David había llegado al Darknees treinta minutos antes de la hora estipulada. No podía negar que se encontraba ansioso y nervioso, aunque lo dominaba y disimulaba bastante bien, o por lo menos eso esperaba, o estaría perdido en manos de un hermoso cachorrito. Sonrió y sacudió la cabeza solo de imaginarlo. Tenía muchas cosas preparadas para hoy, pero también estaba abierto a dejarse sorprender por el destino. Solo esperaba que las cosas salieran bien y que esta cena se convirtiera en una cita, y que la cita no fuera solo cosa de una noche. Todo dependía de cómo resultara todo.David palmó la pequeña caja negra que tenía sobre la mesa, donde reservaba un regalo para Liam. Estaba nervioso de dárselo, no sabía cómo lo tomaría, pero arriesgaría todo hoy. Tomó su vaso de whisky y lo vació, quemando su garganta. Hoy ameritaba un trago más fuerte, por eso, no pidió su acostumbrada cerveza artesanal.Desde el rincón oscuro donde se encontraba, podía ver directamente la entrada del club. Así pod
David y Liam se sentaron en la mesa. David observó cómo el mesero traía el vaso de leche y lo colocaba frente a Liam, quien lo tomó con ambas manos, levantando ligeramente la vista hacia David. Sus ojos reflejaban una mezcla de ansiedad y expectación.—Pensé que íbamos a cenar. ¿Por qué estamos aquí y no en el restaurante? —preguntó Liam.—Vamos a cenar, pero no lo haremos solos. En el restaurante nos están esperando nuestros amigos con sus parejas —David vio cómo Liam abrió los ojos en sorpresa—. Sí, ellos están aquí y lo saben todo desde hace mucho. Lamento habérselos contado sin consultarte, pero con todo lo que pasó… —Liam asintió—. Pero si no quieres hacer esto frente a ellos, nos iremos.—No, está bien. Ya lo sabían de todos modos. Podemos ir.—Okey, me alegro de que estés de acuerdo, pero antes debemos aclarar nuestras reglas, ¿de acuerdo? —Liam asintió con su rostro enterrado en el vaso de leche—. Mírame, Liam —David fue severo y Liam levantó la mirada y se estremeció—. Quiero
—Eso es todo, nos vamos— David se levantó de la mesa visiblemente molesto.—Espera, ¿para dónde vamos? ¿Estás molesto? Lo siento, Amo, prometo que no volverá a suceder— Liam se apresuró a disculparse.—Vamos al restaurante, a cenar, ¿recuerdas? — respondió David.—Ah, sí— Liam susurró, sintiéndose algo estúpido, pero aliviado de que la cena seguía en pie.David tomó una caja negra gamuzada y Liam no pudo contener su curiosidad.—¿Qué es? —preguntó señalándola con un asentimiento.—Es un regalo para mi cachorro.La curva en los labios de Liam atravesaba toda su cara y casi sentía que daba pequeños saltos de emoción.—Soy tu cachorro —no era una pregunta, pero no pudo evitar que sonara como tal.—Eso está por verse —respondió David justo en el momento en que entraban al cubículo que separaba su mesa reservada de todas las demás.—Pero… —David lo silenció colocando su dedo índice en la boca de Liam. Cualquiera podría pensar que solo quería evitar que refutara sus palabras, pero Liam lo e
David se quedó mirando a Liam, completamente sorprendido por la intensidad repentina de sus palabras y emociones. Atando algunos hilos, comprendió que Liam debió haber descubierto que él era el chico del balcón, el dueño de aquel libro que se llevó esa tarde y que los unió. Sin embargo, no tenía idea de que ese momento había sido tan significativo para él. Definitivamente estaba escrito en el destino que ellos estuvieran juntos y que, ojalá, pudieran vivir su vida de cuentos.Lentamente, una sonrisa cálida y sincera se formó en su rostro mientras acariciaba suavemente la espalda de Liam.—Shh, cachorro, está bien. Yo también me alegro de haberte encontrado —susurró David, sosteniéndolo con fuerza y besando su frente.Los otros en la mesa observaban la escena con una mezcla de curiosidad y ternura. Mary, en particular, parecía conmovida por la intensidad del momento. Después de unos minutos, Liam se calmó un poco, aunque seguía abrazado a David, quien continuaba acariciándolo y susurrá
Liam no se dio cuenta de que habían llegado a la habitación hasta que sintió que su espalda hacía contacto con el suave colchón. Sus bocas seguían pegadas en una lucha por el dominio y la posesión del otro, al punto de que ya sus labios dolían y la respiración escaseaba. Pero era aún más doloroso separarse y aún más necesario el contacto que poder respirar.Un leve piquetazo en su labio inferior lo hizo sisear. David lo había mordido y, en el mismo instante, se separó de su boca, dejándolo colgado en el impulso de seguirlo. Pero no pudo hacerlo ya que su cuello se encontraba preso, pegado al colchón. No se dio cuenta en qué momento pasó, pero David ahora lo tenía sujetado de su nuevo collar, impidiéndole moverse hacia arriba.—¿Quién eres? —habló David mirándolo fijamente desde arriba. Liam no captó muy bien a lo que se refería con esa pregunta; aún estaba un poco abrumado con el beso y su respiración era agitada, intentando volver a llenar sus pulmones de aire. Intentó enfocarse en l
David sabía que estaba jugando con fuego, pero no podía evitarlo. La tentación de llevar a Liam al límite era demasiado grande. Con un suspiro, se inclinó hacia adelante y deslizó sus manos por la espalda de Liam, acariciando suavemente cada centímetro de su piel. El temblor que recorría el cuerpo de Liam era una prueba palpable del efecto que tenía sobre él.—Buen chico —murmuró David mientras sus manos viajaban hasta las caderas de Liam—. Ahora, mantente quieto y no te muevas.Liam asintió, apretando los dientes para contener un gemido. David sentía que cada caricia que le daba encendía una chispa dentro de él, una chispa que amenazaba con convertirse en un incendio incontrolable, por lo que tenía que contenerse. Aún no era el momento; faltaba algo muy importante: confianza. Y la confianza había que construirla. Ellos no habían tenido tiempo para eso, además, la confianza es algo que viene de adentro hacia afuera. Liam no podía darle la confianza que no tenía para sí mismo.Liam ten
David mantuvo a Liam en su abrazo y, lentamente, lo arrastró hasta sentarse a la orilla de la cama con Liam en su regazo. Liam inmediatamente enterró su rostro en la curva de su cuello, aspirando su aroma como si lo necesitara para vivir. Su respiración empezó a sincronizarse gradualmente mientras ambos descendían de la cúspide de su éxtasis compartido. A pesar de que David aún se encontraba duro como el acero, ahora no se trataba de él; sus necesidades podían esperar. Lentamente, David aflojó su agarre, dejando que sus manos recorrieran con suavidad la espalda de Liam, acariciando su piel, tan suave y sensible. Liam encajaba tan perfectamente en sus brazos y se veía tan hermoso, así de tranquilo y vulnerable, una faceta de él que seguro muy pocos conocían y habían visto. Ahora David se sentía feliz de poder ser quien la presenciara y cuidara de él.Estuvieron así solo un momento antes de que la energía relajada del cuerpo de su chico cambiara. Era extraño cómo podía sentir que conocí
Era increíble cómo se sentía Liam después de aquella noche, era como si fuera una persona diferente. Ese sábado por la mañana debía ir a la oficina y, por primera vez, había llegado temprano. Mary se había quedado completamente sorprendida, no solo por la repentina puntualidad, sino por su aspecto relajado y descomplicado. Solo había bastado con verse al espejo para rememorar las palabras de David. Ver en su reflejo ese collar que poseía, lo hacía sentir seguro y protegido, y ese sentido de pertenencia era todo lo que necesitaba. No fue necesario usar grandes cantidades de maquillaje ni colocarse sus acostumbrados zapatos de tacón para verse más alto e imponente. Su teléfono había vibrado temprano con un mensaje que lo llenó aún más de emoción: "Si quieres comprender la palabra felicidad, tienes que entenderla como recompensa y no como fin. Que tengas un hermoso día, cachorro."Sonrió viendo por enésima vez el mensaje cuando un golpe en la puerta de la oficina lo llamó nuevamente a la