capitulo 1

"Jódeme, el hombre que tengo al frente es un hombre de unos 26 o 27 años, o sea, es 10 años menor que mi madre. ¿Qué pensó mi mamá en el momento de meterse con este tipo? Pero bueno, no hay que negar que es bastante guapo... ¡Mierda, Olivia, concéntrate! Es el novio de tu madre.

- Hola, Federico, un placer - extiendo mi mano y él la recibe. Una corriente eléctrica atraviesa todo mi cuerpo, pero la ignoro cuando mi madre habla.

- Vamos a pasar al comedor, la cena está lista - nos sentamos todos y comenzamos a comer.

- Bueno, ¿y cómo se conocieron? - pregunto tratando de romper el hielo.

- Bueno, tu madre me curó una herida, es una excelente enfermera.

- Sí, lo es.

- ¿Y tú a qué te dedicas?

- Soy empresario, tengo una empresa de telecomunicaciones.

- ¿Tú eres el jefe?

- Así es - vaya, no puedo creer que un hombre tan joven ya sea tan exitoso.

- ¿Y tú a qué te dedicas, Olivia?

- Bueno, ahora estoy buscando trabajo para poder pagar la carrera que quiero estudiar, pero al parecer el trabajo está escaso.

- Oye, ¿y por qué no vienes a trabajar a mi oficina como mi asistente? Estoy buscando una.

- Em... no creo que sea correcto - digo algo apenada.

- Hija, Federico quiere ayudar.

- Sí, ahora somos familia y entre la familia se ayuda - joder, esto sí que es raro.

- Además, hija, hay algo que debes saber - más sorpresas... joder, voy a terminar detestándolas.

- ¿Qué cosa, mamá?

- Nos iremos a vivir mañana mismo a la casa de Federico - me paro de golpe.

- ¡¿Qué?!, mamá, ¿estás loca? Apenas lo conozco, no puedes decir eso.

- Hija, ya llevamos tiempo juntos, queremos dar ese paso.

- Mamá, por Dios, míralo, es un joven, es mucho menor que tú, puede ser tu hijo - bueno, esto se está saliendo de control.

- ¡Pero no lo es!

- Mamá, irnos a vivir a su casa ya es mucho - Federico mira la escena sin saber qué hacer, y le agradezco que se esté callado.

- La decisión está tomada, Olivia.

- ¡Nunca me tienes en cuenta para nada! - tiro la servilleta y me levanto de la mesa, pero antes la escucho decir.

- Mañana a primera hora nos vamos, así que quiero que estés lista - m*****a sea, a buena hora le dio a mi madre por enamorarse, y más de un hombre mucho menor que ella. Me tiro a la cama y, con el vestido, me quedo dormida.

- Olivia, levántate, ya es hora - mi madre me levanta a regañadientes y me obliga a darme un baño. Cuando ya estoy lista, bajo y veo a Federico... genial, se quedó aquí a dormir.

- Buenos días, Olivia.

- No sé qué le ves de bueno - digo de mala gana, y mi madre me mira fulminándome con la mirada.

- Cuida tu lenguaje, Olivia - decido no desayunar y, durante el viaje, me la paso en silencio. Cuando llegamos a la casa, es una casa enorme, muy ostentosa... claro, necesita lucir sus millones.

- ¿Te gusta la casa, Olivia? - pregunta Federico.

- Es bonita.

- Ven, te mostraré lo que será tu nueva habitación - subimos unas escaleras y luego llegamos a una puerta, Federico la abre y abro mis ojos al ver lo grande que es mi habitación, aunque un poco blanca para mi gusto.

- ¿Qué te parece? Si no te gusta, puedes decorarla como quieras - odio que se porte así de formal conmigo.

- Así está bien, gracias - digo seca. - ¿Podrías dejarme sola? Quiero arreglar mis cosas y darme un baño, si es posible.

- Sí, claro - me paso todo el día acomodando mis cosas. La habitación es muy linda, pero no es la mía, extraño mi casa. Tomo la foto de mi padre y la pego a mi pecho.

- ¿Por qué tenías que morir? - unas lágrimas se me escapan, pero justo abren la puerta, entonces las seco rápidamente.

- ¿Está bien? - tenía que ser Federico.

- No te enseñaron a tocar la puerta? - digo algo enojada.

- Toqué, pero no hubo respuesta, y pensé que te había pasado algo.

- No tiene por qué preocuparse por mí - cuando voy a entrar al baño, él toma mi mano y vuelvo a sentir esa corriente eléctrica.

- ¿Por qué llorabas? - qué hombre tan metido.

- Mira, Federico, con todo respeto, tú puedes ser el novio de mi madre, pero no eres nada mío, así que no te metas - él me dedica una sonrisa, y no sé por qué.

- Te equivocas, Olivia, pronto seré tu padrastro, ya que tu madre y yo nos vamos a casar - esperen, ¿qué dijo? Se van a casar, pero... ¿y papá? Siento la sangre ponerse caliente por todo mi cuerpo, y de un jalón me suelto de él, corriendo hacia donde está mamá. La veo que está cocinando unas cosas.

- ¡¿Te vas a casar?! - mi mamá me mira asustada, y luego mira a Federico.

- Hija, te lo iba a decir...

- ¿Cuándo? ¿Cuándo ya estuvieras casada? - siento dolor en mi pecho, los ojos me pican, pero no le daré el gusto a ese imbécil de verme llorar.

- Hija, yo amo a Federico, merezco ser feliz.

- Sí, eso lo sé, pero casarte, ¿es en serio?

- Olivia, amo a tu madre - la toma de la cintura y la pega a su cuerpo.

- Saben qué... al diablo, por mí, hagan lo que se les dé la regalada gana. Ya veo que nunca amaste a mi padre - veo los ojos de mi madre estallados en furia y, en un rápido movimiento, me suelta una cachetada que hace que mi cara arda.

- ¡Luciana! - Federico la toma, y cuando volteo mi cara, mi madre me mira horrorizada.

- Hija... - Cuando intenta acercarse, yo doy un paso atrás y la miro con odio.

- ¡Váyanse a la m****a! - Salgo de esa m*****a casa y me dirijo al bar más cercano.

- ¡Hola, preciosa! ¿Qué te sirvo?

- Dame un vodka doble - el chico frunce el ceño... vaya, sí que es lindo.

- ¿Penas de amor, preciosa?

- No, más bien un padrastro que me cae al culo y una madre maltratadora.

- Bueno, juré que sería una pena de amor. ¿Cómo te llamas?

- Olivia, ¿y tú?

- Abel, es un placer - me entrega el trago y comenzamos a hablar. Abel es un chico agradable, estudia ingeniería civil y trabaja en las noches en este bar. Tiene 23 años y vive solo, ya que su familia es de México. Así es, Abel es mexicano y es bastante guapo.

- Bueno, linda, ¿por qué no aceptas la propuesta de trabajar con tu padrastro?

- Estás loco, ni loca pienso hacer eso.

- Vamos, Olivia, necesitas ese trabajo, y sabes que ahora la situación está complicada. Sé que te urge entrar a estudiar, pero necesitas ese dinero - Dios, el chico tenía razón. Quiero entrar a estudiar ya, pero necesito el jodido dinero.

- Dios, voy a tener que agacharle la m*****a cabeza a ese imbécil.

- No lo tienes que hacer, simplemente pregúntale si sigue en pie la propuesta de trabajo y listo.

- Tienes razón - miro mi reloj y veo que son las 2 am, ya es tarde, se me fue el tiempo volando.

- Debo irme, Abel.

- Espera, ¿me das tu número? - Le sonrío y le doy mi número.

- Me encantó conocerte - este me da un beso en la mejilla y me dedica una sonrisa moja bragas.

- Adiós, Abel - tomo un taxi y llego a la casa de Federico. Cuando paso por la puerta, una luz se enciende de golpe, haciéndome sobresaltar.

- ¿Qué son estas horas de entrar, señorita?

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