Capitulo 4

Narrador

El auto deportivo de Atlas llegó hasta la recepción del compromiso, y captando todas las miradas de los presentes, apenas ayudó a Abril a descender de este, ambos se sintieron incómodos.

Y es que a pesar de todos saber que Dante había abandonado a Abril, aún eran algo moralistas, y verla colgada del brazo de su cuñado, no era algo que tomáran de buena manera.

Caminando con elegancia, Abril, y Atlas ingresaron al salón, y siendo recibidos por la pareja de prometidos, estos entablaron una pequeña charla

—Abril... Qué gusto que estés aquí, no esperé que llegaras con Atlas... Menos siendo tu cuñado

Forzando una sonrisa, Maya, la hermana menor de Erika, realizó este comentario con toda la mala intensión de hacerla sentir mal, y es que una de las partes que no menciono Atlas, es que la fiesta era en honor a ella, y su prometido, los cuales estaban próximos a contraer nupcias.

Sonriendo forzadamente, al entender lo que está pretendía, Abril llevó una copa que traía en su mano, a sus labios y seguido de tomar un sorbo de la bebida, respondió

—¿Y qué tiene de malo eso? Atlas, y yo somos buenos amigos, nos conocemos desde hace muchos años, no le veo el problema ¿Como tu hermana se encuentra viviendo con un hombre casado, y eso no lo ves?

La rivalidad entre Abril y las hermanas Bennett, viene de años atrás, esto por el mismo Dante, motivo por el cual, estas no se llevaban bien, algo que Atlas no recordó al invitarla.

Aclarando su garganta, Atlas y Cristian, el prometido de Maya, intervinieron, y logrando alejar a Abril, Hackett se disculpó por lo sucedido.

—No recordaba que tú, y las hermanas Bennett no se llevaban bien... Lo siento Abril

¿Como llevarse bien cuando una de ellas se encuentra con su esposo en otro país?

Sonriendo un poco con la ira carcomiendo su ser, Abril en un intento de distraerse, tomó una de las manos de Atlas, e invitándolo a bailar una pieza que sonaba en ese instante, este se sonrojó un poco.

Caminando hasta la pista de baile, este rodeó la delicada cintura de la chica, y acercando sus cuerpos de manera lenta y delicada, sus miradas se cruzaron, así como sus rostros quedaron a escasos centímetros.

La respiración de Abril se agitó, así como también el corazón de Atlas, y una vez que la música subió su volumen empezaron a moverse de manera lenta, y delicada.

Algunos de los presentes eran cercanos a los Hackett, y murmurando que se trataban del joven Atlas, y su cuñada, los rumores mal intensionados empezaron a surgir.

Y es que la forma en que la miraba Atlas no era común, no era como un hombre ve a su cuñada, y acercando sus labios a su mejilla, este murmuró para que Abril pudiese escuchar.

—Te ves hermosa

Las luces del salón, el sonido de la música, y sus corazones agitados, aportaron a que la atmósfera romántica, nublara el juicio de ambos, pero conteniéndose, Abril solo empezó a reír

—Estaba pensando en un número para la revista ¿Qué tal Mujeres empoderadas? Serias ideal para aparecer en la portada.

Tratando de contenerse para no besarla, Atlas propuso una idea que desde hacía mucho venía rondando en su cabeza, y negando de manera frenética, sin dejar de reír, Abril respondió

—Me encanta la idea, pero ni loca aparezco en la portada... Me parece poco ético hacer un número sobre mí, además ¿Qué tiene de especial una simple editora?

Atlas conteniendo el aire, sintiendo que cedería a la tentación frente a él, bajo la mirada de todos los presentes, este agregó

—Mucho, en solo tres años nos has posicionado en la cúspide de la industria, sin mencionar que estamos valorados en millones, y millones de dólares, a tu corta edad eres una eminencia, y creo que todos deben saber de ti, quién es el cerebro de la revista, y por supuesto el corazón.

Estas palabras conmovieron a Abril, y es que justo esto era lo que ella pretendía lograr, y en cada edición de esta, ella dejaba alma, y corazón

Llevando sus manos hasta el cuello del chico, Abril lo observó en silencio por unos segundos, y perdiéndose en su mirada gris, está intentó convencerse de que Atlas Hackett, era el hombre ideal para ella.

—Aun así, no es correcto, no puedo permitir que mi profesionalismo se vea empañado por mi necesidad de ser conocida, así que no estoy de acuerdo

Atlas, en un intentó de controlar sus instintos, mordió su labio inferior, y continuando con el tema, preguntó.

—¿Y si me encargo yo de ese número? Abril no me parece justo que pocos conozcan de ti, que nadie vea el rostro hermoso detrás de tanto trabajo... Deseo hacerlo, y lo haré.

Negando al ver que este no renunciaría a su idea, ambos continuaron moviéndose al ritmo de la canción que sonaba en ese instante, y finalizando esta, él la invitó a tomar un trago.

—Sabes que no descansaré, sé que si le propongo esta idea al abuelo, y a tu padre, me apoyarán, así que de nada sirve resistirse.

Esto mejor que nadie lo sabía, de hecho el abuelo tiempo atrás pensó en algo parecido, pero debido a que ella siempre posponía el tema, este número jamás se hizo.

Caminando entre los invitados, la pareja llegó hasta la mesa que les fue asignada, y tomando unas copas, ambos se dedicaron a brindar

—Por una noche diferente, por qué sea la primera de muchas, y porque por primera vez no me veas como el dulce Atlas 

Los labios de Abril se fruncieron ante tal brindis, y es que Atlas de dulce ya no tenía nada, antes el chico con el que ella solía jugar, era pequeño, delgado, cariñoso.

Ahora el Atlas frente a ella, era todo un hombre, rostro esculpido por los dioses, mandíbula cuadrada, labios carnosos, y un cuerpo... Que incitaba a tocarlo, su abdomen, era duro como una roca, y la V al final de esta... Hacía que cualquier mujer enloqueciera.

Tragando grueso, Abril recorrió el cuerpo de Atlas con su vista, y al verlo sonreír, esta supo que se hallaba en graves aprietos, si no se controlaba.

Ambos continuaron charlando por unos segundos, y viendo como la pareja, agasajada, golpeaba una de las copas con un cubierto, su anuncio empezó

—La noche de hoy para mí, es un placer tenerlos en este lugar. Hoy, todos ustedes serán testigos de la unión Matheson-Bennett, quienes por años han esperado este momento. Esta noche, su servidora Maya Bennett se comprometerá con Cristian Matheson, su único, y verdadero amor, con el fin de establecer lazos eternos.

Tomando la palabra la menor de las hermanas Bennett, Abril solo rodó los ojos por lo forzado de su discurso, y es que no era un secreto que esta pretendía casarse con Cristian solo por su dinero, y no por amor.

Atlas divertido por la situación al pensar lo mismo que Abril, elevó su copa, y tomando un sorbo de esta, agregó

—Lástima por Cristian, lo quiero como a un hermano, se crio con Dante y conmigo, pero el amor a veces nos hace pendejos.

El comentario hizo a ambos sonreír, y tomando la palabra el pobre chico, el discurso continuó.

—Ahora invito a mi hermana, mi mejor amiga, mi confidente. Erika ¿Algunas palabras para nosotros?

Colocándose de pie de entre los invitados, Erika Bennett, la amante de Dante, elevó su copa con su rostro muy limpio, como si la gente hubiese olvidado lo que ella, y Hackett, le hicieron a Abril, e iniciando su discurso, Ella palideció al verla de regreso

—Hermana, mis mejores deseos para ambos, sé que su amor es puro, y sincero, y no habrá obstáculo que se interponga entre ustedes... Por Cristian, por ti, y por qué pronto tendremos otro compromiso.

Las piernas de Abril se entumecieron, así como también su corazón se agitó

¿Qué estaba queriendo decir?

¿Que Dante, y ella se comprometerían?

Desviando su vista a Atlas, este notó los ojos de Abril cristalizados, y negando la tomó de la mano, y la invitó a salir.

—Abril ¡Mierda! Fue una pésima idea traerte aquí.

Deteniendo sus pasos en la entrada principal del lugar, él llevó su mano hasta la mejilla de Abril, y acariciando esta, demostró lo arrepentido que estaba, y es que en realidad su intención jamás fue hacerla sentir mal, y bajando su rostro, ella contuvo sus lágrimas

—Y lo sé... Ahora vamos, no quiero estar ni un segundo más aquí

Por más que ella dijera que no le dolía ver a Erika tantos años después, si lo hacía, y Atlas con solo verla lo supo, por lo que moviendo su mano con delicadeza no dejo de acariciarla.

Abril, vulnerable y lastimada, aferró su mano a la de él, y observándose por unos segundos, Atlas empezó a acortar la distancia entre ambos.

Desde hacía mucho que él se había imaginado este momento, en el que sus labios se juntaran con los de Abril, y chocando sus respiraciones, sus ojos se fueron cerrando de a poco.

Faltaban milímetros para sellar el momento con un beso, cuando de la nada, una garganta se aclaró a su lado. Atlas, con su mano aun reposando en la mejilla de Abril, se detuvo, y abriendo sus ojos, y viendo hacia un lado, la imponente figura de Dante se divisó en la entrada.

Remojando sus labios, este se separó de Abril, y al ella notar que algo sucedía, miró en esa dirección para ver al responsable de su sufrimiento de años.

Allí parado como si nada, con sus brazos cruzados, su ceja enarcada, y su mandíbula tensa, estaba Dante.

Está demás decir que ambos se sintieron intimidados por la presencia del mayor de los Hackett, pero ignorando esto, Atlas tomo la palabra.

—Dante, cuanto tiempo sin verte

Dante, sin decir palabra alguna, dirigió su mirada a Abril quien no dejaba de verlo, y sonriendo de lado, dio un paso hacia adelante, en dirección a su hermano, quien se enfureció al ser interrumpido a medio beso con la mujer que amaba.

—Muchos, y por lo que veo... Tú no pierdes el tiempo.

Colocándose de pie, justo frente a su hermano, estos se miraron frente a frente, demostrando que existía una pequeña rivalidad entre ellos, y desviando su vista unos segundos después a su esposa, este ordenó

—Camina... Tenemos que hablar

Decir que Abril no sentía sus piernas tambaleantes, era omitir una parte importante de lo sucedido, así como también esta sentía que su corazón se saldría por su boca.

Asintiendo en dirección de Atlas, está le señaló que iría, y empuñando sus manos, Atlas vio como ambos, se alejaban de él.

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