Federico me mira algo molesto mientras acaricia mi mejilla.
- Es mejor que te vayas a dormir, estás muy tomado y no sabes lo que haces.
- ¿Estás con ese imbécil? Por eso no me dejaste besarte.
- No se trata de eso. Tú eres el futuro esposo de mi madre, así que respétala y respétame a mí. - Subo las escaleras y entro a mi habitación. Lo sé, ¿quién me entiende? Primero lo quería provocar porque mi mamá me pegó, pero ahora no. Es mejor dejar las cosas así, ahorrar dinero y comenzar con mi carrera, pero en una universidad lejana, lejos de él y de mi madre. Me tiro a la cama y me quedo dormida.
A la mañana siguiente, me levanto temprano y entro al baño, dándome una ducha de 20 minutos, ya que todavía es temprano. Cuando salgo, busco una falda y una chaqueta. Amo el negro y, como no quiero ponerme tacones, decido colocarme unos botines bolicheros. Bajo a tomar el desayuno, pero cuando entro a la cocina, me encuentro con la horrible escena de mi madre besándose apasionadamente con Federico. No sé por qué verlos así me da un toque de rabia, como si tuviera... No, yo no puedo estar celosa. Ambos se percatan de mi presencia y se separan.
- Hija, lo siento, no te habíamos visto.
- Tranquila, sigan en lo suyo. Yo ya me voy.
- ¿No has desayunado? - dice señalando la comida, pero después de lo que vi, se me quitó el hambre y las ganas de estar cerca de ellos.
- Se me quitó el hambre. Ya me voy.
- Espera, nos vamos juntos - dice Federico.
- No, me voy sola. Pero no me iré en taxi, ya que Fede dice que esta casa también es mía. Supongo que sus autos también. Así que bajo a la cochera y veo todos los súper autos que tiene, hasta que me encuentro con un Audi que me tiene loca... Ese fue el que me subo y, antes de que sus guardias digan algo, arranco y me voy, dejándolos con cara de preocupación.
Al llegar a la oficina, todos me miran sorprendidos al ver en qué nave llegué.
- ¿Y ese auto? - dice Mafe.
- Es de la familia.
- ¿Acaso eres rica?
- Mi padrastro es rico, pero me presta sus cosas.
- ¿Y entonces, si es rico, por qué trabajas?
- No quiero que me mantenga él. - En ese momento, entra Federico con cara de pocos amigos. Al verme, su cara se pone peor.
- Señorita, la espero en mi oficina ahora. - Entra al ascensor y ambas nos miramos.
- Suerte con eso - dice Mafe mientras se va. Subo y, antes de entrar, tomo una bocanada de aire y entro.
- ¿Me necesitabas?
- Cierra la puerta. - Hago lo que me pide y él se levanta de golpe, caminando rápido hacia mí.
- ¿Se puede saber con qué permiso te llevaste mi auto? - Vaya, que estaba enojado, aunque me vale una... - Vamos, Fede, no te enojes. ¿No fuiste tú quien dijo que tu casa era mi casa? Pues yo deduje que también podía tomar los autos. Además... - Veo que se sienta, y soy tan mala que me siento encima de él, haciendo que se ponga nervioso.
- Tú ahora eres como mi padre, mejor padrastro, y se supone que los padrastros consienten a sus hijastras.
- No juegues conmigo, Olivia.
- No lo hago, es la verdad. ¿Por qué no puedes ser un padrastro normal?
- ¿Quieres que sea un padrastro normal? Está bien, vamos a empezar a poner reglas en la casa, porque eso hacen los padrastros. - Me paro de golpe y lo miro con cara de "quiero matarte".
- Tú no eres quien para ponerme reglas.
- Soy tu padrastro, y tu madre ya me dio la autorización de ponerte límites.
- No soy una niña pequeña.
- Pues, a veces, sí lo pareces. - No voy a discutir más con este imbécil.
- Sabes qué, haz lo que se te dé la gana. - Salgo de la oficina sin importarme sus gritos.
En la tarde, él entra como siempre a arruinar mi paz.
- Dame las llaves del auto. Tú te vas conmigo. - De mala gana, se las entrego, pero ni sueñes que me voy con él. Llamo a Abel.
- Hola, Abel, ¿qué haces?
- Hola, preciosa, acabo de salir de trabajar.
- Oye, ¿pasas por mí y hacemos algo?
- Claro, pásame la dirección.
- Ok, adiós. - Espero un rato y él me indica que ya llegó. Entonces, bajo. Cuando lo veo, este me recibe con un beso tierno.
- Estás preciosa.
- Gracias, tú estás muy guapo. - Me pasa su casco y, cuando me voy a montar, aparece corriendo Federico al lado de sus guardaespaldas.
- ¡Olivia! ¡No lo hagas!
- ¡Abel, arranca ya! - le grito y este, de inmediato, arranca, dejando a Federico y sus hombres atrás. Llegamos a su apartamento y allí pedimos comida china.
- Oye, ¿quién era ese?
- Era mi padrastro.
- Joder, pero si se ve joven.
- Pues sí, pero a mi madre le dio por meterse con un hombre mucho más joven que ella.
- No te gusta eso, ¿verdad?
- No lo sé... - Pasamos un rato viendo películas y dándonos uno que otro beso, hasta que llega mi hora de partir. Él me lleva a casa y, cuando entro, mi madre y Federico están allí en la sala.
- ¿Qué pasa, reunión familiar?
- ¿Por qué te estás yendo con un hombre en una moto? - Mi madre está enojada.
- ¿Te fuiste de sapo?
- Ella tenía que saber.
- Deja de meterte en mi vida.
- No le hables así. Respétalo, él solo se preocupa por ti.
- ¡Yo no le pedí que lo hiciera!
- Por Dios, Olivia, pareces una niña chiquita, conténtate.
- Sabes, Federico, me importa una m****a lo que pienses de mí.
- ¡Ya basta, Olivia! Me tienes cansado. Respeta a mi prometido.
- Pues ustedes también me tienen cansada.
- Olivia, no le digas esas cosas a tu madre. - Maldito infeliz, deja de meterte en mi vida.
- Tú deja de meterte donde no te han llamado. Porque tú eres un simple arrimado... - No termino la frase, ya que mi mamá me volvió a pegar, pero esta vez siento ardor y, al tocarme, veo manchas de sangre. Ambos me ven horrorizados, en especial esa señora que dice ser mi madre. Con la poca dignidad que me queda, me acerco a ella y le susurro:
- Esta será la última vez que me vuelvas a poner un dedo encima. Ahí te dejo con este. - Me subo a mi habitación. Veo que lo que me hizo fue un rasguño. Me lleno de ira y comienzo a tirar todo lo que tengo hasta que calmo mi rabia.
A la mañana siguiente, me levanto temprano, me doy una ducha y me coloco algo relajado, ya que no tengo que ir a trabajar. Veo que están los dos reunidos en la sala, tomando café, pero no quiero otro altercado, así que me voy directo a la puerta. Pero la voz de Luciana, o sea, mi madre, me detiene.
- Hija, ¿a dónde vas?
- Lejos de esta casa.
- Hija, ayer estaba muy enojada. Yo no... - La interrumpo antes de que diga otra m****a.
- Luciana, no te gastes. Ya lo hecho, hecho está.
- No me llames Luciana, soy tu madre.
- Desde que me colocaste por segunda vez la mano encima, dejaste de serlo. Así que, adiós...
Estoy en casa de mi amiga Aleja pasando el día, ya que no quiero estar en casa. Bueno, si es que se le puede llamar casa. Le cuento todo a mi amiga y ella queda algo sorprendida, ya que mi madre nunca me ha puesto la mano encima.- Qué cagada con tu madre, amiga. Pero deberías relajarte, ella quiere estar con él. ¿O es que acaso tú...? Oh, por Dios, ¡tienes celos!- ¡Por Dios, cállate! Es el novio de mi madre.- ¿Y? Es un hombre bastante atractivo.- Sí, pero... Joder, amiga, no sé qué me pasa con él. Cuando estoy cerca de él, me pongo nerviosa y cuando me toca, siento cómo toda mi piel se eriza con su solo toque. Una parte de mí lo odia, pero otra parte de mí siente algo por él y me quiero matar porque ese hombre es prohibido para mí.- Estás en una tremenda vaca loca, amiga, pero pase lo que pase, yo te apoyo. Pero ahora, cuéntame del chico del bar.- Bueno, se llama Abel, tiene 23 años, trabaja de noche y en el día estudia ingeniería civil.- ¿Y qué tal es contigo?- Él aparenta ten
- Olivia, nos vamos ya de aquí.- Ya déjame, Federico. ¿Qué haces aquí? Además, ¿cómo sabías que estaba aquí?- Conozco gente que se mueve en este medio y supuse que estabas aquí - este me empieza a arrastrar, pero yo me niego.- ¡Basta, Federico! ¡No puedes obligarme a irme!- Claro que puedo. No puedo creer que estés en estos lugares. Ya no eres una niña.- Exacto, ya no soy una niña. Ya puedo hacer lo que se me cante - cuando intento soltarme, las sirenas de la policía empiezan a sonar.- ¡Mierda, la policía! - todo se volvió un caos. Federico toma con fuerza mi mano y comenzamos a correr. Ahora sí estoy cooperando, pero me preocupo por mi amiga y por Abel.- Vamos, ya casi llegamos al auto - cuando llegamos al auto, nos montamos rápidamente y arrancamos de golpe. Siento mi corazón que va a toda prisa por la adrenalina. Cuando estamos lo suficientemente alejados, él para en un camino desolado y toma una profunda respiración.- ¿Se puede saber por qué m****a estabas en una carrera il
Federico está parado en mi puerta con la cara roja, pero cuando ve lo que tengo puesto, su expresión cambia totalmente. Sus ojos se oscurecen y traga duro.- ¿Qué haces aquí? - Me escudriña con la mirada, pero luego reacciona.- Tápate, Olivia.- ¿Y si no quiero? - Digo en tono altanero.- Deja de comportarte como una niña. - Él y su maldito comentario. Me acerco a él y me pego a su cuerpo.- ¿Quieres que te muestre de nuevo lo que puede hacer esta niña? - Parece estático, así que lo tomo del saco y lo tumbó en la cama. Como suena música sexy, aprovecho y comienzo a bailarle de manera muy sensual, acariciando todo mi cuerpo.- ¿Te gusta lo que ves, papi? - Veo cómo su miembro comienza a despertar y sonrío por lo que he logrado. Pero ahora va mi venganza. Tomo el broche de mi sostén y lo quito, bajando lentamente el sostén para dejar expuestos mis senos. Antes de que esto suceda, Federico me detiene.- ¡No lo hagas! Por Dios, Olivia, soy tu padrastro, me casaré con tu mamá, no puedes ha
Pov FedericoEsta niña me va a matar, juro que lo hará. Cuando Luciana me dijo que tenía una hija, pensé que sería fácil, pero cuando conocí a Olivia me di cuenta de que no. La chiquita es rebelde, obstinada, tiene una lengua bastante suelta y a cada rato me hace enojar, pero lo peor de todo es que me encanta. La chiquita me encanta, me trae loco. Ella no tiene límites, le encanta desobedecerme y aparte ni me respeta; cuando la vi en ropa interior, juro que estuve a punto de tomarla ahí mismo y hacerla mía. La muy descarada logró lo que quería, excitarme como un adolescente, y lo peor de todo es que cada vez que me acuesto con Luciana, me imagino que es Olivia la que estoy follando. Esto se está saliendo de control y aparte está saliendo con ese tipo de esa moto que hace carreras ilegales. Eso me preocupa, tengo miedo de que le pase algo.- Amor, ¿qué te tiene tan pensativo? - dice Luciana, tapándose luego de haber tenido sexo.- Tu hija - digo sin pensarlo, pero me compongo -. Ella no
Pov OliviaDios, me duele todo el cuerpo. Siento mis párpados pesados, pero hago todo el intento de abrir los ojos hasta que lo logro. Al abrirlos, me topo con una figura masculina... qué hombre tan guapo. Al verme, se pone feliz, pero ni siquiera lo conozco, no sé dónde lo he visto y, además, no sé dónde estoy.—¿Quién... quién eres tú? —La mirada del hombre guapo muestra preocupación y rápidamente sale de la habitación, pero aparece a los segundos con un doctor.—Señorita, qué bueno que despertó. ¿Me quiere decir cómo se llama? —¿Cómo me llamo? Yo... yo...—Este, yo me llamo... —Mierda, ¿por qué no recuerdo cómo me llamo? ¿Qué me pasa?—¿Señorita?—Doctor, no sé cómo me llamo, no lo recuerdo.—¿Sabe por qué está aquí?—No, ¿qué me pasó?—Tuvo un accidente en una moto. —Dios, ¿por qué no lo recuerdo?—Doctor, no me acuerdo de nada, ¿por qué no me acuerdo de nada? —Comienzo a alterarme, pero el chico guapo toma mi mano y me tranquiliza.—Hey, pequeña, tranquila.—¿Quién eres tú? No me
Me levanto de golpe al sentir una puerta cerrarse de golpe. Cuando volteo, veo a Fede completamente dormido; al parecer nada lo despierta. Retiro su brazo de mi cintura y me paro con cuidado para meterme al baño a darme una pequeña ducha. Cuando salgo, veo que mi padrastro ya no está, así que me arreglo con tranquilidad.Es rara la pinta, lo sé, pero me encanta. Es atrevido, pero no importa.—Nena, ¿vamos al centro comercial? —dice Aleja por videollamada.—Mmm, no sé, sabes que no me puedo mover mucho todavía.—Lo sé, pero solo será un rato, es para que te despejes.—Está bien, nos vemos allá.Colgamos y tomo mis cosas, pero cuando voy a salir soy jalada de una manera muy fuerte. Cuando volteo para ver quién es, veo que es mi madre.—¡Mamá, qué susto me diste! —Ella me mira con furia y con ganas de matarme.—Que sea la última vez que te veo cerca de mi hombre.—¿Pero de qué hablas?—No te hagas la mosquita muerta. Los vi esta mañana mientras dormían muy juntitos en tu cama. ¡Deja de se
Federico me tiene acorralada contra la pared mientras me besa desaforadamente. Paso mis manos por su cuello y lo atraigo más hacia mí, haciendo que él suelte un gruñido de placer. Nos separamos un poco y él me mira con su mirada penetrante.— Me tienes loco, pequeña — murmura mientras ataca mi cuello, dejando leves marcas. Mientras tanto, yo comienzo a levantar su camisa. Con cuidado, él me tira sobre la cama y empieza a repartir besos por todo mi cuerpo, que está solo cubierto por mi ropa interior. Él acaricia mi cuerpo, haciéndome sentir sensaciones que nunca había experimentado. Con sus manos grandes, comienza a masajear mis senos, arrancándome gemidos.— Fede... — escucho como una puerta se cierra.— Fede, amor, ¿estás en casa? — Federico y yo nos miramos asustados y nos separamos de golpe.— ¿Qué hacemos? — digo mientras me pongo ropa.— Tranquila, vamos a actuar como si estuviéramos teniendo una conversación de padre a hija.— ¿En serio? — digo sin poder creerlo, pero es demasiad
Abel permanece parado enfrente de mí, sin importar que se esté mojando a causa de la lluvia. No sé si deba confiar en él, pero no tengo a dónde ir, no me queda más opción.- Está bien - tomo su mano algo tímida y me ayuda a montar mis cosas en su auto. Ambos nos montamos y él arranca el carro. Después de 20 minutos llegamos a un edificio. Él me ayuda a bajar mis cosas y tomamos un ascensor que nos lleva hasta el último piso. Cuando llegamos, veo un apartamento espacioso, aunque poco decorado.- Bienvenida a mi hogar - dice señalando el lugar.- Gracias - observo que tiene varias fotografías y pósters de motos.- Ven, te mostraré donde vas a dormir - me lleva a una habitación bastante cómoda.- Espero que sea de tu agrado. Puedes decorarla como quieras.- Abel, no te preocupes. Solo serán unos días que me quedaré aquí.- Preciosa - esa palabra, esa sola palabra me hace sentir una sensación que no me gusta.- No me digas así, por favor.- ¿Te molesta?- Es solo que me da una sensación in