capitulo 31
Despierto al sentir que todo me da vueltas. Miro a mi alrededor y me doy cuenta de que estoy en casa, pero lo que no entiendo es cómo llegué. La puerta se abre, dejándome ver a Santiago, que se acerca corriendo apenas me ve despierta.

—Nena, al fin despertaste, qué susto me diste.

—¿Qué me pasó? —pregunto confundida.

—Tuviste un pico de estrés y te desmayaste en la oficina. Nena, tienes que calmarte, no quiero que nada te pase.

En ese momento recuerdo todo lo que ocurrió en la oficina con Paulina, y le retiro la mano de inmediato.

—¿Qué pasa, cariño?

—Pasa que no me defendiste de esa mujer.

—Nena, estás fuera de sí, lo que quería era alejarte de ella.

—Esa zorra habló de mi bebé —grito alterada.

—Cálmate, Mía, se te puede volver a subir la presión.

—Es que no puedo estar calmada, esa mujer saca lo peor de mí. No la quiero cerca, Santiago, no la quiero.

—Nena, yo sé, pero es socia. No puedo hacer nada, estoy con las manos atadas.

—Entonces lo mejor es que yo renuncie —él me mira como si
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