capitulo 7

Narrador

Desplazándose con elegancia, y delicadeza, Abril llegó al enorme edificio H&G, y observando la recepción, una sonrisa se dibujó en sus labios cuando de uno de los asientos que se hallaba en el lugar para la visita, se colocó de pie, Ibbie, su mejor amiga, y quien se volvió su más fiel confidente

Extendiendo sus brazos, está de manera sensual, se acercó a ella, y tras estrujarla con gran fuerza, chilló

—No te imaginas cuanto espere este día, al fin la rata peluda de Hackett pagará por lo que hizo

Decir que esto alegro a Abril era una mentira, en el fondo ella sabía que esto traería problemas, unos que le costarían no solo dinero, sino también salud mental, la cual tardó mucho recuperar.

Separándose de su loca amiga, Abril asintió, y tomando su mano, ambas subieron en su elevador, hasta el piso superior, en donde apenas las puertas se abrieron, notaron que todos corrian de un lado al otro, sofocado, nerviosos, temiendo por su empleo.

Deteniéndose a su paso el mensajero, sonrió un poco nervioso, y después de saludarla, agregó

—Disculpe, señora, pero el señor Dante regresó... Y anda, que nadie lo soporta

Disculpándose este se alejó de la pareja de amigas, y observándose entre sí, Abril frunció sus labios un poco molesta por su osadía.

Ella tenía años trabajando sola la revista, solo con la ayuda de Atlas, quien siempre respetó sus decisiones, quien jamás se atrevió a desafiarla, y este en solo un día estaba colocando a sus empleados en ascuas.

Apresurando su paso, Abril llegó hasta la sala de juntas, y hallando a su esposo revisando el panfleto del próximo número, esta sintió que moriría del coraje.

—¿Este reportaje? Fuera... Es absurdo, innecesario, aparte de estúpido... ¡Esto! ¿Sección de chismes? ¡¿Quién carajos coordina esto?!

Despilfarrando una a una las hojas del trabajo que había costado semanas, Dante echó por tierra el trabajo de Abril, lo cual ocasionó que esta abriera sus ojos, molesta.

Llegando hasta él, la mujer de cabellera rubia platinada, se colocó de pie a sus costados, y antes de que este pudiese arrancar otra página del folder, lo impidió interponiendo su mano.

—¡No te atrevas!

Entre dientes, y sintiendo que echaría chispas si este no se detenía, Abril presionó la mano bajo la de ella, y desviando su vista a su ubicación, Dante se colocó de pie, siendo sostenido por su esposa.

—No tienes una puta idea de lo que costó hacer todo este diseño ¡Así que no te atrevas! Hace años que no estás aquí, así que detente

Por un instante Dante Hackett sintió algo de temor al ver a Abril transformada en una fiera, y zafándose de su agarre, este guardó silencio un instante.

—Es cierto, me marché muchos años, pero eso no quiere decir que lo que haces este bien... Tienes mi revista llena de estupideces, artículos inútiles que solo restan espacios importantes... Abríl ¿Qué demonios estás haciendo?

La sala entera, que se hallaba repleta de empleados, se sumergió en un enorme silencio durante la discusión, quienes no sabían si correr o quedarse allí, por lo que fingiendo no estar en el lugar, se mantuvieron estáticos, mientras Dante no dejaba de ver a Abril, quien lucía mucho más hermosa de lo que recordaba.

Y es que a pesar de no amarla, tampoco es que el hombre era ciego para no reconocer la verdadera belleza, cuando la tenía enfrente.

Exhalando parte de su aire, este bajo la guardia unos segundos, lo cual fue un grave error, porque elevando su mano, cuando él menos lo esperó, Abril estampó esta en su mejilla, lo cual ocasiono un ardor insoportable

Atónito y con su mejilla sonrojada, Dante llevo su mano a esta aun en shock, y tras acariciarse, la separó para mirar si se trataba de un sueño

—¡Que sea la última vez que te metes en ml trabajo! Esta revista la dirijo yo, y lo que ordene es la ley

La verdadera razón por la que Abril le dio la bofetada a Dante, no fue por osar a desafiarla, sino por lo ocurrido la noche anterior, por llegar así a su vida, y derrumbar lo que tanto costó levantar, y ahora que se hallaba más tranquila, y que los nervios habían cesado, estaba preparada para luchar.

Abriendo su boca en busca de aire, al no creer aún lo que estaba sintiendo, Dante pidió a todos abandonar la sala, quienes apenas escucharon su voz, salieron corriendo, empujando a todos a su paso, a excepción de Ibbie, que permaneció como si nada, detrás de Abril.

La mirada colérica de Dante pasó de Abril a Ibbie, y tras elevar su mano pretendió echarla de allí, pero Abril no se lo permitió, y se interpuso en su camino.

—Pronto te dejaré solo, para que hagas lo que mejor te parezca... Pero antes, necesito que veas esto.

Extendiendo su mano hasta su amiga, Ibbie de su portafolio sacó una carpeta, la cual tras tener en sus manos, se la extendió a Abril para que se la entregase a Hackett.

La frente del hombre se frunció por un instante, mientras que en su mejilla, la marca de la mano de Abril se empezaba a divisar, lo cual ocasionó una molestia en él, pero que no expresó.

—¿Qué es esto Abril?

La mujer elevó su mentón decidida a iniciar la guerra, y conteniendo el aire, expresó lo que años esperó, y no había podido hacer.

—El divorcio Dante... tienes dos opciones... La primera, firmas, dividimos acciones a mitad, y finalizamos el matrimonio en buenos términos; O te demando por abandono, acción legal para la cual tengo suficientes evidencias, y tú, y los Hackett se quedan sin nada… Tú decides.

La mirada gris de Dante, cargada de horror, pasó de la carpeta en sus manos a Abril, y tras abrir su boca, intentando decir algo, esta lo detuvo.

—Firma ahora, o para mañana la demanda estará en tribunales, y los Hackett perderán todo

Hackett quedo mudo, y una vez que pensó que no tenía salida, una idea surgió en su cabeza, y tomando la carpeta que tenía en sus manos, la desgarró, y esparciendo los papeles a sus espaldas, agregó

—Eso lo veremos Abril, pero de mí no te desharás tan fácilmente

Y sin más, él solo se marchó, dejando a Abril atónita, descolocada, y de pie en la sala junto a su amiga, quien no creía lo que veían sus ojos

Dante Hackett eran un descarado, al pretender atar a Abril a él, cuando jamás la había amado, o al menos eso pensaban ellas

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