No tenía idea a que se refirió David, pero tampoco le iba a dar mente. Le entregué el vaso con whisky a Deacon, los muchachos se organizaban para tocar. Me quedé de pie a espalda de mi esposo, él sentado y mis manos puestas sobre sus hombros. Tenía que convencerlo para ir al médico, en las últimas se cansa mucho.
—¡Blanca! —llegó Julieta a nuestro lado—. No me has presentado a tu esposo.
—Deacon, te presento a Julieta.
—Mucho gusto. —La estúpida miró de arriba abajo a mi marido.
—¡Oye respeta! —A Deacon le encantaba verme celosa.
—¡Tranquila!, yo solo tengo ojos para David.
—Pues, él se encuentra en la tarima.
—¿Siempre es así de celosa?
Le preguntó la brincona esta, a mi marido, quien se levantó y me regaló un delicioso beso.
—Me encanta que lo haga.
—¡Señoras y Señores! —comenzó a hablar Alejandro—. Esta tanda es de ustedes, pidan que este pechito cumple.
Todos se sentaron, Deacon volvió a sentarse, quedé en la misma posición. La pesada se sentó en una de las sillas de primera. Maju, Virginia, Patricia, Carlos y Fernanda se sentaron en la mesa y al lado estaban el resto de nuestros amigos, Vladímir, Benjamín, Aurelio, con sus esposas, Regina y esposo, además de Santos.
Alejo comenzó a realizar un ejercicio con su voz. Se escucharon las notas del acordeón de David y su mirada era un aviso de lo dicho hace un momento en la barra. Alejandro comenzó a cantar, y dichas letras comenzaron a hacer estragos, mis sentimientos empezaron a vibrar, era consciente de que no terminamos de la mejor manera, porque no hubo una aclaración.
— No pensé que al pasar el tiempo después de olvidarnos…
El corazón empezó a latir a mil y menos mal mis manos estaban sobre la camisa de Deacon, porque me fue imposible que sudaran.
— tú, la que apartaron de mi camino, me separaron de lo que quise y cualquier noche lloré…
En dúo cantó con Alejo y por una fracción de segundo nos miramos. Había tanta agonía en esa mirada. Y cuando comenzó a cantar él mi pulso se alteró mucho más. Los muchachos comenzaron a cantar el coro, Alejandro se acercó a David de nuevo y mi corazón parecía un tambor.
Miré a Patricia, ella ya lo hacía, al igual que Virginia. —también comprendieron que esa canción era para mí—. Esto no… Blanca no pienses, no lo hagas. Deja el pasado donde debe permanecer, en el pasado. Más duro fue escuchar la voz sola de David cantando.
—Nostalgia siento al recordar, y evoco con tristeza el ayer de los dos…
Alejandro continuó con ese sentimiento que lo caracterizaba, y con disimulo me limpié las lágrimas. Alejo volvió a cantar con él y luego David lo hizo solo, Alejo cantó el coro. Sin duda lo que cantan era una razón, contestación y aclaración a un pasado inconcluso para mí. Esas palabras hacían latir el corazón a millón. ¿Por qué?... No pienses Blanca.
—Hoy te consigo de nuevo y es tarde, estás casada…
Ahora era solo la voz de David quien cantaba, sentí una mano en el hombro, al mirar era Patricia quien me dio ánimo. Fue evidente para quienes conocían nuestra poca historia.
—… Y en mi silencio quisiera besarte y no lo puedo hacer…
El abrazo de Patricia calmó el temblor, una mano mía estaba sobre el hombro de Deacon… No podía pensar… Solo nos miramos por otra fracción de segundo y afirmó, como diciéndome, «esta es mi pena, ¿ahora me entiendes?» Pero yo no podía pensar, no tenía derecho a pensar. Alejandro continuó con otra canción, en esta ocasión vez fue Carlos quien subió a la tarima para cantarle a Fernanda la canción «Esposa mía».
……***……
Continué tocando, tenía que esperar a que el corazón se calmara, espero por lo más sagrado no haberle causado algún problema a Blanca, porque no me lo perdonaría. Estas dos canciones después de cantar «Historia de amor» los observé y se veían normales. Parece que él no se dio cuenta y Blanca ha reusado a mirarme de nuevo, Alejo terminó la tanda y ahora continuamos con el baile.
—¡Gracias! —dijo el cantante.
Puse el acordeón a un lado, bajé de la tarima, al ver que Julieta se venía encima, tomé a Maju y la invité a bailar.
—¿Le estás huyendo?
—Todos se han dado cuenta menos ella, —se echó a reír—. Ahora por invitarla con la intensión de tener una compañía para mí se van a tener que sacrificar y bailar conmigo.
Terminó la canción, la acompañé hasta donde César quien hablaba con Carlos, se reían por algo. Al ver que se acercaba de nuevo tomé la mano de Fernanda y estos cavernícolas no paraban de burlarse.
—Baila con ella para que se le quite la insistidera. —comentó Fernanda—. No me mires así que yo soy la cumplimentada no tenía idea quienes venían.
—Te salvas solo por eso, esa mujer es un fastidio.
El merengue era de Wilfrido Vargas. Así pasé casi una hora, bajo la burla de ellos, y bailando con todas las mujeres de la reunión, menos con mi Brisa. Pero nada era perfecto, una vez dejé a Regina en los brazos de su esposo y mientras regresaba donde el resto de mis amigos aguardaban, me abordó Julieta y el único que vio mi expresión de incomodidad fue Deacon.
—¿Me estás evitando o son ideas mías?
—Un poco, y discúlpame, pero no me gustan las mujeres que se ofrecen.
—Sigues chorreando la baba por ella, ¿cierto? —La miré a los ojos—. ¿La canción fue para Blanca?
—Julieta discúlpame.
—¿Se ven a escondidas? —Lo que menos quería era un chisme y poner a Blanca en una mala situación—. ¿Eres el amante de todas ellas?
—¡Esto no te lo voy a tolerar! —La tomé del brazo y llegué a la mesa donde departían—. Muchachos Julieta tiene algo que decirles, —ella se puso nerviosa—. Anda ¡habla! No me gustan los chismes y menos cuando se tratan de mis amigas.
—¿Qué pasa? — Fernanda se levantó.
—Fue una broma y David no la aguantó.
—Error querida, —intervino Fernanda—. Si alguien aguanta bromas es mi amigo, pero ¿qué le hiciste?
—Julieta lo dices o lo digo, no voy a permitir ni un malentendido. Por qué a todas las mujeres que están aquí, las respeto. Con este tipo de maricadas no compagino. —Los presentes esperaban a que dijera algo—. Ellos son mis amigos ¿entiendes lo que significa eso? —bajó la mirada, se disculpó y se retiró.
—¿Puedes decirnos que pasó?
—Solo porque no me gustan los chismes. Y eso se frena de frente. La descarada dijo que soy el amante de todas sus esposas.
Todos se quedaron en silencio y después de unos minutos soltamos la risa. Salió una salsa, varios de la otra mesa se levantaron.
—Nadie cree eso. —dijo César—. Y lo digo yo, el más celoso de todos.
—Chicas, les agradezco el que se preocupen por no verme solo. Hace mucho tiempo yo escogí la soledad en mi vida, pensé que con Socorro podría tener una vida de casados, pero fueron testigos del fiasco resultado. Aprecio demasiado el gesto y se los digo delante de sus esposos. No lo vuelvan a hacer.
—Perdóname, yo la invité —dijo Maju.
—Gracias, Maju, pero sé conquistar a una mujer, solo que no quiero una por ahora. —Después de un momento soltamos la carcajada de nuevo.
El resto de la velada transcurrió entre baile, cantada y a eso de las tres de la mañana me despedí. Continuaron, sin embargo, para mí ya había hecho alarde de todos mis límites, soporté celos sin fundamentos, rabias sin motivos, impotencias sin remedio y anhelos injustificados.
Ingresar al apartamento solo… Eso era lo que más costaba, pero ni modo. Me despojé de la ropa, me di una ducha y luego directo a la cama, debajo de las cobijas, me permití recordar. Hoy bailé con todas menos con ella, no podía darme el lujo de abrazarla. Podía poner todas las distancias del mundo, muy seguro jamás pase algo entre nosotros, pero ¿no desearla?... Eso era imposible no hacerlo, mañana muy seguro el padre vuelva a regañarme. —con los recuerdos del pasado y presente no sé en qué momento me quedé dormido.
Llegamos a nuestra casa a eso de las cuatro de la mañana. Cuando mi esposo iba en dirección a nuestro cuarto lo detuve.—¿A dónde cree que va, señor Katsaros?—A nuestra habitación, señora Katsaros.—Usted se encuentra desterrado.Se quedó mirándome. Me había sentado en uno de los muebles de la sala y él alzó una ceja.—¿Esto es por lo de mi hermano?—Sí. Pero eso no quiere decir que no cumpliré con mis veinticuatro horas de intenso placer…La picardía de mi marido me encantaba, mi madurito comenzó a desvestirse, a pesar de sus cincuenta años hace un mes cumplido se veía increíble, el muy pillo se sentó a mi lado y comenzó a besarme, sus labios bajaron por mi cuello, sus manos apretaron territorio solo explorado por él, hizo a un lado mi vestido y liberó una parte a su boca, yo no me quedé atrás, comencé a acariciarlo, su parte más sensible me demostraba cuanto me deseaba, se lo apreté como le gustaba y no tardó en rugir de deseo. De un momento a otro se alejó, vi malestar en su rostr
El hombre se quedó callado, esperando a encontrar las palabras correctas y yo aproveché para calmar un poco mi pulso. Quedamos en decirnos la verdad.—Yo no investigaba a Blanca, mi hermano lo hizo y dijo que tú habías sido su amante, lanzó varias blasfemias en contra ella. Una vez terminó y me entregó el supuesto informe manipulado con parte de la verdad y otra con mentiras. Su intención era para no casarme con Torbellino, comprendí la clase de familia que tenía.» Esa fue la cereza del pastel. Inventó muchas más aventuras, con decirte que viajó hasta acá para reunir testimonios de cómo era ella. A raíz de esas grabaciones le puse el apodo de Torbellino latino. Cuando mi hermano exigió el no casarme, decía que unirme en matrimonio con ella era un error monumental por mujerzuela. Fue ahí cuando lo enfrenté y encaré. Lo callé cuando le dije que había sido el primero en su vida. —Deacon se levantó y comenzó a caminar por la sala.» Blanca sabe del chantaje de mi hermano, y de ese inform
Escuché la mitad de la eucaristía, una vez terminó, rodeé la iglesia e ingresé por la casa cural, toqué a la puerta. En el jardín se encontraba el esposo de la señora que trabajaba para el padre Castro, si no estaba mal se llamaba Mila. —No tomé un taxi para llegar hasta aquí, preferí caminar todas esas cuadras… lo necesitaba—, de mi cabeza no sacaba la extraña conversación con Deacon. —toqué la puerta y esa amable señora sonrió al verme.—Joven David, ya le llamo al padre. —esperé en la sala.—¡Qué gusto es verte, muchacho!, —me levanté a saludarlo—. Sabes que hoy es mi día maratón de la semana. Mientras almorzamos platiquemos.—No era necesario, pero no despreciaré nunca un plato de comida casero.—Y menos los manjares de Mila. ¿Qué día llegaste?—El jueves en la noche, el viernes pasé trabajando, ayer fue el cumpleaños de Fernanda, hoy me regreso a Jamaica, la obra va a mitad, espero entregar pronto y que nuestra decoradora haga su magia.—¿Y pasaste por mi casa solo para saludarme
Le empacaba la maleta a Deacon para su viaje repentino de negocios, no me gustaba lo que siento que estaba pasando. Apenas le dije de ir al médico, le surgió el viaje de la nada.—¿Sigues enojada, Torbellino?Besó mi cuello. Los niños hace rato se habían dormido, mañana tienen clase y la cita que le había sacado en la clínica de Benjamín me tocará cancelarla.—Me prometiste que este año no trabajarías, que te quedarías conmigo todos los días. Además, tenemos una cita médica.—Cariño, esto es muy importante, —hice pucheros. Deacon escondía algo, mi corazón me lo decía y no era otra mujer. Los ojos se me humedecieron, ¿será algo con su familia?—. Amor.Terminé de guardarle sus artículos personales, dos mudas, me pidió ropa para un viaje casual, sin embargo, suelo meterle un traje formal por si debe ir a una cena importante, el resto de su ropa fue informal. Cerré la maleta, la dejé a un lado. Nuestro cuarto era inmenso, de hecho, la casa que compró era demasiado amplia.Pero no se compa
Llegué a la cafetería sobre la séptima, ya esperaban Maju y Virginia, me tardé un poco más por el tráfico en la avenida Boyacá. Las saludé de besos y de una le hice señas al mesero.—¿Hace mucho esperan? —miré el reloj, tenía siete minutos de retraso.—No mucho, ya sabes que soy maniática de la puntualidad y con César uno aprende. —Nos echamos a reír todas.—Vengo del aeropuerto.—Antes llegaste. —dijo Virginia—. Te apuesto, primero llega Patricia, que estaba en citas médicas con las niñas que Fernanda Villarreal.—Contaré el chisme cuando estemos todas.—¿Nos vas a dejar en espera? No tenemos la culpa de que no sean puntuales. —comentó Virginia.—Pidamos algo para picar mientras llegan. Pero el chisme se los dejo para cuando estemos todas. No voy a repetir dos veces.—¿Deacon viajó? —suspiré ante la pregunta de Maju.—Sí, detesto dormir sola. Hoy hago arrunche con mis hijos. —Las dos afirmaron.—Lo que es la costumbre, dormir en pareja es una de las mejores cosas que se hacen en el m
La información dada por Fernanda me tenía con los intestinos revueltos. ¿Se atrevió a decirle eso a Blanca? ¡Desgraciada vieja!, no había nada que me enojara más que las mujeres se regalaran, ¡es una mujer casada! ¿Qué estará pesando Blanca? Miré mi celular, Deacon no me había enviado lo que dijo enviaría. Ni modos, cuando llegue al apartamento lo llamaré.Mi celular sonó, era mi sobrino Guille, anoche hablamos mucho. Había empezado dos carreras y nada que le encuentra lógica a su vida. En últimas se va para Colombia a estudiar ingeniería mecánica: había pasado por la industrial, la civil y ahora era la mecánica. Debía darle un punto de crédito, sabía desarmar y armar un carro a la perfección.Se quedará en el apartamento, le pediré el favor a cualquiera de las chicas para que me ayuden a contratar el personal y deberé viajar más seguido a Colombia, no lo puedo dejar solo y con su compinche Santos era mejor estar vigilantes. Ese par eran tremendo.—Hola, tío.—Sobrino.—Ya tengo todo
Me encontraba en la casa de mis padres. Le ayudaba a mamá a preparar unos rollos de carnes rellenos. Unas de estas delicias se irían a casa para la cena de mañana. Según lo dicho por mi marido, él invitó a cenar al investigador, quien le trae el primer informe referente a lo de su ampón hermano. Me pidió mantenerme al margen del tema, que a partir de ahora deje todo en manos del investigador.No sé si pueda hacerlo, pero se lo prometí, espero sea un hombre honesto. No quiere decirme su nombre para investigarlo antes y así poder preguntarle. En fin, debía de esperar. La vieja Cristal era fanática al vallenato y a la champeta, como buena cartagenera no olvidaba sus raíces, a pesar de tener treinta y cinco años de a haber salido de su tierra para estar al lado de mi padre.—Hija, súbele a esa canción, por favor. ¡Me encanta!Y como karma celestial era la canción: Historia de amor; la misma que me cantó David en el cumpleaños de Patricia. ¡Carajos! ¿Es que el universo confabula?—¿Te gust
Ya era viernes y llegué con mi sobrino al apartamento en Bogotá. Desde que se fue Deacon de la constructora, esa misma noche me puse a investigar de manera superficial. Era una joyita el tal Athan, de eso me quedó claro y si seguía hurgando descubriré una caja de pandoras. Era quince años más joven que Deacon, el hijo bastardo del señor Katsaros, quien al morir les dio por partes iguales la fortuna.Sin embargo, uno supo hacerla prosperar y de qué manera. Deacon era un magnate en cuanto al gremio hotelero, era un hombre con una visión tremenda. En definitiva, era un bárbaro. Mientras que el otro despilfarró su herencia en cuestión de pocos años con mujeres, fiestas, malos negocios…Aunque en esta parte debía buscar más, mi instinto me decía que no era tan cierto eso de no hacer negocios de mala procedencia. Ese tal Athan era peligroso. —suspiré—. Me miraba al espejo, ya estaba bien, miré a los ojos del hombre que se reflejaba en la imagen. —Sé profesional. Vas a ir a la casa de Blan