Llegué a la cafetería sobre la séptima, ya esperaban Maju y Virginia, me tardé un poco más por el tráfico en la avenida Boyacá. Las saludé de besos y de una le hice señas al mesero.—¿Hace mucho esperan? —miré el reloj, tenía siete minutos de retraso.—No mucho, ya sabes que soy maniática de la puntualidad y con César uno aprende. —Nos echamos a reír todas.—Vengo del aeropuerto.—Antes llegaste. —dijo Virginia—. Te apuesto, primero llega Patricia, que estaba en citas médicas con las niñas que Fernanda Villarreal.—Contaré el chisme cuando estemos todas.—¿Nos vas a dejar en espera? No tenemos la culpa de que no sean puntuales. —comentó Virginia.—Pidamos algo para picar mientras llegan. Pero el chisme se los dejo para cuando estemos todas. No voy a repetir dos veces.—¿Deacon viajó? —suspiré ante la pregunta de Maju.—Sí, detesto dormir sola. Hoy hago arrunche con mis hijos. —Las dos afirmaron.—Lo que es la costumbre, dormir en pareja es una de las mejores cosas que se hacen en el m
La información dada por Fernanda me tenía con los intestinos revueltos. ¿Se atrevió a decirle eso a Blanca? ¡Desgraciada vieja!, no había nada que me enojara más que las mujeres se regalaran, ¡es una mujer casada! ¿Qué estará pesando Blanca? Miré mi celular, Deacon no me había enviado lo que dijo enviaría. Ni modos, cuando llegue al apartamento lo llamaré.Mi celular sonó, era mi sobrino Guille, anoche hablamos mucho. Había empezado dos carreras y nada que le encuentra lógica a su vida. En últimas se va para Colombia a estudiar ingeniería mecánica: había pasado por la industrial, la civil y ahora era la mecánica. Debía darle un punto de crédito, sabía desarmar y armar un carro a la perfección.Se quedará en el apartamento, le pediré el favor a cualquiera de las chicas para que me ayuden a contratar el personal y deberé viajar más seguido a Colombia, no lo puedo dejar solo y con su compinche Santos era mejor estar vigilantes. Ese par eran tremendo.—Hola, tío.—Sobrino.—Ya tengo todo
Me encontraba en la casa de mis padres. Le ayudaba a mamá a preparar unos rollos de carnes rellenos. Unas de estas delicias se irían a casa para la cena de mañana. Según lo dicho por mi marido, él invitó a cenar al investigador, quien le trae el primer informe referente a lo de su ampón hermano. Me pidió mantenerme al margen del tema, que a partir de ahora deje todo en manos del investigador.No sé si pueda hacerlo, pero se lo prometí, espero sea un hombre honesto. No quiere decirme su nombre para investigarlo antes y así poder preguntarle. En fin, debía de esperar. La vieja Cristal era fanática al vallenato y a la champeta, como buena cartagenera no olvidaba sus raíces, a pesar de tener treinta y cinco años de a haber salido de su tierra para estar al lado de mi padre.—Hija, súbele a esa canción, por favor. ¡Me encanta!Y como karma celestial era la canción: Historia de amor; la misma que me cantó David en el cumpleaños de Patricia. ¡Carajos! ¿Es que el universo confabula?—¿Te gust
Ya era viernes y llegué con mi sobrino al apartamento en Bogotá. Desde que se fue Deacon de la constructora, esa misma noche me puse a investigar de manera superficial. Era una joyita el tal Athan, de eso me quedó claro y si seguía hurgando descubriré una caja de pandoras. Era quince años más joven que Deacon, el hijo bastardo del señor Katsaros, quien al morir les dio por partes iguales la fortuna.Sin embargo, uno supo hacerla prosperar y de qué manera. Deacon era un magnate en cuanto al gremio hotelero, era un hombre con una visión tremenda. En definitiva, era un bárbaro. Mientras que el otro despilfarró su herencia en cuestión de pocos años con mujeres, fiestas, malos negocios…Aunque en esta parte debía buscar más, mi instinto me decía que no era tan cierto eso de no hacer negocios de mala procedencia. Ese tal Athan era peligroso. —suspiré—. Me miraba al espejo, ya estaba bien, miré a los ojos del hombre que se reflejaba en la imagen. —Sé profesional. Vas a ir a la casa de Blan
No podía dormir. Deacon no dijo nada al respecto, pero tampoco lo negó. Me dio a entender que acerté. Muy seguro esté enfermo, por eso el padre me sugirió aceptar. Era imposible dormir, no dejaba de pensar en lo desencajado que se veía a su regreso cuando pidió un permiso. ¿Blanca lo sabrá? ¿O se lo ha ocultado? Salí de la cama, tomé el acordeón.Cada vez que sufría de insomnio salía al balcón con el puto frío de la noche capitalina colombiana. Comencé a tocar las notas, las imágenes de mi vida surgieron; la soledad de la selva, las imágenes de mi familia, los domingos en Bucaramanga con mis padres en mi juventud, mi hermanita… mis momentos alegres con mis amigos en la universidad. Los muchos momentos compartidos a escondidas con Brisa.Las notas salían y mi mente solo vagaba en los recuerdos del exhumar el cuerpo de mi hermana en esa selva olvidada, la noticia de un sobrino perdido, la muerte repentina de mi padre al saber que Martha estaba muerta. Papá no lo resistió y fue fulminant
En estos últimos cinco días Deacon solo la pasó con David para arriba y para abajo, no era que me disgustara, lo hacía para ponerlo al tanto de las personalidades de su familia, sus tíos, primos y sobre todo de su desagradable hermano. Recordé esa vez que, si no hubiese sido por el chofer nuestro, y que luego ese trabajador se vendió, el muy desgraciado me hubiera violado.Hasta ese día intenté tener una cercanía con la familia de mi esposo. Esa ha sido la única vez que peleamos, hasta entonces él creía en el afecto de su familia. En primera instancia no me creyó; acudí a una de las empleadas de la casa de los tíos, ella logró sacar el video. Como todos había sido comprados o amenazados.Él muy confiado, no se tomó la molestia de borrarlo y agradezco a Dios por ello, de lo contrario ya me habría divorciado de Deacon. La empleada ahora es nuestra ama de llaves en la casa de Grecia y ella fue varias veces violada por Athan. Esa tarde le dejé en su despacho la cinta y una carta donde le
El hombre se me quedó mirando y no tuve más remedio que soltar una carcajada. Toda mi vida la había pasado solo, me preparaba mi propia comida, lavaba la ropa, la planchaba de ser necesario, entre mi sobrino y yo hacíamos el aseo de la casa en donde vivimos. Nunca había tenido una empleada, me dio picazón en el cuello, no estaba acostumbrado a que me atendieran. Volví a afirmar y al ser más consciente de lo que pasaba entre dientes comenté.—Bien —debo aparentar poderío, me dije.—Mañana a primera hora te estaré esperando en las instalaciones principales de las empresas Katsaros. Asiste con ropa impecable, —alcé la ceja—. Keelan podrá llevarte a los almacenes para que compres ropa exclusiva a la medida, no puedes presentarte en jean.—Lo sé, en un rato salgo.—Esto te lo envía el señor Katsaros.Me entregó un maletín. Al abrirlo había; llaves de un Audi R8, una serie de tarjetas débitos y créditos, una chequera y en un papel el monto exorbitante de los límites para gastar en las membr
Me sentía ridículo con traje de maniquí. Me he vestido de traje para los matrimonios de mis amigos, pero mucho más sencillos, sin el chaleco y mucho más anchos, nada de a la medida. Espero que no sea por mucho tiempo, solo debía investigar a la gente de la compañía y determinar quiénes eran las personas de confianza, reunir pruebas contra el tal Athan.De ese modo Deacon podrá desenmascararlo y yo podré regresar a mis botas, mi jean, mis camisetas y camisas de cuadros, mi casco, aparte de gritar como demente en la constructora. Salimos del ascensor, las mujeres me reparaban. ¿Interés cuánto vales? Pasamos por varios cubículos.—¿Todo el edificio es de las empresas?—No, solo los pisos trece, catorce y quince, pero el edificio es de Deacon. —Ya lo sabía—. El ascensor podría llevarnos hasta el último piso, pero quería que conocieras las dependencias, tu secretaria luego te dará el recorrido minucioso; aquí encontrarás el departamento contable que se subdivide por cada empresa.» Tenemos