ¿Por qué es así? - digo en un susurro.- Porque es un imbécil, pero ya verás que pronto se va a arrepentir de sus palabras - me seco las lágrimas y me levanto.- Debo darme un baño, tengo que irme al trabajo.- ¿Por qué no te quedas? Te ves algo pálida.- Estoy bien, solo necesito un baño - entro a la ducha y siento cómo el agua caliente va relajando mi cuerpo, que hace unos minutos estaba tenso. Cuando salgo, busco unos pantalones y una blusa.Amo el color rojo y además me sienta de maravilla.- Abel, ya me voy - cuando estoy por irme, Abel toma mi mano.- Espera, Olivia, te veo muy pálida. ¿Estás segura de que estás bien? - la verdad es que me siento muy mal, pero no quiero quedarme en casa pensando en Federico.- Estoy bien, Abel, tú tranquilo - le doy un beso en la mejilla y salgo de casa tomando un taxi que me lleva a la oficina. Cuando llego, mi celular suena y veo que es mi amiga Aleja.
POV OliviaAbro mis ojos lentamente y me doy cuenta de que estoy en un hospital. Cuando intento levantarme, un mareo repentino me obliga a recostarme de nuevo. La puerta se abre y aparece Greg, quien corre hacia mí y me abraza.- Dios, Olivia, qué bueno que despertaste. Nos asustaste.- ¿Qué me pasó?- Tuviste una anemia aguda, pero con la transfusión de sangre estás mejorando. Hoy tienes más color al menos.- ¿Mi madre donó sangre? - Su expresión cambia.- No, Olivia, tu madre no quiso venir. - Siento como si una daga se clava en mi corazón. Debería estar acostumbrada, pero aún me duele.- Ya me lo esperaba. Entonces, ¿quién donó la sangre?- Federico. - Mi corazón comienza a latir con fuerza de emoción. Federico me salvó la vida.- ¿Dónde está?- Ya viene, se estaba dando una ducha. No se ha movido de aquí, al igual que yo.- Gracias, en serio. - Tomo su mano y la aprieto.- Sabes que haría cualquier cosa por ti.- Lo sé. - La puerta se abre de nuevo, revelando a un Federico recién b
Entramos al apartamento de Federico mientras nos besamos con desesperación. Con manos temblorosas, retiro su saco y luego comienzo a desabotonar su camisa. Él sube mi camisa y me la quita, dejando a la vista mis pechos que ya no tienen sostén.- Eres preciosa - posa sus manos en mis senos y comienza a hacer masajes y ejercer presión, haciendo que suelte leves gemidos de placer. Acaricio su torso con mis manos y lentamente comienzo a bajarlas hasta llegar a su bulto y acariciarlo por encima del pantalón. Federico suelta unos gruñidos mientras toma mi trasero y lo aprieta con fuerza.- Te deseo, Olivia, no sabes cuánto - quita mi pantalón dejándome solo en bragas y él hace lo mismo con los suyos. Al verlo casi desnudo, me excito más, así que lo tumbé en la cama y me subí encima de él, comenzando a moverme sobre su miembro, que está bastante duro. Federico mete las manos dentro de mi tanga de encaje y comienza a apretarme el trasero, ayudándome a ir más rápido.- Por favor, Olivia, ya qui